miércoles, 9 de noviembre de 2005

Sin vuelta

Recuerdo que ya desde ayer me dolía el estomago, al igual que ahora. Sólo que esta vez, tampoco puedo dormir, y dentro de unas horas debo de ir a trabajar. He bebido, un poco, nada, sólo una cerveza, no se, quizás la falta de costumbre, o que el insomnio me haga pensar, y eso provoque este dolor, que a lo mejor, en vez de estomago, es de alma.

Hoy es un día cualquiera, como cualquier otro, en el que un sencillo comentario o suceso abre la caja de pandora que llevas dentro. Tengo ganas de abrir y vaciar la botella de whisqui que tengo aquí al lado, pero se que si lo hago, mañana no podré levantarme, así que prefiero escribirte, quizás de esta forma, consiga dormir algo más tarde, y contener, o quizás provocar, la lagrima que llevo dentro.

En estos últimos días, gente que me rodea, se ha abierto un poco a mi, y me ha contado sus problemas, que son fruto de la convivencia, y del hecho, de cada día salga el sol y luego la luna, y aunque piense sinceramente, que son problemas banales, al fin al cabo, todos lo son, sí los siento como los más graves del mundo, porque les provocan dolor, pena y angustia, y eso es lo que me hace sufrir por ellos. Pero esos sufrimientos, esos problemas, son a raíz de vivir mil vidas, o como le decía a alguien «él que nada hace, nunca pierde o falla, en cambio, el que hace muchas cosas, siempre fallará alguna vez».

Eso es, lo que me mata ahora. Creo que nunca te he dicho mi edad, o quizás, no con la fuerza con la que yo la veo. Dentro de unos meses, aún me faltan algunos cuantos, pero llegarán, cumpliré los 25 años. Fruto de ellos, nada que se puede escribir en un epifanio, nadie que quiera ir a un entierro, nada que quede escrito en ningún sitio, ningún recuerdo que recuperar. Me pregunto si vale la pena seguir. Se que lo haré, soy un puto cobarde, y por eso sigo aquí. 25 años, sin vivir nada, si existiera un dios, cuando muera y me pregunte, en que los aproveche, no podré decirle nada. Es así de sencillo, no hay metáforas, ni ideas subjetivas, ni claves en mis palabras, 25 años tirados a la basura, o sin usar, sin amigos, sin parejas, sin ser uno mismo, sin historia, sin estudios, sin base alguna para el futuro.

Claro, siempre se me olvida la gilipoyez, que sólo tu creerás, esa que dice que todo llega, ese gilipoyez que decimos cuando no sabes que decir para animar al otro. Quizás nos sirva para hacer creer a nosotros mismos que hemos ayudado, y que hemos resuelto el problema con la frasecita, pero no es cierto. No es así. La mierda es mierda, aunque te la den con un lacito rosa y en una caja de música.

Estoy cansado, ¡Te lo he dicho ya tantas veces! Siempre escribo lo mismo, mismas historias, incluso mismas palabras. Me doy cuenta hasta yo, con cada línea que escribo. Siempre usando las mismas frases, las mismas ideas, todo con redundante monotonía. Así de triste y sin embargo real. Posiblemente por que nada cambia, porque nada llega, porque nadie escucha, porque nadie puede hacer nada, pues el error, la clave, esta en mi. 25 años y sin ticket de vuelta.

¿Tengo miedo? No lo se, ya no se nada. ¿Se puede tener miedo todos los días? ¿Puede el miedo estar tan metido en tu carne hasta tal punto de no diferenciarlo?

Gilipoyeces, me duele el estomago, y estas son gilipoyeces, porque de nada sirve escribirlas, de nada sirve pensar en ellas, porque todo llega ¿No es eso? ¿No ibas a decir eso? ¿O ibas a usar la técnica de «son cosas de la edad»? claro, era eso, tú que has pasado por esto, o crees que puedes llegar a hacerte la más mínima idea de cómo es...

Voy a intentar dormir, mañana será un día como el doy, y como ha sido siempre en todos estos putos 25 años. Te mando a la mierda, ya ves. Hoy me duele el estomago, y me lo puedo permitir. Son letras, y escritas quedan, y no las voy a borrar. Pueden que no sean bonitas, pero así han sido escritas.

Ni que importaran algo.

lunes, 7 de noviembre de 2005

100

99 cartas
99 confesiones
99 pensamientos
99 miedos
99 sueños
99 vidas
99 muertes
99 misterios
99 silencios
99 deseos
99 golpes
99 miradas
99 razones
99 historias
99 secretos
99 desnudos
99 lagrimas
99 huesos

99 gritos

Y esta, hace el número cien.

domingo, 6 de noviembre de 2005

Inmortalizador de momentos

Hoy de nuevo, he salido para el centro, a visitar algún otro museo o exposición. Esta vez, fue una muestra fotográfica. Supongo que ya sabes, que me gusta mucho la fotografía. ¿Por qué? Creo que será por que me permite conocer otros mundos, lo que se ve a través de otros ojos. Conocer lugares lejos de aquí, vidas pasadas o presentes, con mil y una historias, con detalles, que aunque estando a tu alrededor no te detienes a verlos, a percibirlos.


Espejo

Es más, aunque me encanta fotografiar, creo que disfruto más viendo las fotos de otros, de trasladarme justo donde estaban ellos, ponerme exactamente en el mismo sitio, y mirar a través de sus ojos. Me parece hermoso, apasionante, poder a su vez, mostrar a los demás lo que tú ves, y de alguna extraña forma, como si de un conjuro se tratase, prestar tus pupilas durante un instante a ellos.

Sí alguna vez alguien te pregunta, no digas que haces fotografías, sino que inmortalizas momentos, y haces que perduren eternamente. Es una forma de hacer que estos siempre vivan, y no caigan en el olvido, o en la deformación del recuerdo y la distancia. Di, que te dedicas a salvar imágenes, momentos, que de otra forma morirían, di, que tu misión, es abrir el mundo, que es enseñar lo que se nos pasa desapercibido, o mejor no digas nada, coge unas fotografías y muéstralas, ten la valentía de abrirles el mundo, abrirte al mundo

miércoles, 2 de noviembre de 2005

En museos

Aquí, en lo más parecido, a mi nuevo hogar, me he hecho una proposición a mi mismo algo vana y no muy intensa. La de visitar casi todas las semanas, algún museo o acto cultural.

Por ahora, he ido cumpliendo en la mayoría de las veces. Me preocupa dejarme llevar, y convertirme en tantos, que aún teniendo la oportunidad, la desaprovechan, y terminan sin ir ninguna vez.

En el primero en el que he ido, siéndote sincero, me he sentido defraudado. Era un domingo, entrada gratuita, y el museo se encontraba lleno. De turistas, de gente local, de gente de aquí y de allí, demasiados, que no nos permitíamos a nosotros mismos ni quedarnos quietos para contemplar nada. Aunque fui con la intención de ver mirar todo el museo, ya en la primera sala me sentí cansado e invadido. Miraba más a la gente, intentando escudriñar algo de sus vidas, ver de donde venían, lo que decían, lo que sentían al mirar una obra. Su forma de vestir, mirar a donde ellos miraban, ver color de sus ojos, ver como vestían, como hablaban, como respiraban.


En el museo

Aunque empecé por la sala de esculturas, me quede allí. Terminé dejándome llevar por la gente. Mirándoles, quedándome asombrado por tanta variedad, contemplando tanta belleza, tanta diversidad, tanta originalidad, y tanta fuerza en cada uno de ellos. Me gustan las personas, creo que son la mayor obra de arte que puede existir. Es impresionante todas las perfecciones que reúnen, toda la belleza que esconden, y la individualidad que muchos de ellos defienden.

En una película, el protagonista le echaba en cara a su padre, que mostrara más interés por gente muerta hacía miles de años, que por el cada día. Algo muy parecido me pasa a mi. Me encanta la gente. Creo que es lo más perfecto que existe, lo más bello que dios a creado. Pero no lo digo con palabras vacías, sino con sinceridad. Me gustaría que todo el mundo fuera el mejor amigo de todo el mundo. Me gustaría unirme totalmente con cualquier desconocido, sin importar nada el contexto. Me gusta la fotografía, porque me permite mirar cosas que de otra forma, pasarían desapercibidos, o tendría prohibido. En cualquier foto, escudriño buscando que los rostros, las gentes, me cuenten cosas. Entenderlos, amarlos.

Pero desgraciadamente, existe una gran distancia entre ellos y yo. Es como si viviera en una burbuja. No tengo ninguna relación con nadie, y soy muy malo para ello. Aunque no dejo de buscar rostros, siempre estoy muy sólo. Aunque no dejo de leer libros y analizar todo, termino sin ser comprendido, y muchas veces mal interpretado.

No se, me niego a pensar que es un precio a pagar, suena a excusa muy mala. Supongo que es problema mío, que algo debo de cambiar, aunque también supongo, que ese algo, es incambiable. Aún así no pasa el día, en que bajo, y sigo contemplando esas esculturas griegas andantes, esas historias de cada uno, esos detalles que les individualizan y les hacen aún más especial. Quizás algún día, alguien se detendrá, coincidirá su mirada con la mía, y con ello bastará.

Mientras tanto, seguiré hiendo allá en donde haya personas, y seguiré intentando conocerles y amarles, aunque nunca termine por comprenderlos y siga el camino sólo e incomprendido.


Ahora, viendo la foto de la chica del pelo rojo, me pregunto que será de ella. Si quisiera, podría saberlo todo sobre la estatua y el lugar, pero ya nada sobre la chica y su pelo.

lunes, 31 de octubre de 2005

De ida, de vuelta

Siento no poder escribirte todo lo que quiera, y todo lo que te mereces. Entre una razón y otra, las semanas pasan, y no llego a plasmar, todo lo que ansío contarte. No pasan los días, en los que no te escribo mentalmente, te cuento cosas, creo un pequeño guión, para contártelas ordenadamente, incluso, las apunto en un trozo de papel o cartón, pero luego, soy incapaz de ponerme aquí, delante del papel en blanco, y escribírtelo.

Sabes que te quiero, que escribirte estas líneas, es lo más parecido, a contarte de tú a tú mis cosas, que tú eres mi única compañía, que eres lo más parecido, a tener a alguien con quien compartir mis momentos, mis días, mis expectativas, lo que temo, ansió y amo, y lo que soy. Me gustaría volver a comprometerme, por ti, en estas mismas líneas, a volver, a intentar volver a escribirte casi todos los días, ojala pueda jurarlo en sangre, pero sería incapaz de cumplirlo, y tarde o temprano, volvería a caer.

Así soy yo, humano, supongo, sin energías secretas, aunque si muchas flaquezas. Muchas veces, cuando te escribo, las palabras se me quedan cortas y me cuesta expresar lo que te quiero decir, y darles la fuerza que se trasmiten al salir de mi boca.

No hablaré más, sólo espero poder seguir viéndote mañana. Seguir escribiéndote cartas, por si algún día las quieres leer o no, tormarlas en serio, o no, me escuches, o no.

Desde mi corazón.


jueves, 22 de septiembre de 2005

Cuanta verdad

¿Qué dosis de verdad puede soportar un hombre?
Friedrich Nietzsche

domingo, 11 de septiembre de 2005

La habitación

Lo se, he tenido suerte. Ahora estoy en la habitación, y puedo hacer las cosas que siempre quise y nunca pude antes. Puedo ver lo que quiera en la tele sin miedo a molestar a nadie, ni sentirme incomodado. Hay días, en los que me ducho varias veces, por el simple hecho de estar hasta media hora, bajo el agua, relajándome. Cuando salgo de la ducha, puedo pasarme otra media hora, poniéndome tranquilamente las cremas que quiera, sin tener ninguna presión, y me puedo pasar todo el día desnudo tranquilamente, sin ningún problema.

Poco a poco, la voy haciendo más mía. Mis objetos se van apoderando de cada esquina, con cierto desorden, y cada vez, me siento más cómodo en ella.

Aún así, cuando aún con el televisor con el sonido puesto, aun con el ruido del alrededor indique su presencia con el murmullo interminable, aún así, cuando todo calla y el silencio impera y por unos segundos desconecto de todo, pienso en la gente, en las personas que no están aquí, y las que podrían estar. Vienen a mi mente momentos pasados, y momentos nunca vividos, las que fueron, y las que podrían haber sido. En muchas de ellos, estás tú, directamente o no, pero tienes mucho que ver.

Quizás, por una vez por todos, las cosas cambien, y encuentre aquí mi lugar. Es posible, hace apenas unos días, hasta la ropa me aplastaba, pero ahora en cambio, me encuentro cómodo, y se que puedo estarlo aún más.

Nos veremos, espero, no tanto como quisiera yo, y quizás, no pueda decirte lo que quisiera, pero ojala que sirva para volver a cargar las pilas, llenarme de alegría, de ilusión, y seguir creyendo en lo mejor de la vida.


Un fuerte abrazo, un fuertísimo abrazo.

sábado, 10 de septiembre de 2005

Va cambiando

Poco a poco, la tormenta interior va pasando. Me voy adaptando, olvidando unas cosas, y aprendiendo otras. Hoy hace once días que estoy aquí, y ya no estoy tan mal.

Me he vuelto a apuntar a una autoescuela, y algo que podría pasar por insignificante, para mí ha sido la llave a los cielos. El hecho es que me vienen a buscar en donde estoy, y luego me traen. Libertad. Eso es lo que me ha proporcionado. Ese mismo día, en que por aburrimiento pregunte por autoescuela, me apunte entusiasmado, y al bajar a la ciudad, me ha servido para respirar y salir de la burbuja, o celda sin barrotes, en la que he vivido estos últimos días.

Hoy sábado, por ejemplo, decidí bajar a la ciudad por mi cuenta. Treinta minutos caminando, dos autobuses, y por fin llegue al centro comercial. Y no he parado. Tenía en mente centenares de cosas que comprar, y lo he recorrido siete u ocho veces, de tienda a tienda, y he comprado un montón de cosas; de la que más me siento orgulloso, como si me hubiera comprado todo un Aston Martin; una bicicleta. En serio, ha sido genial, hasta me vine montada en ella desde el centro comercial, y no sólo no estaba cansado al llegar, sino que estuve media hora más dando vueltas entusiasmado por la zona. Dios, que feliz estoy con ella. Libertad, ella también me da eso.


He hecho una lista de todo lo que he comprado, de alguna forma, este día, ha sido todo un símbolo.
  • Una bicicleta (de ciudad, no mount-bike, por dior)
  • Un casco (Seguridad vial, sobre todo, aunque sea por fastidiar)
  • Un chaleco (Amarillo, claro, pero feo de narices)
  • Un candado (el dependiente me recomendó el de llave, no el de combinación)
  • Una sudadera (de vestir, hombre, de vestir, roja por cierto)
  • Calcetines (tres negros con puntitos, y uno rojo)
  • Revistas (Tres, dos de moda y estilo, y un especial de historia)
  • Una bandeja del Macdonal (bueno, no la compre exactamente... )
  • Una mochila bien grande (para llevar la compra con la bici)
  • Una lámpara de pinza (tengo que devolverla, no funciona, maldita sea)
  • Maquinillas de usar y tirar (de color verde, y doble hoja)
  • Desodorante (No es de bolita, ni spray, sino el otro... )
  • Exfoliante y crema hidratante para pies ( Para el resto del cuerpo, ya tengo)

Y posiblemente me queden más cosas, y otras que se me olvidaron coger, pero bueno, ya habrá tiempo, aunque quizás no economía, pero vamos, estoy contento, los primeros duros días, ya quedan atrás, y se que todavía quedan momentos que tengo en mente, que se que me van a alegrar, y eso me hace sentir mucho mejor.

Todavía me falta coincidir más con la gente, pero ahora se, que es cuestión de tiempo, y de esfuerzo también, y poco a poco, iré profundizando en mis relaciones con ellos, y todo será mucho mejor. Cuestión de tiempo, siempre se dice ¿no?, pues ojala que no pase tanto, ojala.

martes, 6 de septiembre de 2005

Suena el teléfono

Aquí, aún lejos de todo, suena el móvil desde que llegue, casi cada día. A veces es la familia, algún compañero de estos meses, o algún viejo amigo. Me pasa lo mismo que cuando necesito hablar con alguien; que no lo hago, que callo, no contesto.

Mis padres, por ejemplo, me han llamado en más de una ocasión, y cuando me preguntan, tengo que callar, y darle solo evasivas. Soy incapaz de hablarles de lo mal que lo estoy pasando, que solo pienso en irme de aquí, que estoy aislado, que me es imposible salir, y que mi única ocupación, es la de dormir, para ganar en esta estúpida lucha al tiempo. No conseguiría nada diciéndoles la verdad, al igual que no puedo hablar con los que me llaman, y no les cojo el teléfono. Luego los llamo al cabo de unas horas, arrepentido y con miedo a perderlos, les hablo muy genéricamente, con esperanza en mis palabras, describiéndolo todo de color verde, de aires limpios, y de música de fondo.

Me cuesta todo esto. Pienso en las otras veces que me ha pasado lo mismo, y de lo que me ha servido, y aunque intento no pensar en el futuro, se que estaré quizás en otro lugar, pero las características, como siempre, serán las mismas, no terminando de salir del agujero, ni creo que pudiera.

De verdad, me gustaría hablarte de cosas bellas y hermosas, de esperanzas, de anécdotas, de nuevas experiencias, de personas, de paisajes. Pero no puedo, no ahora. Soy incapaz de ello, estoy destrozado, y el escribirte me cuesta cielo y tierra. Se que todas mis cartas son iguales, quizás sea ese mi sino, la eterna tristeza, la soledad, el pesimismo, y la eterna maldición. Nada te puedo obligar a que sigas ahí, y es muy probable que deje de verte, que sea mejor que no leas estas cartas, aunque yo siga escribiéndolas, auto compadeciéndome. Posiblemente sea lo mejor, al igual que esas llamadas que suenan, y no las cojo, para no mostrarles mi realidad, contagiarles de todo, y preocuparles para nada.

Lo siento, en el fondo, no confío en nadie, absolutamente en nadie, es parte de la condena. La cadena perpetua.

lunes, 5 de septiembre de 2005

Regreso

Después de estos cuatro meses, donde apenas he podido escribirte algo, ya ves que vuelvo ha ti, al fin al cabo, eres lo único que tengo.

Por fin (lo digo por cronología, no por entusiasmo) estoy en lo que va ser mi hogar durante un mínimo de tres años. ¿Cómo me siento? Llevo aquí menos de una semana, y como siempre me ha pasado en estas mismas circunstancias, siento que el mundo me aplasta, sin dejarme respirar. Estoy seguro que dentro de unas semanas, o quizás meses, lo vea diferente, pero ahora, tengo el alma en el suelo.

Hecho de menos a algunos con los que he compartido las últimas semanas, y que cada cual ha emprendido su camino. Siento, injustamente por mi parte, como si me hubieran abandonado, como si ya no les importase nada, y muy posiblemente sea así. Los últimos días, había profundizado mi amistad hacia ellos, y como si de mi maldición se tratase, nos hemos separado con una distancia insalvable. Incluso no puedo ver las cientos de fotos que tengo de ellos, pues con eso, sufre mi alma, al igual, que ni siquiera puedo releer esta carta, pues de esa forma, ellos vuelven a mi, y notar su ausencia, exalta mi dolor.

Será que nunca aprendo, que siempre me dejo desanimar por todo, que soy pesimista, o lo que quieras, ¿pero eso hace falso mi dolor? ¿Acaso crees que aunque no lo entienda nadie, no me siento la persona más desdichada de todas? Pienso en mi futuro, en mi presente, en lo que me decía a mi mismo antes de tomar la decisión, de seguir adelante, de abandonarlo todo, pero no encuentro respuestas que me animen. Me siento delante de un callejón, obscuro, con los cubos de basura, olor putrefacto que no te deja respirar, y con miedo por cada ruido extraño que escucho. No puedo pensar en el pasado, pues al ver lo que tuve, y no tengo ahora, me mata. Tampoco en el presente, pues estoy sólo, y lo único que veo son impedimentos, ni menos aún en el futuro, pues no veo nada positivo en él. No puedo pensar en mis compañeros de camino, pues ahora están lejos de aquí, y me doy cuenta que dichos caminos se bifurcan cada vez más. Tampoco de aquellos que están lejos, pues no conocen nada de esto, y no me serviría para mucho, más seguro que me haría sentir peor. La familia tampoco sirve, ¿para qué preocuparla? ¿Qué solución podrían aportar? ¿Quién queda? Nadie, nada... como siempre. Paso las horas en la cama, desnudo en la habitación, intentando dormir lo máximo, para ocupar las horas sin pensar en nada. Pongo el televisor cuando me despierto, matando más horas, lo suficiente para volver a acostarme. Tengo hambre, pero no quiero comer. Saldré luego, a gastarme dinero y comer algo de comida basura, es el único capricho, que me puedo permitir.
Me gustaría abrazarte. Morir ahí. No me importaría lo que habría que tenido que hacer antes. Tampoco lo que vendría después. Sólo me importa ese momento. Ojala te hubiera dicho en el instante adecuado, lo que quería decirte, sin pensar en nada, sin mirar a ningún sitio, solo a tus ojos, mientras te lo decía. A saber lo que estás haciendo ahora. ¡Qué más me da! No estás aquí, no me aprietas, no descanso mi cabeza sobre ti. No recoges con tus dedos mis lágrimas, y estas mueren en el suelo anónimamente, sin importarle a nadie. Maldigo, maldigo sin fuerzas todo.
Supongo que en unos días esto cambiará. Habré conocido a gente, podré moverme y salir. Quizás consiga ponerme a estudiar, y evadirme de mi mismo. Quizás tenga un periodo de descanso, y pueda volver a casa durante unos días, e ir a la playa y escapar momentáneamente, ojala que pudiera ser eterno. No creo que me sirviera para recargar las pilas, pues la amenaza de volver, planearía sobre mí. En el fondo, no lo que quiero, ¿para qué pensarlo? Si lo hago, vendrá el de siempre, y romperá toda esperanza, y me hará sentir peor, y más sólo.


Ojala pudiera abrazarte, volver en donde nunca he estado.


Volveré a poner la tele.

sábado, 13 de agosto de 2005

Tu canción...

Si gritar al viento dicen que es de locos,
yo lo estoy y no me importa estarlo mucho más aún,
pues quizás un día de estos alguien vibre con mi voz....
y por fin tendrá sentido mi canción,
oh, oh! mi canción, oh, oh!

Yo destapo el frasco de lo más secreto.
Yo te muestro como somos para bien o para mal,
y quizás un día de estos alguien vibre con mi voz....
y por fin tendrá sentido mi canción,
oh, oh! mi canción, oh, oh!

Y es que os juro que sois de lo que más quiero.
Sois el unico equipaje que llevo en el corazón.
Que la fuerza os acompañe, buena suerte y recordad....
que sin vosotros no hay cantante ni canción,
oh, oh! ni canción,
oh, oh! ni canción,
oh, oh! ni canción.

viernes, 17 de junio de 2005

Pasando el rato

yopo



Pasando el rato

domingo, 12 de junio de 2005

Grifo de libertad

Es extraño, pero el hecho es siento que he perdido esa libertad y fuerza al escribir, al fotografiar, y contarte y enseñarte mis cosas, desde las más banales, a las más personales.

Apenas fotografío más allá del eterno retrato a compañeros, y casi nunca te escribo. No tengo fuerzas, ni la gallardía que antes tenía. Creo que se debe, que de alguna forma, no me atrevo a ello, me da corte, hablar contigo, como si con la distancia creada, se haya roto nuestra confianza.

Siento que nos separamos, si alguna vez estuvimos cerca, que el no saber de ti, el no escribirte, casi a diario como antes, el no enseñarte mis cosas, hace que vuelvan a cerrarse candados y puertas, y me cueste mucho más. Ya no me atrevo, es eso. Temo que estás haciendo tu vida, y todo esto, ya no te interese, que hagas otras cosas, y ya aunque hablemos, no sea lo mismo.

Quizás es la falta de combustible, que hacía que ardiera todo, y que constantemente, buscara leña para quemar, para seguir nosotros a gusto frente al fuego. No lo se.

Espero que al volver dentro de unos meses a poder conectarme (ojala pueda) recuperemos la amistad conseguida, la comodidad de uno frente al otro, el atrevimiento de ser nosotros mismos, y la fuerza para superar los miedos propios. Ojala esto sea un bache, y con tu ayuda, podamos superarlo.

Un fuerte abrazo, te hecho de menos.

jueves, 9 de junio de 2005

¿Qué cómo estoy?

Hace unos días, alguien a quien admiro en profundidad, me preguntaba que como lo llevaba. A esas preguntas, no se bien nunca el que contestar. A ella se lo explique con sinceridad, pero otras veces, no resulta tan fácil.

Para no preocupar a la otra persona (¿le importa siempre?), generalizamos, y usamos una respuesta de concurso, quizás un «tirando» o «con paciencia» nos sirve como excusa para zanjar la cuestión, y pasar a otros burocráticos temas. Mejor así. Decir la verdad, cuando no es esa, cuando las circunstancias sencillamente no acompañan, generalmente, no sirve de nada.

No es tu caso, a ti te tengo afecto, a si que (casi siempre) te soy sincero, como lo soy por ejemplo, en esta carta.

¿Qué como estoy?¿Cómo lo estoy pasando? Quizás empezando diciendo que mejor que como estaría en mi casa, sería un buen comienzo. Y es verdad. Se, estoy seguro, que el mejor sitio donde podría estar ahora, en mis circunstancias actuales, es aquí, y no me arrepiento, ni hecho de menos, nada. Al menos, no he tenido que renunciar a ninguna cosa, quizás por que no tenía que me atase, para bien o para mal.

Antes, en casa, vivía en una burbuja de la que no salía. Del trabajo a casa, y de casa al trabajo. No tenía apenas contacto con la sociedad, con la forma de ser de las gentes más allá de unas teclas, un televisor, o las miradas fugaces en los medios de transporte, hice mía, la frase de ojos que no ven, corazón que no siente, y hasta ahora, había funcionado, y a veces bien, a veces mal, iba haciendo el día a día.

Aquí es diferente. Hay bastante gente de mi edad, y es la mejor forma (cruel también) de ver como son. Conclusiones, no tienen que ver nada conmigo. Supongo que me sirve para ver, que cada cual tiene su puesto en este mundo, y un papel a desempeñar, y yo, veo el mío. ¿Resignación? ¿Se llama resignación al hecho de esperar que cada día salga el sol? No lo se, no es algo negativo, sencillamente, algo que me hace pensar, y bueno, quizás sí, quizás la de esperar que un día, llegue ese momento, y todo cambie.

Mientras tanto, espero. Hago uso de esa paciencia, y poco a poco, van pasando los días, hasta que esta etapa finalice dentro de unos meses, para empezar otra totalmente nueva. Esa será otra historia, que ya habrá tiempo de que la cuente.




Ayer por la noche, pensaba sobre los últimos días. Sobre algunas cosas que me han dolido, o algunos choques con personas. Pero como te digo, anoche llegué a una conclusión. Y es que lo único que tengo, lo que nadie ha podido robarme jamás, ni se me ha perdido, aquello que siempre me ha acompañado, es mi forma de ser. Y es algo, de lo cual no quiero ni podría renunciar. Es más, de alguna forma especial, me siento orgulloso de ello, se que soy introvertido, un bicho raro, y que probablemente, nunca encaje en ningún puzzle, pero me da igual, es algo que no puedo cambiar, y creo, que soy buena persona, y de eso, sin lugar a dudas, si que me siento orgulloso. Quizás es un precio algo caro el que hay que pagar, por ser extraño, pero lo pago cada día, y al carajo el resto del mundo.

Es un paso adelante, que espero, me sirva unos días más.

Un abrazo

domingo, 5 de junio de 2005

La ciudad

Donde estoy ahora, estoy lejos de la ciudad, y desde aquí, uno piensa en las cosas que hemos ganado y perdido viviendo en la gran urbe.

Aquí, los atardeceres de color de fuego, son constantes, y el ruido de los árboles los llego a confundir con el mar en calma, aún estando a miles de kilómetros del océano.

En las ciudades, en cambio, perdemos la vista del horizonte, transformándose en cemento y metal, insensible, frío y duro. Entre tanto estruendo, tantas prisas, nos olvidamos de donde venimos y lo que somos, y dejamos de ver las estrellas, pues nunca hay tiempo, o la contaminación lumínica lo impide. Nos encerramos en las casas y edificios, y dejamos de sentir a la naturaleza en nuestra piel, no recibimos las caricias de la brisa, y el sol cuando nos saluda, lo interpretamos como un ataque.

Sólo se escucha el ruido de los coches, y algún tintineo metálico. Ya no hay risas de niños, ni gritos de auxilio, o carcajadas gigantes. Entre tanto bullicio, no percibimos el caer de las lagrimas por muy cerca que estén.

Andamos por la cuidad, cubiertos de mil una pieles, intentándonos aislar de todo, de la contaminación, de la naturaleza. Incluso en lo que consideramos nuestros refugios, vamos protegidos con mil una armaduras. Al dejar de caminar descalzos en todo momento, dejamos de vivir «conectados» con la tierra, de absorber su energía y nos ponemos más costras, más fronteras, hacia la madre naturaleza, de donde venimos, y lo que somos.

En las ciudades, dejamos de ver los animales, las flores, los insectos, olvidándonos que pertenecemos con los mismos derechos, y mismas obligaciones, a un todo. Nos sentimos artificialmente superiores, y por ejemplo, sólo tenemos plantas, para el adorno y matamos lo que consideramos una amenaza.

Al final, no tenemos tiempo para nada, todo son prisas, en el cada día, y en la vida. Prisas para llegar a su hora, y que nos de tiempo de estar listos. Prisas para hablar, prisas para hacer unos estudios y conseguir un puesto de trabajo. Prisas que no nos permiten profundizar en las personas, en las letras, en la música, mirándolo todo, como si de «comida rápida» se tratase. Escuchamos la canción, y al poco tiempo, le dejamos para el olvido, remplazándola por otra. Sólo nos dejamos llevar por la apariencia primera, entre tanta competencia, tanta velocidad, no nos da tiempo de nada. Enjuiciamos a las personas al momento, y pasamos a otra cosa. Es el ritmo de la sociedad, y de su baluarte, su símbolo, las ciudades. No nos da tiempo de mirar o escuchar, y apenas vemos y oímos. Nos quedan sólo sus prisas, son sonidos estridentes, su aire contaminado, sus suelos sucios, y sus eternos desconocidos.

Sin embargo, yo amo a la ciudad. Me impresiona ver hasta donde ha llegado el desarrollo del hombre, y demuestra hasta donde podemos llegar. Es una posibilidad viva de conocer a las personas, de tener a tu alcance cultura, gentes, vida, libertad. Amo la ciudad, pero me duele que algunos, las transformen en otra cosa. Me duele, que a veces, olvidemos lo que somos, y nos convertimos en autómatas, renegando de nuestra descendencia, de nuestro origen. Intento vivir en ciudad, sin convertirme en ella, sin transformarme en cemento o metal, sin dar oportunidad, que esta me trague en cualquier esquina obscura, y convertirme de esa forma, en un ser de ciudad.
Mientras tanto, seguiré luchando mirando al cielo, tocando los árboles, mirando las hormigas, caminando descalzo, sintiendo el aire en mi piel, oliendo las flores, mirando pasmosamente, con asombro, a cada lado, sin llegar a acostumbrarme a nada, aprendiendo como si fuera mi primera vez para todo, hablándote, escribiéndote y escuchándote.

viernes, 3 de junio de 2005

Ayer, por ejemplo

Esperando

miércoles, 1 de junio de 2005

Incomunicado

Estar aquí, es como estar aislado del mundo. Apenas veo los titulares del periódico, y cuando puedo ver la tele, no ponen noticias. Se que en el exterior estarán pasando mil cosas, pero en fondo, más allá de un sentimiento de frustración por no estar al día, no me importa mucho. Seguro que pase lo que pase, podrá esperar unos meses, hasta que pueda ponerme a ello.

También ha sido interesante el hecho de volver a estar rodeado de gente después de tanto tiempo. Es algo así como una nueva oportunidad para reconciliarte con la humanidad, empezando desde cero, intentando mostrar lo mejor de ti. ¿Resultado del experimento? En líneas generales, supongo que fracaso. No he llegado a intimar con nadie, y de lo buenazos y educado que creo ser, soy el primo del lugar, como dice alguien a quién admiro en profundidad, Dios dijo que éramos hermanos, pero no primos Y eso es lo que ha pasado. Pretendiendo ser todo lo profesional que puedo, preocupándome por el bien común, e intentando hacer las cosas de la mejor forma que se, me he ganado el apodo (cariñoso dicen ellos) de Flipping de flipado. Por lo visto, hasta hacer eso, es malo.

Creo que en algunos sentidos, todo esto, me esta «neutralizando» de alguna forma. Que he dejado de ser un poco el yo que era hace unos días al iniciar esta nueva etapa, para volverme un poco más... como todos. No lo se, supongo que es lo normal, al intentar ser como ellos, uno más, pero supongo también, que será algo temporal, y que dentro de unos meses, ya en mi sitio final, podrá nivelarse todo, y poner cada cosa en su justo sitio.

Aunque también me preocupa la idea, ahora lo pienso, de no llegar a conectar nunca en el tablero de la vida, a no encajar. No lo se, pero ahora no es el mejor momento para pensar en ello. Donde estoy ahora, las circunstancias son duras, y debo de concentrarme en terminar este periodo de formación, con todas las fuerzas posibles. Ya la vida se encargará de poner el camino a recorrer.

Perdóname una vez más, si no te escribo ya tanto, pero estos días, estoy físicamente agotadísimo, y con tanta neutralidad, apenas se que contarte.

Sabes que te quiero.

sábado, 28 de mayo de 2005

Dos semanas

Ya llevo dos semanas, en esta nueva etapa. Más que etapa, es un paréntesis entre la pasada, y la que me espera. Me encuentro en un punto intermedio hacia mi destino final, no sabiendo muy bien como será.

En donde estoy es una especie de régimen de internado, con gente más o menos de mi edad, aunque dispares entre nosotros. Gente buena, gente mala, gente alta, gente baja, gente de aquí, y gente de allí.

Aunque en un primer momento, te das cuenta las diferentes personalidades que hay, luego, si reflexionas, y cierras los ojos, te percatas que en el fondo, hay grandes historias, grandes circunstancias que rodean a cada uno de ellos, haciéndolos únicos, y que justifican que un día se despierten con mal pie, o su forma de ser, o sencillamente, el color que llevan en el pelo.

Lo malo, es que aquí, no hay tiempo ni estamos preparados, para abrirnos de esa forma. Aunque pueda parecer que por ser todos, completamente desconocidos a principio, y compartir las actuales circunstancias, y crear un buen ambiente de compañerismo, en el fondo, nadie se fía de esa forma como parar hacerlo, todos estamos atentos, a no tropezarnos, y perder una seudo-apariencia de perfección, quizás, de aparentar ser débiles.

¿Por qué temeremos mostrar lo más genuino y especial de nosotros, lo que más valor tiene, el tesoro que se esconde en nosotros? Seguro que existe una buena respuesta a esa pregunta, aunque ahora no se me ocurra ninguna.




Desde aquí no podré escribirte mucho. El sólo tener que enviártela, me supone ir a la ciudad, y buscar algún sitio donde ponerme y enviártela. Y aunque pueda escribírtela desde aquí sin problemas, no encuentro entre tanto horario estricto y el cansancio, el momento adecuado para ello. Espero que sea algo temporal, y desde que todo se restablezca, podamos seguir hablando.

De todas maneras, ahora se acerca el verano, y hablaremos mucho menos. Tú iras de vacaciones, harás otras actividades, y será más difícil hacerte llegar estas letras. No se porque, pero me pregunto si todas estas cartas, te hacen en el fondo pensar, si te consiguen cambiar de alguna forma, o caen olvidadas en algún cajón de los que nunca se abren.

Qué andarás haciendo ahora...

sábado, 14 de mayo de 2005

La ida...

Largo pasillo a recorrer



En un momento, vuelvo...

Alfa

Bueno, parece ser que este será el último correo que pueda escribir antes de marchar. Hubiera querido escribir algunas letras mucho antes, pero ni el tiempo, ni las ganas acompañan. En fin, supongo que es ese momento en el que uno debe de reflexionar, y detenerse a ver en que punto se encuentra, y hacía donde ir, y sobre todo, como actuar.

Ante mi se inicia una nueva etapa, un nuevo empezar. Y estoy aterrado. Aterrado de volver a caer ante los mismos, de no saber adaptarme, de no poder hacer frente al cada día, y terminar otra vez en la soledad de los rincones oscuros. Intento no pensar en ello, en hacerme pasar por inconsciente, ocupar la cabeza en otras cosas, y esperar hasta el último momento para enfrentarme con el hecho. Y poco a poco lo voy consiguiendo.

Alguien a quien aprecio de una forma especial, me decía que no sabía ni a donde iba, ni cuanto tiempo iba a estar, ni si volvería. Francamente, a nada de eso te puedo responder, pues al fin cabo, ni yo lo sé. Quizás coja el móvil, lo tire, y pierda el contacto con todo lo anterior, no lo se, tan sencillo como eso.

Continuaré por aquí, eso espero, y seguiré contando cosas. Me llevo mi portátil, y aunque no pueda enviarte las cartas con la frecuencia que quiera, si iré una vez en semana, algún cibercafé, y te las mandaré, con los mismos temores, ilusiones y pensamientos que ahora.

Nada será como antes; tengo miedo. Ojalá estuvieras allí, y contigo, seguir adelante, teniéndote cerca. En el fondo, ni soy tan malo, ni tan extraño, ni tan bicho raro.




El camino empieza ya...

miércoles, 11 de mayo de 2005

Preparando la ida

Preparando
Ordenando
Colocando
Previendo
Planeando
Organiznado
Arreglando
Pensando
Soñando
Buscando
Comprando
Inventando
Disimulando


(Durmiendo un poquitín)


Y despidiéndome algo

lunes, 9 de mayo de 2005

Películas de final feliz

Las odio, no las aguanto. Me pongo a verlas, disfrutando al máximo, identificándome con el protagonista, sintiendo dolor y pena, pero luego, al final, siempre pasa lo mismo, todo se soluciona, y encuentra su eterno amor.

Lo mismo me ha pasado con excelentes libros que he tenido en mis manos. Los he empezado a leer, sin poder parar, triturando sus letras, absorbiéndolas a una velocidad vertiginosa, por no poder parar, hasta que...

No tiene lógica, que tus obras favoritas, sean tus obras más odiadas, pero es verdad. Me hacen sentir peor. Lo ponen todo tan bonito, tan fácil. Al final, se encuentran, aunque no se ha dado cuenta que a lo largo del camino, ha tenido un montón de oportunidades. Pero terminan los malditos, comienzo perdices...

Las odio, no las aguanto, las odio. Y a la vez, las colecciono estúpidamente, siendo muchas veces incapaz de seguir viéndolas o leyéndolas, dejándolas por la mitad. Las odio.

domingo, 8 de mayo de 2005

Mis cuatro paredes

Se va acercando poco a poco el día de la ida. Aunque estoy ilusionado, me siento mal. Mire a donde mire, me tengo que despedir de demasiadas cosas. No podré llevarme conmigo los libros, los recuerdos que tanto colecciono, los poemas... mi rincón.

Ahora tengo que prepararlo todo. Y tengo ganas, de que llegue ya el día, para tirarlo todo a la maleta, y olvidarme del resto. Lo haré como siempre, con prisas, para no darme cuenta de lo que dejo y que no pueda llevarme. Se acerca el día de la despedida, de mis últimas letras, y hasta eso me duele. Tengo todavía tantas cosas pendientes que hacer, tantas puertas que cerrar, y habrán tantas ventanas, que ya no podré ver.

Alejandose

Tengo ganas de todo, y de nada a la vez. El resultado, es que pasa un día más, y todo queda igual, pendiente de resolver.

Prefiero hacerlo todo a la carrera, para no sentir dolor, para tener una excusa para no despedirme, soñar con lo que pudo ser, y para que sea demasiado tarde para todo.

Hay palabras...

Hay palabras, que son demasiado grandes para nuestras bocas...

Hijo de la sombra

Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada del sol adonde quieres,
con un sólido impulso, con una luz suprema,
cumbre de las montañas y los atardeceres.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.

La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.

El hijo está en la sombra: de la sombra ha surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.

Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.


sábado, 7 de mayo de 2005

Amistad

En el fondo, creo ser la persona más ingenua con la que te puedes encontrar en la vida. Pero no una ingenuidad sinónimo de ignorancia, sino de niño pequeño, que puede ver a su padre volar en el techo de su cuarto, y reírse, mientras este se muere de miedo.

Es una ingenuidad, que te hace plantearte todo, y no entender las cosas en su mayoría. Últimamente, preparando mi ida, me lo he planteado de una forma especial. Es ahora, cuando uno decide que llevarse o no, y sus relaciones con algunas personas.

Intentaba encontrar la formula o definición (quizás aquí comienza el error) que indica quien es un amigo o no. En un primer momento, fui al diccionario, y lo que este me dijo, pensé que era suficiente;

Amistad: Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.

Pero no, al momento caí en que yo sentía ese mismo sentimiento, por muchas personas, que incluso desconozco. Así que se me quedaba corta la definición.

Luego pensé que amistad, recordando esa frase del cantautor «Se recuerda con quien se ha llorado, pero no con quien se ha reído» podía ser eso. Pero yo no he compartido lágrimas, al menos no me he dado cuenta, con gente a la cual le tengo cariño y que mi vida sería muy diferente sin ellos.

También podía ser, alguien con quien compartes secretos, cosas personales que no le cuentas a nadie. Aquí dude, pues al fin al cabo, un sacerdote, no tiene por que ser tu amigo, ni un sicólogo. Pero la verdad, es que hablar libremente, une mucho a las personas, y el hecho de que alguien hable conmigo de esa forma, y comparta sus cosas personales, lo considero el mayor regalo que me pueden hacer. Pero seguía sin parecerme lo suficientemente claro.

¿Alguien con quien no podrías vivir sin su presencia? Definitivamente no. Los amigos, enriquecen tu vida, pero yo tengo amigos, que los considero como tales, y que no veo desde hace años, aunque de vez en cuando hablamos. Y son seres excepcionales con los que me gustaría compartir mi vida.

Y seguí así durante horas, y días, sin llegar a ningún sitio. Intenté otra cosa. Pensé en la gente que considero a mis amigos, y busque por esa vía, pensando en ellos, el concepto de amigos. Y me sorprendí, al ver que quizás, algunos no lo eran tanto, y otros, lo podrían ser más.

Luego ya ni hablar de saber lo que es una pareja, un novio o una novia. Aquí me dije: Sin lugar a dudas, tener una pareja, es alguien quien te atrae físicamente. Pero me di cuenta que era una tontería soberana lo que había dicho, y que no era cierto. Luego me dio risa, al recordar como hace unos días, en un reconocimiento médico completo, una doctora no solo me vio desnudo, sino que además examino concienzudamente todo mi cuerpo, y que obviamente, tampoco el desnudo, servía mucho para definir la cuestión.


Entonces, ¿qué es la amistad? Pues no lo se. Todas las definiciones que he encontrado, lo limitan, así que ni en broma, lo voy hacer yo ahora aquí. Pero si te diré, que yo tengo amigos, quizás no muchos, quizás muy pocos, poquísimos, pero cuando no están, me duele algo en mi interior, y con los que me gustaría compartir el resto de mi vida, y mis cosas con ellos.

Al pensar en eso, me di cuenta que también tengo gente a mi alrededor, con las que me gustaría que me unieran más lazos de amistad, y compartir y sentir por ella todo esto; pero quizás la amistad, es algo de dos vías, reciproco.

En el fondo, lo ves, algo tan sencillo, no lo entiendo. Ahora pienso, después de todo esto, que en verdad, yo me enamoro de la gente, pues la definición de amor, se ajusta más a lo que siento por ellos. Lo malo, es que hoy en día, enamorarse de más de uno, esta mal. Así que supongo, que tampoco será amor...


Pero yo, ingenuamente, les amo.

miércoles, 4 de mayo de 2005

Mortal; Herida

A veces, más que nunca, me siento mortal, pierdo todo rumbo, y me siento más humano que en ningún otro momento, y el dolor, el amor, y todos los sentimientos, se vuelven intensos hasta sentir su sabor en el paladar.

En ese momento te conviertes en vulnerable, y notas todas las heridas en tu piel. Sientes que en verdad, estás herido; herido gravemente. Te das cuenta, que no eres tan inmortal como pensabas, que el fondo, no eres tanto, que tienes penas, alegrías, circunstancias. El mundo se te detiene, y tomas conciencia, de lo que en verdad eres.

Más allá de la imagen romántica que se pueda tener de ese momento, es una situación brutal y lamentable. Imagina, te lo pido, esos cangrejos de playa, que caminan metidos en su concha. Imagina que de golpe, en un segundo, se la quitas, y queda totalmente indefenso ante el mundo. Su partes más delicadas, las más blandas, las más vulnerables, se exponen al sol, y el pobre cangrejo, siente lo indefenso que esta, que hasta el propio sol le hace daño.

Cuando pasa, también sufre la gente que esta a tu alrededor. Sin saber muy bien porque, se encuentran con alguien así, que hasta a perdido su propia identidad. Te encuentras con un desecho de persona, que sólo habla desde la locura, la estupidez, y la fe. Vendiendo la lógica a muy bajo precio, desde sus primeras palabras.

No sientas pena por alguien, o mejor dicho, algo así. Ha dejado de ser hombre, como tú o como yo, para convertirse en el reflejo de otra cosa. Ha dejado de ser inmortal, como cuando nos vemos, y hablamos al encontrarnos de las cosas que importan de verdad, lo que nos pasa cada día, o lo que haremos. Ya no es inmortal, como lo son esas personas que habitan las calles, las escuelas, las tiendas, que nos encontramos cuando salimos, de aquí para allá, cada uno, con su eterna vida, sin plantearnos en ningún sólo momento la mortalidad de las almas.

No, no es inmortal, como todos nosotros lo somos. Eternos siempre vivos. La muerte, la mortalidad, no existe en nuestras vidas. Sólo en breves instantes, cuando las vemos en otros. Y rápidamente, quizás como autodefensa, desaparece de nuestra mente, eternamente para siempre.

Mortal... hoy tengo un ataque de mortal.


martes, 3 de mayo de 2005

Cambio de rumbo

Se aproxima un cambio de rumbo en toda regla. Como te conté hace unos días, lo que se había sido una idea en el aire, se ha tornado real, y dentro de apenas dos semanas, cambio de trabajo, lugar y circunstancias.

No conozco a nadie de hacia donde voy, y tampoco lo que me espera de partir de ahora. Tampoco tengo planes de que hacer en el futuro. Voy sin ninguna dirección en concreto, quizás me dejaré llevar por la marea al principio, y cuando vea lo fuerte que este el mar, y hacia donde soplen los vientos, miraré el horizonte, y elegiré puerto. He fracasado ya cientos de veces, como para preocuparme de ello.

Aún así me inquieta lo que pueda pasar. Temo no saber relacionarme, comportarme como lo que no quiero ser. Aislarme como siempre he hecho. Nuevo sitio, nueva oportunidad, y en ello me agarro fuertemente, pero parte de mi entra en miedo, y me turba la sola mera idea, de volver a caer, a naufragar.

Otra parte de mi, tiene esperanza, mucha. La parte ingenua, claro esta. Ahora tendré una nueva oportunidad de conocer a gente, hacer amistades, pasar buenos ratos, fusionarme. Nueva vida. Entre los proyectos primeros, comprarme una nueva cámara de fotos, y una bicicleta. Bueno, ya veré. En el fondo me da miedo asomarme rápidamente, para no marearme, o encontrarme un abismo y caer.

Con esta rápida ida, dejo bastantes cosas mal cerradas. No me importa, es mi quema de naves particular, el precio que pago para la nueva etapa. Incluso estoy pensando en cambiar de móvil, y romper con todo. No lo se. No creo que en verdad, le importe a nadie.

¿Qué será de mi? No tengo ni idea. No se lo que haré dentro de 5 meses. Apenas se donde estaré, a miles de kilómetros de mi familia, pero nada más. Quizás te lo pueda contar, y tú seas lo único que me lleve conmigo, o quizás, seguramente, no.

Lo que si es seguro, que ya nada volverá a ser como antes, nunca nada vuelve a serlo.

domingo, 1 de mayo de 2005

Día de la madre

Hoy se celebra el día de la madre, algo triste, cuando este sentimiento se encierra en sólo una fecha. Ahora podría escribir mil y una líneas, hablando de mi madre, y de lo que es para mi, ¿Pero sabes una cosa? No lo voy hacer, no creo estar a la altura, de traducir esos sentimientos a letras, y temo, que sean esas propias letras, las que limiten mi amor hacia ella.

Así que busca en tu interior ese sentimiento, te dejo ese importante cargo.



Mi ma

A todas las madres, y futuras madres.
O mejor dicho, al sentimiento que representa una madre.


sábado, 30 de abril de 2005

Tanto que aprender

Me queda tanto por aprender en esta vida, que el sólo hecho de pensarlo, me hace sentir que en el fondo, no se nada. Tengo que aprender, a escuchar a la gente, a quedarme con sus nombres, a hablar con ellos.

Todavía tengo que aprender a trasmitir mis sentimientos de una forma clara, de saber distinguir, entre el bien y el mal, entre lo correcto, e incorrecto. Saber decir basta, o pedir más. Saber ofrecer, y negar.

Todavía me queda por aprender, a mirar a los ojos. A no esquivar la mirada. A saber sonreír. Todavía me queda, saber saludar a la gente, si darle un beso en la mejilla, si dos, sí tiene que ser mejilla con mejilla, y el sonido vacío de los labios. Si tengo que darle la mano, o chocarla. Si mostrar mi puño, o darle una palmada. Todavía tengo que aprender, a dar un fuerte abrazo, y a recibirlo.

He de aprender a callar, a contemplar el silencio, a detenerme, a caminar más lento. He de mirar más los tiempos, buscar mi libertad, y respetar la de los demás. Decir con entusiasmo lo que creo, y escuchar con mayor aún, lo que creen los demás. Defender mi postura e ideas, y aprender de las de los demás.

Todavía me queda que aprender, bastantes platos de cocina. Organizar una fiesta, elegir buena música de ambiente, poder encontrar las ocasiones para cada cosa.

He de conseguir distinguir entre lo correcto y lo no debido. Entre lo que se supone que se debe de hacer, y lo que no. De lo que es hipocresía, y lo que es verdad.

He de conseguir, trasmitir mis sentimientos, y que no me vean como alguien reservado, cuando mi corazón necesita de los demás, y estos no se dan cuenta de ello.

Todavía tengo que aprender a besar. Y a volar, y a aterrizar cuando es necesario. Y doblar las rodillas en las caídas, para no hacerme tanto daño.

He de aprenderme, varias letras de canciones, para cantarlas en la ducha, o con el brisa en la cara. Algo de baile, me vendría también fenomenal. Y aprender a tener paciencia y fuerza de voluntad, también también.

Y al final, se limita a eso, a aprender a ser yo mismo, aprender de los demás, aprender a estar con ellos, y aprender a aprender.

Tanto que aprender, que en el fondo, no se nada.

jueves, 28 de abril de 2005

Y se fue, como vino

Apenas fueron unos pocos días, en los cuales sólo la he podido ver dos tardes. Intenté el primero enseñarles, a ella y a su novio, la ciudad, al menos la única ciudad que yo conozco, la de la historia, la de los edificios viejos y polvorientos, la de las calles vacías, y la de la heladería de toda la vida.

Apenas fueron dos tardes, que en el fondo, fueron menos que eso. Hubiera deseado que hubiera sido más tiempo, para detenernos, y asimilar todo lo posible la realidad... y su presencia.

Ahora, después de que se haya ido, me pongo pensar, y me arrepiento de no haber hecho varias cosas. Me hubiera gustado tocarla más, cogerla de la mano, apretársela, darme cuenta, que la tenía delante mía, que era real.

Hubiese querido, abrazarla, fuertemente, con todas mis ganas, intentando estrujarla, para sacar todo de ella, y hacerlo mío durante segundos, provocar el vacío entre los dos, eliminando hasta el aire.

Me hubiese gustado tocarle el pelo, aprender su olor, identificarla con los ojos cerrados. Me hubiera gustado también aprenderme todos sus movimientos, su forma de mirar, con ojos cristalinos de niña y su eterna sonrisa

Hubiera querido hacer tantas cosas... y ahora, después de que se haya ido, me pongo a pensar, que hice tan pocas. Quizás porque no me atreví, quizás porque sencillamente, no debía, a lo mejor soy un cobarde, o un iluso, o todo a la vez.

Las cosas son como son, ¿no? Y posiblemente esto no debiera de ser escrito, ni pensado, pero es cierto. A lo mejor, no son sentimientos o forma de actuar, de un chico ante una amiga, y más, si esta tiene pareja. Puede que tengas razón, sin embargo, no hay maldad en mis palabras, se que existen normas, pero yo no las entiendo. Ni su lógica, ni su aplicación. ¿He hecho mal? Seguro, pero no se cuando, sí al no haber hecho nada, o al haberlo escrito, o sencillamente pensado.

A veces, te lo he dicho siempre, confundo la realidad, con la ficción, los molinos, con los gigantes, los gigantes, con los molinos. Ahora quizás sea una de esas ocasiones. No lo se. Puede que una vez más, tengas razón, y todo sea ficción, pero créeme si te digo, que lo que ahora siento, ese punzón, es real. Tan real, como que tu estás ahí delante.

Definiendo Catarsis

(Del griego, purga, purificación)
Diccionario de la Real Academia de la Lengua:

1. Entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza.
2. Efecto purificador y liberador que causa la tragedia en los espectadores suscitando la compasión, el horror y otras emociones.
3. Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda.

Otras fuentes:

1. Purificación de las pasiones por medio del goce de obras estéticas
2. Liberación, a través de la palabra, de las ideas relegadas al inconsciente por un mecanismo de defensa.
3. Efecto liberador que provoca en el espectador o el lector la recepción de la obra dramática o literaria. / Uno de los elementos fundamentales del teatro griego.

La Medusa, de Caravaggio

miércoles, 27 de abril de 2005

Encontrando tesoros

Internet, es algo diferente, en el fondo, no es un mundo real, aquí las cosas, son distintas a lo que vemos cada día en la calle.

Quizás porque aquí uno es libre de ser como quiera ser, de mostrarse, comportarse o decir libremente, sin ataduras, te encuentras cosas que te sorprenden.

Puedes encontrarte miradas de otras personas, que te muestran lo que nunca antes habían mostrado a nadie, o te cuentan el sueño que tuvieron anoche, que de otra forma se perdería. Hay quien comparte sus temores, mientras su nostalgia se mezcla con las lágrimas.

Los hay, quien te narra un cuento, que olvidan que una vez traicionamos al niño que llevamos dentro, y desde esa ingenuidad, nos hablan, nos muestran, nos redescubren, como es el mundo. También hay quien llora contigo, y no duda en abrirse su corazón para que veas lo que siente de verdad, sin intermediarios.

También encuentras gente desconocida, que te invita a pasar a su vida, y te cuenta lo que le esta pasando, cosas, que no ha contado a nadie más, y te habla de lo mal que lo esta, o la sonrisa que le robaron sin darse cuenta, o lo que le ilumina sus días.

Luego hay quien te presta sus ojos, y con ellos miras de una forma diferente, y te percatas de cosas en las que nunca te habías detenido antes.

Los que hay que no dudan ni un segundo, en ayudarte en lo que sea, que se preocupan de gente anónima de las que nunca sabrán nada, que crean una herramienta, y la regalan sin nada a cambio, o colaboran en proyectos sin ningún beneficio aparente, pero que ayudan a seguir evolucionando como personas.

Es algo mágico, y parece imposible, pero sucede. Es algo extraño, esto que encuentras. En el mundo real, todo esto es impensable, pero aquí, sucede constantemente. Por eso estas cosas que pasan cada segundo, hacen que recupere la fe en las personas, que las quiera más, y que quepa en mi, la esperanza de ver lo mejor de ellas.

Eso tiene la red, te hace encontrar los tesoros que escondemos en nuestro interior, y que nos negamos a enseñar al resto del mundo. Esa es una de las pocas lecciones que he aprendido en mi vida, que en el fondo de nosotros mismos, de todos nosotros, se encuentran tesoros de incalculable valor, y si los viéramos, si nos diéramos cuenta de ellos, toda esa magia, invadiría nuestras vidas, y los sueños, se cumplirían despiertos. Por ello, de alguna forma todo esto me hace sentirme un hombre rico.

Hablo de una utopía, lo se, pero no me doy cuenta de ello. Parece tan fácil, pero en el fondo, es imposible, y no entiendo bien el porque.



«Aquí llega mi turno, la cadena de manos enlazadas se aproxima, y siento que alguien me coge fuerte. Me agarro enérgicamente, e intento no caer. A su vez, siento que otros se agarran a mí, y me convierto en un eslabón más de la cadena mágica...»

lunes, 25 de abril de 2005

Quiero mezclarme

Quiero mezclarme, lo necesito...
Pero no puedo...
No tengo...
Quiero...
Lo...
...


Mezcla

domingo, 24 de abril de 2005

Volver a presentarnos

Es sábado, bueno, más bien, son los últimos minutos del sábado. Dentro de unas horas, veré en persona a una chica, que tarde o temprano leerá esto, la cual conozco desde hace ya, creo yo, más de dos años, o incluso más, o puede que hasta menos, pero sin lugar a dudas, muy intensos.

Hasta hace unas semanas, sólo la conocía a través de letras en la pantalla, vivimos con una gran distancia en medio, y hemos tenido, mil y una conversaciones, de los temas más dispares, y a la vez, más personales, y siempre, con total libertad, sin callarnos nada. Luego por azar, empezamos hablando, esta vez, ya de viva voz, hasta el punto, de pasarnos horas sin decirnos nada en especial, pero disfrutando de igual manera. Incluso, creo que si un día, no intercambiamos aunque sea un saludo, siempre a través de la red, algo falta.

Pero no malinterpretes mis líneas, la verdad, es que creo que no nos parecemos absolutamente en nada, lo que nos rodea, nuestras circunstancias, no tienen nada que ver, supongo que sí ella va de blanco, yo iré de negro, o si va a la izquierda, yo a la derecha, o si pone de fondo algo heavy, yo pondré algo de clásica.

Alguien de afuera, no lo entendería, diría, que no es normal, que tarde o temprano, cada uno ira por su lado, pues al fin al cabo, no hay cosas en común. Pues no imaginas cuan equivocado estaría. Siempre, tenemos de que hablar, que compartir, que contarnos. Enseñarle esa foto, lo último que le ha pasado ella con tal amiga, si va a ir al médico, aquel cabreo que tuvo, o ese sueño que queda por cumplir.

¡Ay, dulce princesa descalza! Dentro de nada, nos veremos ¿qué pasará? ¿nos llegaremos a reconocer a nosotros mismos? Seguro que parásemos todo el rato hablando ¿pero me atreveré a mirarte a los ojos más de tres segundos? Podríamos rememorar aquella película, y decir, que siempre nos quedará París, o en este caso, la red. No lo se. Sin lugar a dudas, será diferente. Yo al menos, estaré nervioso, pero sin embargo, ilusionado, para volver a hablar por primera vez, volver a presentarme, como si nunca hubiéramos hablado, a una gran amiga.

Seguro que lo conseguimos, no me negarás, que hemos cogido una carrerilla impresionante, y que a fin de cuentas, depende de nosotros, y de la paciencia que siempre has tenido conmigo, para seguir siendo tan buenos amigos.

¿Sabes cuanto te quiero? Y que tengas novio, que lastima. No en serio, te aprecio mucho, que demonios, te quiero mucho, y me llena de alegría, decir a todo el mundo, que eres, amiga mía.

Hasta ahora, dentro de nada.

sábado, 23 de abril de 2005

Redescubrise

En ocasiones, hacen falta toques de atención, para caer en la cuenta de algo, a veces, es una caída, lo que nos hace tomar conciencia, y en otras, una agradable conversación.

Esta vez, fue una de esas conversaciones, lo que me hizo plantear varias cosas, que de un tiempo a esta parte, habían justificado parte de mi forma de actuar. Yo mantenía, que hay cosas, estas, que han sido escritas, o hechas, pero que nunca deberían de ser leídas o vistas. Lo usaba como frase estrella, para entenderme a mi mismo, y excusarme, y no enseñar mis cosas, estas cartas, o fotos o ideas personales ante los demás. Pensaba que yo podría estar preparado para ser totalmente libre, y soltar algo poco convencional, como un pensamiento puro y sincero, o de alguna forma, ser yo mismo sin caerme; pensaba que podría hacerlo, que era libre, pero que los demás, me convencí a mi mismo, no estarían preparados para recibir tal disparo a bocajarro.

Pero en el fondo, tras pensarlo mucho, me he dado cuenta, que todo era fachada, que exculpaba mi negativa en ellos, y eso, no era ser sincero. Metía a todos los demás, en el mismo saco, sin darle oportunidad de ser ellos mismos. Ahora que lo pienso, para ellos, yo seré igual, me «generalizarán» y pensarán que soy igual que todo el mundo. Yo lo hago con ellos, y así, nunca salimos del círculo vicioso.

Por eso mismo, me propongo ahora mismo, ver a los demás, como quiero que me vean. No prejuzgar nada, no suponer el que pensarán, mostrarme, abrirme, como me gustarían que se mostrasen. Alguien tiene que dar el paso, y no me importa ser yo.

Es muy posible que no sea una buena opción, pero me permitiré ese capricho. Es lo justo, si quiero ser como soy, mostrarme ante los demás así, y pedir que no me juzguen con las reglas establecidas, yo no puedo juzgarles a ellos con esas mismas reglas. Cometería un pecado aún mayor, pues enarbolaría una bandera, y me comportaría de la forma contra la que pretendo luchar.

Por eso a veces, es bueno salir un poco de estas cartas, de uno mismo, y levantar un poco la cabeza, abrir los oídos, y estar preparados para cambiar, para redescubrirnos, para replantearnos nuestras ideas, y de esa forma, redescubrir al otro, y a nosotros mismos.

Un abrazo.

viernes, 22 de abril de 2005

¡Oh Capitán, mi capitán!

¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, nuestro terrible viaje ha terminado,
el barco ha sobrevivido a todos los escollos,
hemos ganado el premio que anhelábamos,
el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado,
mientras sus ojos siguen firme la quilla, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡oh corazón!, ¡corazón!, ¡corazón!
¡oh rojas gotas que caen,
allí donde mi capitán yace, frío y muerto!

¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, levántate y escucha las campanas,
levántate, por ti se ha izado la bandera, por ti vibra el clarín,
para ti ramilletes y guirnaldas con cintas,
para ti multitudes en las playas,
por ti clama la muchedumbre, a ti se vuelven los rostros ansiosos:
¡Ven, capitán! ¡Querido padre!
¡Que mi brazo pase por debajo de tu cabeza!
Debe ser un sueño que yazcas sobre el puente,
derribado, frío y muerto.

Mi capitán no contesta, sus labios están pálidos y no se mueven,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
la nave, sana y salva, ha anclado, su viaje ha concluido,
de vuelta de su espantoso viaje, la victoriosa nave entra en el puerto.
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad campanas!
Mas yo, con tristes pasos,
recorro el puente donde mi capitán yace,
frío y muerto.

jueves, 21 de abril de 2005

Alguien que te pare los pies

Constantemente se me ocurren cientos de ideas, pensamientos y objetivos, cada vez más complicados y fuera de sí. La mayor parte de ellos, carecen de lógica, y lo que para mi, es una buena idea, y practicable, en verdad, no lo es tanto.

Admito, que muchas de ellas, se fundamentan, para hacerlas realidad, que me toque la lotería, detalle en la que nunca caigo, y no me sirve para centrarme y diferenciar, lo irreal a lo palpable. Puede parecer que es una virtud, la de tener dicha imaginación, pero más bien, se traduce en desgracia, pues como quijote, veo gigantes, donde molinos, y molinos, donde gigantes.

Por eso mismo, cuando tengo la oportunidad, hablo con la gente que me rodea, para saber su opinión. No suele escuchar mucho la gente, pero cuando lo hace, me ayudan a saber si tiene lógica lo que pienso. A veces, te paran los pies al momento, al explicarte que eso no puede ser posible, otras, te dicen de una forma parsimoniosa, sin fuerzas, que adelante, y en menos ocasiones todavía, te animan a seguir.


Alto


Supongo que a veces, tienes que olvidarte un poco de esas reglas, vivir aparte, y creer en tu proyecto, aunque seas el único que lo vea así. Puede que te caigas, es cierto, pero habrá valido la pena. Cada vez, me preocupa más, el crecimiento personal, que el laboral, o económico. Lo dejamos de lado, dejándonos llevar por los demás, siendo ellos mismos los que dirijan nuestro rumbo.

Hace unos días, tome una decisión, y la compartí con algunas personas. Lo hice, para hallar la fuerza que necesitaba, de sus palabras y reacciones. Dependiendo de ello, seguiría adelante. Y así ha sido. Al ver que no se lo cuestionaban tanto, y no me miraban con ojos extraños, he decidido seguir adelante con la decisión.

De aquí, a unos días, dos semanas, mi vida dará un vuelco de 360 grados. Y esta vez, me han dado luz verde.

lunes, 11 de abril de 2005

Día de playa

En lo que llevamos de año, esta es mi segunda vez que voy. De pequeño iba con mi madre, pero dejamos de ir, y bueno, estuve al menos 10 años sin volver.

El año pasado, decidí dar el paso, y apenas fui en tres ocasiones, pero este año, he empezado desde el principio. Voy sólo, porque es la mejor forma para desconectar de todo, tumbado, escuchando el mar, la música bien baja, el sol, el agua...

Lo necesitaba, lo necesito, tranquilidad absoluta. Por ello sólo, merece el transporte de hora y media, y media hora caminando. Y luego la vuelta.

Algún día te invitaré, y verás por ti misma lo que digo. Mientras tanto aquí tienes una foto de donde me coloco siempre, así si te animas a ir, puede que me veas allí


Mi escondite de arena


Un abrazote

viernes, 8 de abril de 2005

Carta a un viejo camarada

Un gran hola antes que nada.

Pues sí que ha pasado tiempo desde la última vez. Y han sido varias las ocasiones en las que he empezado una carta, pero en ninguna de ellas he llegado a terminar.

¿Por donde empezar? Quizás lo más adecuado sería hacer un poco de historia, desde aquella vez en Aranjuez, una noche de hace ya bastante tiempo, hasta hoy.

Al regresar a la casa de mis padres, nunca volverá a ser mi casa, me preparé para acceder a un módulo de grado superior, que en nuestras últimas conversaciones le dije. Era de informática. Pero lo único que llegué a aprender, es que no me gustaba para nada la informática. Pero tiene su explicación. A mi me gustaba, me gusta como usuario, como algo práctico, y lo que allí enseñaban, estaba muerto, y de poco servía. Con esta excusa, fui poco a poco dejándolo, y más, cuando me surgió un trabajo en una federación de empresas, en su departamento de Formación, o sea, administrativo, con muchos papeles, y trato al público.

Allí estuve varios meses, de los cuales me entregue al máximo, pues en el fondo, disfrutaba con el trabajo. Luego finalizo el proyecto en el que estaba trabajando, y con él mi contrato, aun con promesas de que volverían a contar conmigo. Eso fue en un agosto, año pasado, y hasta el mes de marzo de este año he estado en paro. Ahora estoy en media jornada, en una empresa yo sólo, pues es de recién creación, y esta mi jefe, con el cual tengo una gran confianza, y yo, y como él esta siempre en la calle, termino estando yo sólo en una oficina sin ventana, conectado todo el tiempo en internete. Aburrido, pero ya la vida me ha enseñado que hay cosas peores. Y decisiones aun más malas.

Mientras tanto, retomé mis estudios de cou, el actual bachillerato, y lo estoy sacando por las tardes. Bueno, tampoco es muy cierto eso, en verdad, desde que encontré este trabajo, lo deje un poco de lado, pero recientemente (vamos, hoy) me he animado, después de una racha de poca autoestima, y me he puesto las pilas, e intentaré levantar la situación.

Esa es esa cuestión, el estado de ánimo. Cuando regrese de Villatobas, el alma se me callo a mis pies. Inevitablemente, fue un error dejar el ejército, pero en fin, nada podemos hacer para volver atrás, así que hay que aprender a vivir con ello. Muchas veces regresan en mí los recuerdos de aquellos días, aquellas noches de guardia, mi boina, mi eterno antifragmentos, por dios, que recuerdos. Aquello sí que era divertido, lo digo sin tapujos. Hecho de menos todo aquello, y se que ya sería imposible volver a ellos. Pero también se, que con la distancia, las cosas cambian, y lo que nos pareció duro, con el tiempo lo olvidamos, y sólo recordamos los buenos momentos. ¿O es que acaso se ha olvidado de aquellas campanadas de fin de año en el extintor de Control?

De vez en cuando, pienso en regresar, pero esta vez lo haría diferente, ahora al menos, lo pienso así. Quizás solicitaría un puesto en Madrid, conocido de antemano, en alguna oficina, quizás alguna especialidad de topografía, o cualquier otra de no dar ni chapa, una de 9 a 15 de la tarde, y olvidarme el resto del día. Supongo que ya no tendría sentido meterme en nada operativo, pues de nada para mi futuro me serviría, y sería un error, pues en ello, no podría recuperar nada de lo perdido.

Pero no se preocupe, esto es por rachas, hay momentos en que visito la pagina del ejercito, mirando las plazas, y lo pienso detenidamente, pero luego lo dejo, y así continuamente. Se que para mi, no sería una solución el volver a ingresar, que la solución, al fin al cabo, esta dentro de nosotros, y yo todavía no la he sabido encontrar, y hasta que no lo haga, seguiré siendo un errante, aunque seguramente, eso es lo que seamos, mi primero, caballeros errantes, de tristes figuras.

Mis tiempos libres, que intento que sean los menos posibles, los dedico a ver alguna película bajada en el trabajo (le recomiendo millon dólar baby, que sin ya la habrá visto), también le he dado recientemente un empujón a la fotografía. Ya en el cuartel le di un poco al tema, y ahora recientemente, me he puesto un poco más serio con ello. Luego está la lectura de algún libro, que nunca llego a terminar, poco más. Estoy sacándome el carné de conducir, del cual ya he suspendido el práctico cuatro veces, así que no sólo me esta saliendo literalmente muy caro, sino que lo tengo atravesado. Luego tengo una especie de diario, o de cartas, que de vez en cuando escribo, como reflexiones, y que sinceramente, me ayudan a pensar en el cada día, tranquilamente, y hacen que me encuentre mejor.

Por lo demás, sigo igual, pecando en las mismas cosas, y tropezando en las mismas piedras. Me gustaría pensar, que sigo siendo el mismo de aquellos días, pero no sería cierto. Allí, en aquel nuestro Eva, nuestra diminuta base aérea, inexistente para todo el mundo menos para nosotros, era yo, [...], aquí en cambio, sólo soy los restos de aquello. De vez en cuando, sale algún brote, algún gesto, pero pronto se vuelve gris, y muere.

Supongo que estoy bien. He pasado días muy duros aquí, que no me permitían levantar cabeza, pero ahora uno se ha acostumbrado, y en algún sentido extraño, la suerte le sonríe. Tengo trabajo, y eso me permite pagar mis deudas, que cada vez son menos, hasta que surjan otras. ¿Mi futuro? Lo desconozco, no se que haré dentro de cuatro meses. Es posible que ya no sigua con mi actual trabajo, y me vuelva a plantear muy seriamente, regresar a la milicia (ese termino ya no existe, ya no es milicia) pero no como soldado, no lleno de orgullo al vestir el uniforme, sino como funcionario gris en una oficina. Los tiempos de ideales ya han pasado, anacrónicos. Al final, fueron los otros quienes ganaron la partida, así que a mi me toco esto.

En cambio, se que usted, mi eterno mi primero, si que le ha cambiado la vida, al menos lo poco, muy poco, que ha llegado hasta aquí. ¿Sigue pensando en el Cotton club? En fin, espero que me de noticias suyas de estos últimos cambios, y como le va.

Releyendo las líneas, me doy cuenta que ha quedado un poco pesimista. Sería incierto, más bien, nostálgico, melancólico. Pero nada más. Quizás fuese por que la mayor parte de ella, fue escrita por la noche, y ya se sabe, que a esas horas, el alma se sincera, y el cansancio aumenta.

Espero que todo le vaya bien, mi primero, y espero recibir noticias suyas muy pronto.

Un fuerte abrazo, [...]

miércoles, 6 de abril de 2005

Máldito práctico

Otra vez, y con esta ya van 4. He vuelto a suspender el práctico del carné de conducir. Algo habré hecho en mi anterior vida muy mal.


Tráfico


Después de unos días, en los que mi ánimo estaba levantando, viene este bandazo, y todo se cae. Bueno, hoy me he levantado mejor, así que gracias a dios, ha sido pasajero. Ahora tendré que volver hacer las prácticas por ley, 12 de 20 euros cada una, pagar 140 euros de tasas, y esperar un mes para presentarme. No hay nada como vivir en un país democrático, y gastar todo mi dinero para una simple licencia, y olvidarme de todo lo aprendido (y causas de los suspendidos) a la semana de coger el coche). Chapo para los examinadores.

Tendré que armarme de paciencia, y el proyecto de coger un coche, e irme hacia una playa desierta, para acampar durante tres días, tendrá que esperar.

lunes, 4 de abril de 2005

Mis manías

Lo admito, tengo mis manías, o mis peculiaridades más bien. Pero es que en el fondo, me siento orgulloso de ellas. Hace poco, viendo una película, decían que admiramos las virtudes, y nos enamoramos de los defectos. Yo no diré eso, pero si, que me encantan esos detalles, costumbres, que hacen a cada cual, un ser único y especial.

Por eso, aquí va una breve lista, de alguna de las mías;

· El reloj, en la mano derecha
· Mientras otros piden café, yo pido un colacao
· De vez en cuando, leo poemas en voz alta
· Voy en ocasiones, a la playa nudista, pero mejor sólo
· Empiezo mil libros, y acabo casi ninguno
· Me encanta caminar descalzo, lo necesito, como si de esa forma, conectará con el mundo
· Me gustan los trajes y corbatas
· Cuando paso por una carnicería o pescadería me santiguo
· Me gusta estar en oscuridad, y lo que me chifla, es ducharme totalmente a oscuras, guiándome solo con el tacto.
· No como ni carne ni pescado cuando lo parece, es decir, me encanta las croquetas, pero odio el filete.
· Uso desde hace años, la misma toalla rota, que mi madre se empeña en tirar, y yo me niego.
· Puedo pasar hasta días, sin comer, con hambre, pero sin comer.
· Soy tan paranoico, que en mi móvil tengo muchos nombres, en clave
· Me llama mucho la atención, todo tipo de desnudos.
· En mi casa hay 5 tipos de tenedor, yo sólo uso uno. No me gustan los demás.
· Suelo tomar más leche que agua.
· Al servicio, cuando esta limpio, me pongo de rodillas en vez de en pie
· Tengo una maleta negra, con la cremallera rota, que algún día arreglaré.
· Puedo coger un 1039% de confianza con alguien al momento, o negársela desde antes de conocerla. Aleatorio.
· Nunca voy en camiseta, y en cambio, cuando llevo algún polo o camisa, suelo tener una de ellas debajo.


Bueno, estas son la singularidades ni positivas ni negativas, porque negativas...



Ya me acordaré de más

domingo, 3 de abril de 2005

jueves, 31 de marzo de 2005

Toda la piel

Cada cierto tiempo necesito sentir el aire, el frío, en toda mi piel, sin ninguna atadura, sin nada que me presione, notando como esta se tersa, y se convierte en piel de gallina y el pelo se eriza. Me estiro completamente, y cada trozo de mi cuerpo, recupera sensibilidad y vida propia.

Estoy sin nada, sin ropa, sin reloj, sin gafas, sólo soy yo, lo que siempre ha estado, desde el principio. Mientras, todo queda a un lado, el mundo allí, yo aquí. Es en esos momentos, es cuando cierro los ojos, y me pongo a escuchar.

Noto como el frío hace que sienta toda mi piel. Es ahí, cuando tomo conciencia de lo que soy, de mi cuerpo, de mi mismo, todo se detiene.

Piel
Frio, fuego
Brisa

Piel

Aire

Piel

Respiro

Piel

Todo

Nada

miércoles, 30 de marzo de 2005

De ti y darte de mí

Estoy cansado de la vida superficial, las relaciones superficiales, las cosas superficiales. Nos encontramos en un mundo, donde sólo rige lo políticamente correcto, donde llevar una voz individual, es perseguido. Ya no podemos ser diferentes, todos tenemos que ser iguales. Nadie entiende las normas, nadie las comparte, pero todos debemos cumplirlas, y hacerlas cumplir.

No hay cabida a la sinceridad, cuando nos relacionamos. Sí queremos decir, hacer o enseñar algo, tenemos que detenernos, y pensar si es correcto o no. Aunque sintamos el deseo más fuerte y honesto que exista, hemos de mordernos la lengua, y reprimirnos.

Es lo que me está pasando desde hace un tiempo. Quiero ponerme en la mitad de la sala, y gritar. Pero no puedo ¿verdad? Quiero acercarme a cualquiera y darle un beso en los labios, pero no, no puedo. Quiero ir a una desconocida e invitarle a tomar un café, mientras le cuento mi vida, y espero que ella me cuente la suya. Quiero confesar un secreto, pero es imposible. Quiero decir Te amo. Quiero ir a la orilla, y tirar piedras al mar. Quiero desprenderme de todo, de todo, sin ocultar nada, mostrando todo lo que pueda. Deseo enviar un ramo de flores en cualquier fecha a la persona que quiera, sin arrepentirme de ello, o temer el que pensará, o pensarán los de su alrededor, o el mio. Quiero preguntar por tus cosas más personales, saber todo del ti, de él, de ellos, de ellas, pero de sus propias bocas. Vivir en una constante orgía de sentimientos y sinceridad, donde hablemos de todo, como si de antemano ya lo supiéramos, sin escandalizarnos. Sin quedarnos ocultando algo. Todo a bocajarro.

Ya no quiero relaciones a medias tintas. Vacías, sin contenido. Estoy harto de callarme las cosas, porque se que no debo de decirlas. Estoy harto de no decir lo que siento, por miedo. A soportar incomodidades, sin sentido. No. No lo quiero soportar más. Relaciones hipócritas se pueden conseguir a cientos. Amistad, sin impurezas, es más difícil, un imposible casi siempre.

Contigo, con estas cartas que te envío, he aprendido a eso. A ver lo que es importante, por lo que vale la pena luchar. Y que sin darme cuenta, siempre he buscado, siempre he necesitado, pero no había encontrado. No calles. No temas enseñarme nada, quiero saber todo de ti, no pienses que yo reaccionaré mal, no. Lo quiero hacer así. Lo contrario no sería verdad, y tú, te mereces que sea todo lo sincero que mis fuerzas lo permitan. Nosotros nos merecemos ser sinceros. Y puede que la verdad duela, pero será porque es real, y las cosas reales provocan sentimientos reales. Y ya estoy cansado, de las realidades falsas.

Quiero de ti, y darte de mí.

Con mis fotos

Llevo varios días sin escribirte, pues he estado enfrascado en uno de tantos proyectos personales, el de mis fotos. He querido, tu me has ayudado estando ahí, haciéndome reflexionar, a animándome con tus ojos, publicarlas en otra página, pues hay algunas muy personales, pero quería enseñárselas al mundo entero.

He querido con ello, dar un paso adelante hacia la libertad, hacia la individualidad, la pura sinceridad, el puro sentimiento.

Son mis fotos, la instantánea de mis retinas. Sin capas. Desde un desnudo mío, hasta la foto de un bebe. Cosas, que necesito mostrar. Y ello me hace sentir libre.

He cambiado, de alguna forma, me has hecho cambiar. Gracias a ti, creo un poco más en mí. Me has hecho dar pasos hacia delante, sin miedo, con orgullo, descargarme de prejuicios, y bañarme en sinceridad, en libertad. Y no me arrepiento. Siento que he quemado las naves, para no volver. Con ello he descubierto cosas, por ejemplo, mi relación con otras personas, lo que encuentro en ellos, y lo que intento buscar.

Me siento gallardamente orgulloso de ello.

domingo, 27 de marzo de 2005

Citando a eterna Galatea

Cuando dudes... Pregúntame.
Preguntame
Pregúntame, cuando no alcancen las palabras, o los fantasmas de un pasado tengan ocupada tu almohada. Cuando creas que me olvidé de la fantasía y de los gestos. Cuando te sorprendas porque no te llamé, ni te cogí el teléfono.

Pregúntame cuando la única melodía que suene sea el silencio. Y cuando nuestra canción suene en un supermercado, haciéndote recordar que el pasillo de los chocolates era mi preferido, y cuando no puedas entender el empeño que pusimos en perdernos el uno al otro.

Pregúntame, por favor, si me pasa lo mismo, si te sigo echando de menos, o si me encuentro perdida en mi mundo. Pregúntame si te busco en cada persona que me cruzo por la calle, o en cada llamada que recibo o en cada carta que habita el buzón. Si sería capaz de volver a empezar.

Pregúntame si sigo pensando que podemos seguir inventando un mapa cada día, y perdernos en un mañana. Si queda algo de nosotros que se pueda rescatar de las ruinas de nuestro jardín, y me permita seguir soñando. Pregúntame donde mantengo nuestras risas, nuestros besos y abrazos, y nuestras batallas sin final.

Pregúntame cuando dudes, cuando estés preocupado, cuando te lances al vacío, cuando no quieras saber nada de mí, o cuando lo necesites. Tan sólo pregúntame cuando necesites escuchar una sencilla respuesta.

Por Galatea;
gracias por permitirme,
hacerlo de alguna forma mío

miércoles, 23 de marzo de 2005

La frontera física

Creo que muchas veces, el conocer a alguien en carne y hueso, nos limita un montón. Siempre me ha gustado esa frase, «lo que se conoce, se limita», y pienso que es cierto.

Cuando hablas con alguien por Internet, y que estás seguro que está lejos de ti, a demasiada distancia, que no existe la posibilidad de veros físicamente, eres más libre para hablar, y contarle cualquier cosa, que de otra forma, no te atreverías.

Eso me pasa por ejemplo, con las cartas. Aquí me atrevo a escribirte de cualquier cosa, sin miedo, sin ataduras que me limiten, sin pensar en que dirán, o si es correcto o no dependiendo de lo que me rodea. No. Aquí no. Escribo lo más puro de mi, lo más yo mismo, y sobre lo que quiero. En cambio, nunca he hablado de esto con alguien en persona, quizás porque al fin al cabo, a nadie le interesa, o sencillamente, no la encontrado, o no hemos sabido abrirnos de esta forma. Es más, dudo que yo sepa hablarte como lo hago aquí.

Yo por la red, tengo amistades que nunca he visto, y que valoro en profundidad. Son unas pocas, pero importantes para mi, a las cuales rápidamente hecho de menos. Hay una, a la cual, posiblemente nunca veré. Y quizás, por eso mismo, soy totalmente sincero cuando hablo. Confieso mis temores, mis dudas de cualquier cosa (que son millones), y todo sin tapujos, sin fronteras, sin ojos que nos miren. De alguna forma, me he desnudado, enseñando todo lo oculto siendo conciente, para demostrar ese grado de confianza, de cariño, de admiración, y de entrega a la amistad (en algo más que eso, creo yo).

Es algo extraño, lo se. Pero es así. A veces, hay cosas que tienen que estar allí, que no debemos de traérnosla, no debemos hacer que traspasen la frontera de lo físico, de lo palpable, por miedo a que se muera.

Quizás sea eso, ingenuidad, desconocimiento, o también miedo, no se. Puede que seamos más nosotros mismos cuando no estamos atados, que es cuando somos más estado puro, para lo bueno o lo malo. O a lo mejor tampoco. Quizás somos tan libres, que dejamos de ser humanos.

No se, piensa tu por mi, por favor, qué debemos de hacer ante eso, qué opción escoger, qué lógica hay es todo esto. Hasta que punto hay que llegar. Yo creo saberlo...

lunes, 21 de marzo de 2005

De hospital

Pues en efecto, llevo tres días hospitalizado. Nada grave, no te preocupes. Tengo cierto problema con los alimentos. Por cuestiones que van más allá de mi entendimiento (el médico dice que es azar) tengo una hierna de hiato (asco de azar). Consiste en un estrechamiento en quien sabe donde, que cuando se produce no puedo tragar ningún alimento tanto sólido ni liquido. Normalmente, suele irse a los diez minutos, pero esta vez, tardaba más de 24 horas, y decidí ir a urgencias.


Mi habitación


Preferí ir solo, pues pensaba que iba a ser un solo momento, me darían algo, y a volver a beber y comer. Pero la situación no fue como lo planeado.

Decidieron ingresarme, más que por peligro, por precaución, había que alimentar el cuerpo de alguna forma, y la única alternativa, era a base de suero.

Debo de admitir, que nunca he sido un valiente, aunque sí tengo sangre fría, y al llamar a mis padres, me eché a llorar. Era consciente de que no era nada grave, al menos, nada doloroso, y al fin al cabo, era lo mejor, pero la impresión pudo conmigo.

La calle a donde daba mi ventana



Una vez ingresado, no tuve ningún problema, tuve la suerte por varios motivos, de que me tocase una habitación para mí sólo. Con su ventana hacia la calle, con tranquilidad absoluta. Por causa del suero fisiológico, no podía moverme de la cama, aunque estaba perfectamente. Pero oía los sonidos que provenían de la calle. Me ha encantado. Oír los bares, algunas gentes hablando, ¡Hasta oír la banda de una procesión de Semana Santa! Sin lugar a dudas, han sido unas vacaciones de lujo. Date cuenta que no ha sido en ningún momento doloroso, quizás incomodo, pero nada más. Eso sí, tengo que decirlo, cuando al segundo día, ya pude ingerir dieta liquida, por dios, esta no sabía absolutamente a nada, pero bueno, el sólo placer de ingerir algo, hacía que me lo tomara todo con sumo gusto.

Desde el primer momento, le dije a mis padres, que nadie se pasase por aquí, ni siquiera mis hermanos, por no hablar de amigos de la familia, y demás parroquia de toda la vida. No tengo nada contra ellos, pero me parece un espectáculo cuanto menos evitable. No quiero molestarlos, y que tengan que venir, y hacer todo automáticamente, eso de preguntar cómo estás, qué tal duermes, y que te ha dicho los médicos. No se, supongo que es culpa mía, de alguna forma, tengo miedo a las cosas sin sentimientos, automáticas, que las hacemos por que es lo que debemos hacer, más allá de la lógica, o el verdadero sentimiento de compañía y solidaridad que los acompaña. Aun así algunos vinieron, mostrando así sus sentimientos de apoyo. Pero por suerte, fueron los mínimos.


El suero fisológico



Llame a un amigo para comentárselo, quizás por que sabía que le era imposible venir, y se lo comenté, al fin al cabo, es mejor que lo supiera por mí, que por otra persona. Le explique que no era nada, pues es la verdad, y que prefería en todo caso que no viniera él, ni nadie de mí limitado circulo de amigos o conocidos. Soy de la opinión firme, que si no se preocupan de ti, cuando estás bien, irte a visitar cuando estás mal, no tiene mucho sentido.

Debo de matizar mis palabras, por justicia más bien; No digo que no se preocupen por ti cuando estés bien, sino que se preocupan mucho más, cuando te encuentras enfermo, o en una situación parecida a la que tengo yo ahora. Pero bueno, todos somos humanos, y en estos momentos, la amistad asume mayor fuerza, y nos vemos obligados a visitar al enfermo, para que de alguna forma, ayudarle y darle ánimos, aunque, como yo, no sepamos bien, como hacerlo.



La ventana desde mi cama




Mañana me darán de alta. Luego tendré que venir a consulta, hacerme pruebas para dentro de un mes operarme. No es nada importante, dentro de lo que cabe: al día siguiente podré salir sin problemas. Y todo esto será una anécdota. En un primer momento, temí la operación, pues no sabía si estarían involucradas las cuerdas vocales, pero me han dicho que no, que es más abajo, y no hay ningún problema.

Supongo, que dentro de unos días, esto no será más que una anécdota, unos días de reposo, y de nuevas lecciones de cosas aprendidas, y dentro de poco más, una bonita cicatriz, para contar en las playas. No se que historia contar, la del hermano mellizo muerto cuando nací, o la de herida de metralla, en ejercicios en el ejercito, o sencillamente la verdadera. Bueno, seguramente, ya se me ocurrirá alguna más original.

No te preocupes, en serio, no ha sido nada, más al contrario, necesitaba todo esto, como toda persona peculiar, me tienen que pasar cosas particulares, sino, cuanto me aburriría, ¿o no?

Un fuerte abrazo, y hasta pronto.