viernes, 31 de diciembre de 2004

Realidades

Existen realidades que intentamos no ver, no fijarnos en ella, no tenerlas en la mente, como si de esa forma, las evitáramos y no sucedieran.

Y no habla de nada lejano, hablo de lo más cercano a nosotros, de lo más íntimo.

jueves, 30 de diciembre de 2004

Pasados unos días

Han pasado unos días desde mi última carta. Las causas, han sido dos principalmente, por un lado me he enfrascado en uno de mis proyectos personales que había dejado de lado hace tiempo, mi página sobre historia medieval, y por otro lado, preferir que pasasen unos días para reflexionar sobre los último escrito.

Ha veces, pensamos y por lo tanto actuamos en caliente, influenciados por unos sentimientos muy momentáneos, que no representan la realidad de todos los días. Con ello no me arrepiento de lo escrito, sino de la forma o palabras usadas. A ellos, mis antiguos compañeros, tengo muchas cosas que agradecer, y tengo presente, que el problema no son ellos, sino yo. Supongo que de todo hay que aprender, y a mi, me queda muchísimo todavía que saber.

Soy un tipo extraño, que cambia radicalmente de humor de un día a otro, y para entenderme, hay que soportar esos cambios. Y eso, es insoportable.

Estamos a las puertas de un nuevo año ¿Nueva oportunidad? Presiento que no, para mí, un día más.

lunes, 27 de diciembre de 2004

Hoy a las 6

Ayer por la noche, después de recibir una llamada de un amigo, compañero de cuando el colegio, para quedar para vernos todos, quise escribirte estas líneas, para contarte lo que sentía, pero no pude. Ahora acabo de llegar de ella, y me he dado cuenta de muchas cosas.

Los tiempos cambian, y nosotros con él. Lo que un día nos unió, ya no esta, y cada vez noto más su ausencia. Me doy cuenta que cada vez se marcan más las diferencias, y que nada motiva los recuentros sino un homenaje de algo que ocurrió ocho años atrás, nuestra amistad como compañeros de colegio. Cada vez me cuesta más levantarme y quedar con ellos, aunque solo sea unas pocas veces al año, cuando regresan. Lo se, cada vez me estoy encerrando más en mi mismo, y para los pocos amigos que tengo, solo ellos lo son, no tengo ganas de verlos. Me estoy convirtiendo en un ser abominable y solitario, y creo sentir miedo. Debo de ser positivo, dirás, que vendrán tiempos mejores, pero no es así. No. Cualquier cosa que digas, no será verdad. Los tiempos cambian, y nosotros con él. Ya nada queda de lo escrito, y lo que una vez hubo queda esparcido por el infinito y en nuestro recuerdo.

Estoy cansado. Mientras escribo estas líneas, intento pensar, pero no puedo. Escribo lentamente, muy lentamente, sin saber como terminar las frases. Desilusionado supongo. A los únicos que consideraba amigos me he dado cuento que hace tiempo que no lo son, si en verdad alguna vez lo fueron. Soy conciente, que quizás algún día ellos lean esto. Debería de mentir, al menos callar, ¿Pero para qué? ¿Qué más da? ¿Es qué no es real todo esto? A ti si quiero contártelo, al menos a ti sí, no quiero ocultarte nada, supongo que tampoco servirá de nada, como tantas y tantas cosas.

Me gustaría que todo fuera diferente, que hubieran buenos momentos, que formáramos una pandilla, emborracharnos, reírnos hasta no poder más, echándonos de los bares, llorando juntos, escapándonos de los lugares para estar juntos. Pero no es así, ni nunca lo será. Quizás no vuelva a verlos en mucho tiempo, quizás sea mejor así. Me encuentro mal. Ojala pudiera llorar, pero no existen ya lagrimas cuando te acostumbras a todo esto.

No hay solución posible. Mucho nos separa ya. Mucho me separa ya de todo mundo, y ellos no son una excepción. No leas esto, por favor, olvida esta página y no regreses, nada positivo verás en ella, incluso hasta te maldeciré como me maldigo a mi mismo. Debemos ver cosas alegres y esperanzadoras que nos den fuerzas para vivir, y nada de eso verás aquí. Vete tú que aún estás a tiempo de algo mejor, a mi me tildarán de loco, suicida, pesimista, enfermo. Hazlo tú también, insúltame, marca la diferencia conmigo, insúltame, y de esa forma marca tu distancia con todo esto. Hazlo, te lo ruego, serás lo mejor para ti, no quiero contaminarte.

Merezco llorar y ni siquiera eso puedo. Soledad, solitario, aislamiento, incomunicación. Ojala pudiera contarte tantas cosas, escupir todo lo que está dentro de mi, pero que no quiere salir, ojala pudiera desnudarme por completo de todo... Te amo.

Nochebuena

Era una nochebuena más, prometía ser aburrida. Viniendo la familia de fiestas navideñas, bautizos y entierros, esa que solo ves muy de vez en cuando, y en las que tienes que repetir hasta la saciedad lo mismo tantas veces como te lo pregunten «¿Y qué estás haciendo ahora, a qué te dedicas?» Te doy mi palabra, odio que lo hagan, ni que les importe en lo más mínimo, maldita costumbre esa de preguntar sin importar la respuesta. Bueno, al menos hay que admitir que con el tiempo hemos cambiado, o al menos ampliado el abanico de intervenciones estúpidas, pues desde que lo recuerdo siempre que los veo te sueltan un «¿Es que vas a seguir creciendo?» Un secreto, llevo años, midiendo lo mismo?...

La nochebuena ya no es como cuando era niño, cuando nos reuníamos toda la familia: imagínate, llegábamos a ser unos quince niños, cantando con toda la familia villancicos, y revoloteando por toda la casa. A media noche, mi abuelo se ponía un gorro de papa Noel, y con un saco se convertía en el majestuoso Papa Dioni, repartiendo los regalos encima de una silla, diciendo el nombre de cada niño y sacando un juguete delicadamente empaquetado del saco. No eran gran cosa, más que nada, alguna golosina, o baratija del ciento cincuenta, ¡Pero dios!, como nos hacía vivir ese momento. Sacaba un regalo, y todos nos mirábamos felices por las tonterías, de nuestro Papa Dioni, esperando ansiosamente nuestro turno.

Como siempre se las hacía rogar, los más pequeños nos reuníamos desde que podíamos, apartándonos de los mayores, y en el cuarto a solas, nos poníamos a escribir Papa Dionianónimos, amenazándole con las mayores torturas concebibles (al menos para nosotros) y se las hacíamos llegar con la advertencia de que entregase inmediatamente los regalos, sino quería sufrir las consecuencias. Eso sí, que no faltase la firma del grupo amenazante del momento, con nuestros nombres en clave, no fuera a descubrirnos. Ya ves, desde tan pequeño, y ya usaba seudónimos o nicks.

Luego volvíamos todos al salón a disimular, mientras nuestro enlace (mi madre) hacia llegar la carta a mi abuelo. Este la leía mientras nosotros le mirábamos sin levantar sospechas, claro. Así, que al tercer anónimo, ya sea por convencimiento, o por haber llegado la hora más bien, se ceñía el gorro, y empezaba el espectáculo.




Esta vez, faltaban muchos. Mi abuelo hace ya dos años, abuela y algún familiar, muchos más. Los niños convertidos ahora en adultos, han perdido aquello que convertían estos momentos en mágicos, y muchos ya no vienen. Mi madre, sigue poniendo los tan ansiados y exitosos sándwich vegetales, que desaparecen al momento, pero aún así, nada es lo mismo. No hay ganas. Todo es muy automático. Y esta nochebuena, prometía ser lo mismo, hasta que por sorpresa, llego ella, Ana.

Mi hermano no podía trasladarse a nuestra casa, pues la mujer trabajaba al día siguiente, y no podría traerse a la hija en avión, y dejar sola a mi cuñada allá, lejos y sola; Una frustración más a sumar a esta fecha tan significativa. Hasta que apareció ella.

La pequeña AnaYo fue el primero en darme cuenta, y al solo verla, una gran felicidad indescriptible me lleno; se acercaba con un tímido paso hacia todos nosotros, y con cada segundo, se ganaba una mirada más, fija y entregada, de alguno de los presentes. Ella, Ana, mi sobrina de apenas catorce meses, dando sus primeros pasos ante el auditorio. Me gustaría explicarte como caminaba, pero solo quien ha vista a un pequeñajo dar los primeros pasos, lo entiende. Y ella, así lo hace. Después de verla por última vez meses antes, esa noche, con la sorpresa de la llegada del hermano y la cuñada, y de Ana, la niña, recuperamos parte de los polvos mágicos que un día perdimos. Y esa nochebuena, fue algo especial.

Ay, Ana, nunca entendí el amor y orgullo de un tio por su sobrina, hasta que te conocí. Feliz Navidad a ti, Ana.

jueves, 23 de diciembre de 2004

Apóstata

Lo se, me pudriré en el infierno, pero es así. No creo absolutamente en nada, bueno, solo en una cosa, en el hecho mismo de que no creo en nada, aunque tampoco lo creo a pies juntillas, o sea, que como no creo en nada, quizás, al creer que no creo, ya es una creencia, entonces sí creo en algo, a lo mejor, de tanto que no creo en el fondo si creo. Y hasta a lo mejor, voy desde no creer en nada, a creer en todo.

No creo en las personas, tampoco en los sentimientos, tampoco tengo fe en las relaciones entre las personas, de la religión de mis padres, que he heredado, aunque la ejerzo en su faceta pública, en la vida privada no es así. Y me siento herido cuando atacan a la religión, porque la asumo como propia.

Entonces, ¿Creo o no? No lo se, si hubiera una respuesta concreta a la pregunta, sería señal de creer en algo, por lo que no puedo responder, pero no porque no quiera, sino porque sería incapaz.

Y ojo, que me gusta creer, pero en el fondo soy incapaz, o ¿Aún más afondo si lo soy? Parece que no hay nada sencilla en todo esto. Y claro, uno duda de todo, hasta de la duda misma, y claro, ¿De qué estoy seguro? Lo se, me pudriré en el infierno.

miércoles, 22 de diciembre de 2004

Amigos

«Los animales son buenos amigos,
no hacen preguntas y tampoco critican»

(George Eliot)

Después de leer esta cita, me pregunto cuales son las características de un buen amigo. He leído mucho sobre el tema (leer un montón, pero otras cosas, no tanto) y dicen que la amistad es más que nada escuchar y compartir malos momentos, pero siempre escuchando, y animando. Supongo que también una de las claves es el reconocimiento, es decir, que de alguna forma suba nuestra autoestima varios puntos, cuando estamos con él o ella.

Pero ¿Se debe de preguntar a un amigo?¿Se puede criticar? Bueno, el hecho de preguntar supongo que demuestra o desconocimiento o nula complicidad, o las dos cosas a la vez. Pero al preguntar, mostramos interes creo yo, y sobre lo de criticar, eso es otra historia. Reconozco que soy el primero en pedir sinceridad en una conversación, pero ¿Acaso eso es incompatible con sentirnos mal con la respuesta, o hasta enfadarnos? Si nos enfadamos, demostramos que la opinión nos la tomamos en serio, donde si se demuestra la amistad, es en la forma en la que afecta la opinión en nuestros actos, vamos, que si nos volvemos a dirigir la palabra o no. Y ahora pienso yo, ¿No es el mayor gesto de amistad decir algo que puede poner en peligro la propia amistad porque lo consideramos importante?

También compartir algo será importarte, una afición, una historia, la noche de juerga. Es más, algo que me ha impresionado mucho, es el hecho de las salidas en grupo. En ese momento, todo se convierte en geniales amigos, a lo mejor el resto del día, no se dirigen la palabra, pero allí, a semioscuras, con el vaso en la mano, nos empiezan a contar sus planes de futuro o la opinión personal sobre alguien. Se sinceran.

Y que decir del hecho de ofrecer de nuestra propia copa, para ser aceptados, o golpearse entre sí, como muestra de complicidad. Esta claro, que todavía nos queda algo de animal o sino, ¿Cómo se justifica todo esto? Nunca entenderé nada, me he equivocado de planeta seguro.

martes, 21 de diciembre de 2004

Labanda - Navidad


Revista magazine - Jordi Labanda

Día de notas

Hoy por la tarde, entregan las notas. Te confieso, que después de tantos años sin estudiar, sigo estando igual de asustado. Eso es lo que les pasa, a los que con cada evaluación, con cada entrega de notas, se juegan la continuación. Cuando era pequeño, en septiembre (desde que se podía, siempre fui a septiembre) me acuerdo que siempre estaba en la cuerda floja, con la posibilidad de repetir, o peor aún.
Al final, siempre terminaba aprobándolas todas, bueno, menos la última vez, pero eso ya es otra historia. En todo caso, hoy veremos como salen ¿Algún pronostico? Mejor me lo guardo para mi, mis expectativas son algo vergonzantes la verdad, pero confió en superarlas todas muy pronto, si me pongo a estudiar (recuerda los propósitos) así que deséame suerte.
Por cierto, que ya estamos en fechas de navidad, ¿No? Bueno, quizás me adelanto, pero vamos, no se si podremos hablar más adelante, ya sabes que feliz navidad, año nuevo y buenos Reyes Magos, ya me contarás.
Un fuerte abrazo

domingo, 19 de diciembre de 2004

Malditas fechas

No me gustan nada las navidades, supongo que no sería así, si hubiera algo positivo en ellas, pero no se da el caso. Mis navidades no tienen nada bueno, más bien al contrario. Son una época hipócrita, donde no hay verdaderos sentimientos, o al menos, no profundos. Es como en las bodas, todas las mujeres, van a las peluquerías, estrenan trajes y se maquillan como nunca, pero olvidan que la verdadera belleza, esta en cada día, en la forma en la que se despiertan o se van a comprar el pan, que es allí, donde la gente se enamora de ellas. Así son las navidades, la gente «se maquilla de sentimientos», muchos estrenan ropa, y se comportan como si de esos momentos, se les juzgase el resto del año.

No me gustan nada las navidades, supongo que no sería así, si hubiera algo positivo en ellas, pero no se da el caso. Me sienta mal, no va conmigo estar con alguien que apenas he visto a lo largo del año, y vivir la celebración como un fin de algo, si apenas habido principio. No entiendo el porque de desearle lo mejor, si en verdad, nada sé de él. ¿Egoísmo por mi parte? No, solo ignorancia.

No me gustan nada las navidades, supongo que no sería así, si hubiera algo positivo en ellas, pero no se da el caso. Son fechas de gastos, y cuando uno no tiene, son fechas dolorosas. El no poder regalar nada a tus seres queridos, no comprar eso que te gusta tanto y que anuncian en la tele. El agachar la cabeza cuando te preguntan que quieres como regalo, porque se te cae la cara de vergüenza. Incluso, más allá de los regalos, son fechas donde te reúnes en cena, para celebrar las fechas o el rencuentro tan especial. Y si no tienes dinero... No me avergüenzo de ello, pero me duele ser incompatible con el que sí lo tiene.

No me gustan nada las navidades, supongo que no sería así, si hubiera algo positivo en ellas, pero no se da el caso. No me siento cómodo con la gente, quizás sea solo eso.

Y ahora tengo que estrujarme la cabeza pensando como escaparme de todo esto.

No me gustan nada las navidades, pero como me encantaría que me gustasen.

viernes, 17 de diciembre de 2004

Cuentas pendientes

Enviar las tarjetas de navidad
Enviar correos a Je
Enviar correos a JnF
Felicitar por email a Mn
Terminar de revisar carpetas del antiguo trabajo
Ordenar cuarto
Ponerme a estudiar
Un post interesante
La página sobre Templarios
Arreglar lo del móvil
Ver enlace con El caballero de la armadura oxidada
Ponerme con el inglés (que nos devuelvan Gibraltar)
Actualizar mi agenda con fechas de cumples
Hacer la carta de los Reyes Magos
Inventarme una excusa para estas navidades
Clases de Tango (No, todavía no)
Hacer fotografías de la ciudad
Poner sección «Leyendo...» en el bitácora
No acostarme tarde (no mucho)
Despertarme temprano en las vacaciones (no tarde al menos)
Establecer hábitos diarios positivos
¿Lista de propósitos año nuevo?

Terminar de leer:

  • Memorias, de Madeline Albrigth
  • Bloomberg por Bloomberg
  • El Príncipe, de José Apezarena
  • Napoleón, de Max Gallo
Empezar a leer:
  • Trafalgar, J. Pérez Reverte
  • Los tacones de Doña Letizia, J. Peñafiel

jueves, 16 de diciembre de 2004

Postales de navidad

Hoy lo he decidido, -Voy a enviar postales de navidad, pero no me refiero a enviarlas por internete, sino de puño y letra. Siempre ha sido una asignatura pendiente, pero esta vez, me voy a poner en serio. Bueno, tampoco es tanto, porque el hecho es que apenas tendré cuatro direcciones de personas con la confianza suficiente, y excusa, para enviarle una. Será a la familia supongo, más gente no hay. Además, luego no sabes, si se puede sentir violenta ¿No? Si a ti te envía una un compañero ¿Te mosquearías? Ahora que lo pienso, creo que no, incluso creo que sería todo un bonito detalle. Lo he decidido, intentaré conseguir la mayor cantidad de direcciones de compis, y enviarles una. Lo haré.

Solo una cosa, la tarjeta tiene que ser con el nacimiento, nada de papanoeles extranjeros, o arbolitos protestantes y menos aún cuadros abstractos, ni nada de nada. Donde esté el portal de Belén, que se quite en medio todo. Y ya no digo nada de los Reyes Magos.

« [...] como los Reyes Magos, son magos... »

miércoles, 15 de diciembre de 2004

Family Man

¿Vistes hace unos días la película Family man en la tele? A principio yo no quería verla, o al menos eso me decía a mi mismo, además, la vi en su momento, así que la conocía. Pero algo dentro de mí ronroneaba para no perdérmela, y así fue como no levante la vista ni en un solo segundo.

No se si a ti pasa, pero a veces, algunas películas, se meten dentro de ti, porque de alguna forma, te sientes identificado. Recuerdo por ejemplo cuando vi «Los lunes al sol», fue en la época en la que deje mi trabajo en la península, y volvía a casa de mis padres (nunca volvería a ser la mía) sin saber bien cual iba a ser mi futuro. Recuerdo que me sentí muy mal, que comprendía, creo, las sensaciones de sus protagonistas y compartía sus penas y preocupaciones. De alguna forma, era como un reflejo de lo que me estaba pasando, o me podía pasar.

Viendo Family man sentí algo parecido. No me veía reflejado esta vez, pero si me calo muy adentro. Supongo que te acordarás de lo que va la película, el protagonista es un alto ejecutivo, con su Ferrari, su apartamento de 300 metros en un rascacielos, y pudiendo comprar todo lo que pudiera desear. En un momento dado, tiene una visión de lo que hubiera sido su vida, de no haber escogido dedicarse de lleno al mundo empresarial. En esa vida que no escogió tenía dos hijos, una modesta casa con su hipoteca, un viejo coche, una mujer excepcional, y un trabajo de vendedor de neumáticos. Aunque a principio le repulsa esa realidad, se termina acostumbrando y se da cuenta de lo que vale en verdad las cosas buenas de la vida.

Protagonistas de Family Man

Se que no me quedé con la enseñanza adecuada, pero impactó. En ese momento, me preguntaba que sería de mi vida. Me sorprendió la entrega de la mujer que tenía, que aunque tenían duros baches, renunciaba a todo por estar juntos. Tengo miedo, ¿Sabes? Por que se que nunca tendré a una mujer así. Tengo miedo, porque nunca conseguiré ninguna de las posibilidades de las que sale en la película. Tengo una teoría (dudo de si hablarte de ello, pero que demonios, estás son mis cartas, aquí habla el corazón, no la cabeza), creo que en la vida todo tiene su lógica, y su contrarreplica. Por ejemplo, para que exista el negro, tiene que haber el blanco. Pues a su vez, si no existiera el blanco, no podría haber negro. Lo mismo pasa, con el bien y el mal. Sino existiera el mal, no habría bien, pues todo sería normal, y con ello, moriría el bien. Para que existan políticas de izquierdas, tiene que haberlas de derecha, y si existen estas, son por que contraposición de las otras, de las de izquierda. Y así, con este tira y afloja, se estructura el mundo, con su gama de colores intermedios por ejemplo.

Lo mismo pasa con los «eremitas». En la vida, todos conocemos al chico o a la chica, que es amigo de todos, que no tiene ningún problema para hacer amistades, que la vida le sonríe, y sabe salir de los problemas que como a todo el mundo le surgen cada día. Pues siguiendo las reglas de las Contraposiciones, para que exista alguien así, tiene que haber otro que nunca salga de su casa, que no tenga amigos, que no tenga confianza en nadie y que siempre haya estado solo. Si alguien llega primero en una carrera, siempre habrá un último. Si alguien triunfa, es porque alguien ha sido derrotado, si existe un arriba es por que hay un abajo. Y eso, no podemos cambiarlo.
Te sorprenderá, pero yo ya he llegado un momento, que lo veo normal. Me he acostumbrado, lo he asimilado y ya esta. Darles más vueltas es lo peor, pues te sientes mal, al fin al cabo, como dicen los libros, el ignorante es feliz frente al sabio, porque no es conciente de cuan ignorante es. Mejor así, sin conocer, o al menos, sin conocer más. Te escribo esto, y eso me ayuda, de alguna forma me hace sentir acompañado porque creo que lo lees y que con ello... da igual. Dejémoslo aquí. Ya es suficientemente largo, y suficientemente pesimista. Demasiado contenido para una sola carta. Ya hablaremos, te lo prometo.

martes, 14 de diciembre de 2004

Fin de examen

En menos de una semana, he pasado por un traqueteo de exámenes, entre presentados y no presentados, algunos con esperanza de aprobar, otros con posibilidades, otros con no tanta. También con sorpresas ante lo preguntado... es decir, una semana en la que se aprende mucho, mucho.

Pero hoy, no quiero aburrirte con ello. Hoy quiero contarte algo que he vivido estos días, que ha sido la unión con la gente. Se que si te digo, que los malos momentos unen a la gente, estarás de acuerdo conmigo, pero si me refiero con malos momentos a los exámenes, quizás te eches a reír. Pero ha sido así, me a sorprendido como profundizan las relaciones con gente que a lo largo del curso, quizás por ser el comienzo, no hablabas con ellos, quizás solamente con un modesto hola, dicho a voz de pronto, y casi sin querer.

En cambio, en estos días, hemos compartido opiniones, fatigas, descansos, hemos hablado de lo que pensamos, de lo que tenemos en común, y poco a poco, nos hemos ido conociendo. Se que es muy prematuro decirlo, que apenas han sido unas conversaciones, pero me atrevo apostar, que ha sido un comienzo, no solo, por la suerte, de conocer a otras personas, sino como crecimiento personal. Y ha sido esa, la mejor sensación que he tenido en esta semana frenética, lo mejor que he sacado: Conocerlos. No se, incluso me fastidia, que ahora no tenga clases, porque quizás cuando las retome, sea demasiado tarde, y se haya olvidado lo vivido y volvamos a empezar desde cero. Espero que no sea así, aunque para mí, este es un mundo nuevo, como casi todos, espero entender las reglas, y que por una vez, vayan conmigo. Será cuestión de esperar.

domingo, 12 de diciembre de 2004

Preparándome Lengua

Figuras estilísticas:

   Asíndeton: Sueña, llora, ríe, nunca deja de vivir.
   Elipsis: Noche cualquiera, luna, estrellas y ella.
   Hipérbaton: Más que nunca solitaria en la noche.
   Paralelismo: Su sonrisa era única, su sonrisa era especial.
   Polisíndeton: Ojala que vengas, que hables, que compartas, que vivamos.
   Antítesis: La amaba tanto que la odiaba.
   Símil: Estar con ella, es, era, estar en otra galaxia.
   Epíteto: Su silencioso caminar enmudecido.
   Hipérbole: Su mirada penetraba hasta el final del infinito.
   Interrogación retórica: ¿Qué no daría por un minuto más con ella?
   Ironía: Esta vez, era la falta de tiempo el motivo.
   Metáfora: El inmenso mar de su presencia calmaba toda incertidumbre.
   Perífrasis: Sentía como mi bomba de vida se paraba lentamente.
   Personificación: Las letras nunca escritas como testigas de la verdad.

sábado, 11 de diciembre de 2004

Ausencia por exámenes

Perdona por no escribirte en estos días pero he estado metido de lleno en exámenes. Ojala que algún día aprenda a prepararme a tiempo, otra vez me he dejado llevar, y solo he estudiado un día antes, y no muy fuerte, la verdad. Incluso, hasta unos minutos antes, estoy haciendo esquemas de lecciones que no había ni siquiera leído y es que no tengo remedio, nunca aprendo. Tanto es así, que he tenido que sacrificar algunas asignaturas para la recuperación. Supongo que para un estudiante, es como una rendición, pero ahora no puedo luchar contra ello. Otra vez, me he propuesto después de la experiencia, esforzarme estas navidades y sacar la mejor nota posible a finales de enero, con las recuperaciones. ¿Lo conseguiré? La experiencia me dice que no, pero como los Reyes Magos, son magos...

¡Ah! Que sepas, que no me he olvidado de ti. Cada dos por tres, pensaba en contarte lo vivido, y aunque no lo he plasmado en negro sobre blanco (me encanta esa expresión) te lo contaba con el corazón, con la mente, lo que supongo que al decirlo tan bajito y tan lejos, quizás no te hayas dado cuenta. Espero tener tiempo para volver a repetírtelo, pero esta vez más cerca, aunque también más bajito.

« [...] como los Reyes Magos, son magos... »

martes, 7 de diciembre de 2004

Labanda - Complejos

Magazine - 5 de diciembre del 2004

Obra de Jordi Labanda

Deberías leer estos libros, tratan de cómo comprender todo
tipo de complejos. Es importante si vas a salir conmigo


Grita por favor

Grita, por favor, bien fuerte, que te pueda escuchar a millones de kilómetros a la distancia. Que aunque no hablemos el mismo idioma, te entienda, que aunque tenga música puesta, o ruido alrededor, te oiga. Grita fuerte, con toda tu alma, como nunca antes lo hayas hecho. Pero por favor, no calles, no supongas nada, absolutamente nada. Yo quiero escucharte, y no me perdonaría, no darme cuenta. Grita por favor, grita fuerte, soy algo duro de oído, lo admito, y a veces, puedo confundirlo, o creer que no es hacia mi. Grita, grita, que quiero escucharte solo a ti.

¡ Grita ¡

lunes, 6 de diciembre de 2004

Sobre lo escrito

Cuando te propones escribir unas cartas, o un diario, que pueda ser leído por cualquier persona, meditas sobre que puedes escribir o no. Por un lado, están tus ganas de que las reflexiones le gusten a la gente, que haga que vuelvan, que saquen alguna conclusión, al fin al cabo, que sirva de algo lo hecho. Lo que pasa, que muchas veces, cuando te planteas un tema, o algo de lo que hablar, lo subordinas a ese objetivo, y te das cuenta, que mejor no escribirlo, resultado: Tú mismo te limitas, te censuras.

También está la posibilidad, que alguien cercano a ti, las lea, lo que también te limita pues temes, abrirte demasiado, y ser malinterpretado, conclusión, no sabes si decirle a la gente que te conoce, que escribes estas cartas, entonces, tienes que guardar silencio.

Por eso, tras mucho pensarlo, he tomado una decisión: Quiero ser libre, al menos aquí, y quiero escribir sobre lo que me apetezca en cada momento, quiero ser yo, y no subordinarme ante nada, quiero decir lo que pienso, lo que me pasa, al menos aquí, donde soy yo el que escribe, el que te cuenta las cosas, quiero dejar de lado, al mundo, lo que nos rodea. Quiero ser, tú y yo solamente. Puede que por ello, por ser uno mismo en todo momento, haya días, que te aburra, incluso, que te vayas, y no vuelvas, pero correré ese riesgo, al fin al cabo, lo único que tengo, es a mi mismo, y allá donde vaya, siempre estaré yo, y yo mismo, y nadie más. Por eso, si quiero que me conozcas, si quiero conocerte, es siendo libre, comos somos, sin miedo a perder nada, cien por cien lo que seamos, cueste lo que cueste, nos guste o no. Para la mentira, para disimular, para la diplomacia, la hipocresía, ya tenemos el resto del mundo. Que aquí, que en estás cartas, seamos nosotros mismos, con nuestras cosas, con aquello que nos define.

Yo me comprometo a ser libre, y hablar libremente, espero que tú también lo hagas, y que ambos, podamos tolerarlo.

El día que conocí a Wendy

No recuerdo bien cuando fue, creo que a principios de aquel año... Supongo, que fue en una de tantas veces, en un Chat, buscando a alguien con quien pasar un rato y olvidarnos de todo. Quizás buscando, eso que nunca se encuentra en un sitio como ese.

Se que no era día especial, ni dije nada singular, solo una conversación de las que hay miles, y que tardan solo un momento en olvidarse. Me dijo que se llamaba Ana, y yo, engreído, le pedí enérgicamente, que escuchara una canción, de Ismael Serrano, de mismo nombre, «Ana» que me encanta, le dije que tenía una semana para escucharla, que de no ser así, jamás volvería a hablar con ella. Compartimos nuestros correos, pensando que ya no volveríamos a vernos.

Mentí. No cumplí con lo dicho, como tantas veces, en las que me juré, no hablar con ella, pero inútil de mi, no aguantaba nunca, y rompiendo mi palabra, iba en busca de ella, como si de ello dependiera mi vida, y hablábamos. Al final, no escucho la canción, incluso no tardo en confesarme, que Ana, no era su nombre, diciéndome el auténtico. Me dio igual, pues desde hacía mucho, yo la llamaba princesa, o pequeña Wendy, y lo seguiría siendo por siempre jamás.


La pequeña Wendy





Hace unos días, busque esas conversaciones, grabadas en alguna parte, en alguna copia de cd. Allí estaban esos momentos, que empezaron siendo minutos, y se convirtieron en tardes completas.

Supongo, que al fin al cabo, ella, no es Wendy, ni yo menos aún, Peter Pan.

sábado, 4 de diciembre de 2004

Y yo, sin móvil

Llevo varios días sin escribirte. Demasiadas cosas, demasiadas gotas, que hacen rebosar el vaso. Me pasa de vez en cuando. Se suma un montón de cosas, y paso unos días doloridos, mustios, abatidos, donde no quieres saber nada de nadie, pero a la vez, es cuando más los necesitas.

El móvil, queda apagado, y solo lo enciendes por la noche, apenas unos minutos, con la esperanza de tener algún mensaje, o llamada perdida, pero no aparece ninguna. Ni siquiera intentarás gritar, pues sabes que nadie te escucha. Intentas pensar en algo positivo, pero no lo consigues, las fuerzas te vencen, y derrotado, te sientes más que nunca, completamente solo, y dudas de tener un lugar en este mundo para ti.

La única esperanza que te queda, es casi una amenaza, «el pasar inexorable del reloj», sabes que todo seguirá igual, que no existen milagros, ni momentos que hagan que todo cambie. Nunca ha pasado ni pasará, pero sabes, siempre ha sido así, que mañana cuando despiertes, estará todo igual, de nada habrá servido tu estado de animo, tus malos momentos, mañana empezará todo de nuevo, contigo o sin ti.

El móvil, queda muerto ya.

jueves, 2 de diciembre de 2004

Padres

Hace unos días, me paso una cosa, que quería contarte. ¿Recuerdas que suspendí el práctico por segunda vez? Por cuestiones de dinero, el tener que renovar los papeles, tuve que dejar pasar varios meses, hasta ver, si conseguía algo de trabajo, y pagarlo. No ha sido así, y ya este mes, se me caducaba el teórico, y mis padres, al enterarse, se han ofrecido, a prestarme el dinero, sabiendo que era más que una sobrecarga para ellos.

Recuerdo, que muchos momentos, hace años, les odiaba, por su conducta, y otras cosas que les reprochaba, pues supongo, que como todos los hijos, tenía mis diferencias, recuerdo incluso, una temporada, en la que discutíamos diariamente, casi como si perteneciera a la monotonía. Llego un momento, que tuve que irme de casa, por varias razones, una de las cuales que hizo decidirme, fue esa. Marche lejos, muy lejos, viviendo en total independencia tanto física, como económica. Fue ahí, cuando empecé a entenderles. Con el sueldo que recibía, tenía que hacer esfuerzos para llegar a fin de mes, y no lo conseguía, posiblemente por que yo era un derrochador, y nada ahorraba. Fui allí, cuando me sorprendí, de como fueron capaces mis padres, con salarios peores, sostener una casa, con siete niños, que nunca nos faltara nada, que tuviéramos la oportunidad de estudiar en los mejores colegios, mientras que ellos, se privaban de todo capricho, afición o gasto que no fuera directo hacia nosotros.

Mi familia, hace ya mucho tiempo
En cambio nosotros, no respondimos. Algunos dejamos los estudios, y ya sea por las razones que sean, les hemos provocado miles de disgustos. Pero ellos nunca han dado la espalda ni se han rendido. Pueden que en algunos aspectos, no hayan sido buenos padres, no se los recrimino, ni yo ni nadie puede, y que hubieron cosas, que hicieron mal, pero aun así, su espíritu de sacrificio es único, y jamás podré devolverles lo que nos han dado.

Se que volverán las situaciones tensas, momentos que me enfadaré con ellos, pero también se, que no será justo por mi parte, que serán esos momentos, inconcientes, sin pensarlos, por la ira quizás. Puede que no les entienda, pero los admiro intensamente, y a ellos, más allá de lo que soy, les debo todo lo que me han dado, y renunciado ellos.

miércoles, 1 de diciembre de 2004

No siempre soy igual ...

No siempre soy igual en lo que digo y escribo.
Cambio, pero no cambio mucho.
El color de las flores no es el mismo al sol
que cuando pasa una nube
o cuando entra la noche
y las flores son color de sombra.
Mas quien mira bien ve que son las mismas flores.
Por eso, cuando parezco no estar de acuerdo conmigo,
fíjense bien en mí:
si estaba vuelto a la derecha,
me ha vuelto ahora a la izquierda,
pero siempre soy yo, teniéndome en los mismos pies.
El mismo siempre, gracias al cielo y a la tierra
y a mis ojos y a mis oídos atentos
y a mi clara simplicidad de alma...

(F. Pessoa)

Paralela a Triana, calle importante de Las Palmas

«La distancia ennoblece»

Esa fueron las palabras, que uso el profesor de Filosofía. Nos decía, que con la distancia, todo se veía más bello, cayendo en el olvido lo negativo y convirtiéndolo todo en genuino y maravilloso. Sus palabras solo fueron de un instante, sin importancia, murmuradas quizás, pero se quedaron grabadas en mi hoja como garabatos.

En esta vida, he tenido, y tengo, cosas muy lejanas, distantes. Me he enamorado ciegamente, de gente que nunca he visto ni compartido nada. He vivido situaciones, etapas de mi vida, que aunque en su momento, sufrí y pase mal, ahora recuerdo con nostalgia, y con pena de no volver a ellas. Mi sentimiento por muchas personas, se engrandece ahora, mientras que en su momento, no fueron tanto. El arrepentimiento por cosas que no hice viene a mí constantemente. Nunca dejo de pensar, en poder ir a ese lugar, en la distancia.

No se soy estúpido, o mortal.

lunes, 29 de noviembre de 2004

¿Sirve dialogar?

Se que no lo verás como yo, y tendrás tu propia idea, pero me lo he preguntado, tras ver la comparecencia de expresidente José María Aznar. Se que la política, no es un tema que te apasione, que preferirías hablar de otras cosas, pero aún así, no sabes cuanto me ha impresionado sus declaraciones. Cuando escuchaba a los diferentes partidos hacerle preguntas, comprendí, que no buscaban, resolver ninguna duda, o aclarar nada. Ya iban todos, con sus ideas preconcebidas, más que preguntar, soltaban un discurso con lo que pensaban, y respondiese lo que respondiese el compareciente, seguían en la misma postura, y volvían, y volvían a lo mismo.

¿Así nos pasa a nosotros? Cuando hablamos, ¿verdaderamente escuchamos con ingenuidad o esperamos solo un argumento que nos apruebe nuestra idea? Supongo, que la mayor parte de las veces, no somos receptivos, no nos abrimos, con la intención de aprender, de recibir, de cambiar fruto a una respuesta. Vivimos con las cosas claras y muchas veces, no nos paramos a escuchar. Pensamos, que aquel es un cretino o no tiene razón, y nos cerramos en banda cuando habla. Hemos perdido algo, con la edad supongo. Nos creemos, que lo sabemos todo, que ya nada nos sorprende, que la verdad, y el bien, están de nuestras parte, y no queda ya nada por descubrir.

Ojala cambie, ojala tú y yo seamos diferentes, y empecemos a cambiar a los demás, que los escuchemos, que aprendemos, que nos sorprendan, ojala, que partamos sin nada, y que con cada conversación, con cada momento, construyamos algo nuevo.

domingo, 28 de noviembre de 2004

Declaración de Principios

Buenas noches, ante todo. No se si es de día, cuando publique está línea, o lo leas, pero al menos, al escribirlo así lo es, que es lo importante. Supongo que además, todas las cartas e historias, serán bajo el amparo de la noche, en soledad, en silencio y a oscuras, con los miedos, y los sueños, que en ella viven, en los refugios protegidos, o perdidos más que nunca. Que sea entonces, bajo el manto protector de la noche, estas cartas.

No se bien, porque las escribo, quizás, para que alguien las lea, o para tranquilizar mi conciencia, o pensar, que pueden servir como terapia, o estimulo. Las razones pueden ser cientas, pero no entremos en ello, que ya habrá tiempo para pensarlo. Lo que si quiero, es ser comprendido, en toda la magnitud posible. Pienso que sería bello, que todos nos conociéramos profundamente. Sí eso fuera posible, no dudo, que nos enamoraríamos todos, al descubrirnos, al desnudarnos, al compartir nuestra esencia, misterios, temores e ilusiones. Ya ves, pongo aquí de mi parte, y soy yo, el que se abre a ti, esperando, que tú, lo hagas algún día. Y espero que cuando llegue ese momento, esté yo preparado. Y hablar, entenderte, y llorar y reír juntos.

Tampoco se con que frecuencia te escribiré. Puede que todos los días, o cada dos, o una vez a la semana, o nunca. No puedo predecirlo, y temo, pues me conozco, que no puedo dar ninguna garantía, que en cualquier momento, me arrepienta, y dejo todo, como siempre, quién sabe. Que sea entonces, el tiempo quien lo diga, y no esta, la primera carta. Ojala, sea esta, un comienzo de algo duradero, ojala.

El tema, no esta tampoco decidido. Supongo, que ira surgiendo, casi espontáneamente. Intentaré que valga la pena, que se pueda sacar conclusiones, pensamientos de ello, moralejas, y que sirvan, para conocernos, para que al menos, pases un rato que haya valido la pena. No puedo asegurar que así lo sea, pero lo intentaré, no quiero aburrirte, solo hablar entre tú y yo, como dos viejos amigos, que se conocen de toda la vida, desde niños, sin nada que ocultarse, con buenos, y malos momentos, con historias comunes, y momentos para compartir.

No me alargaré más. No quiero hacer de esto, algo inerte, muerto, cuadriculado, con limites. Tiene que ser, convertirse, aspirar al menos, a ser algo vivo, con sentimientos, emociones, sinceridad, con rollos, lo admito también, quiero que sea, que trasmita, vida, que cuando lo leas, me veas a mi, directamente, más allá de la distancia, más allá de obstáculos, de ropa, de piel, de ojos incluso, y veas ahí, al corazón, a bocajarro, palpitando, que de tan cerca que lo veas, lo sientas tuyo. Quizás, algún día, en algún momento, un solo instante, lo consiga, y creas, que no hablo de mi, sino de ti, de nosotros.

Que sean estás, pues, el comienzo, y yo, el escribiente.


Vista nocturna desde mi cuarto