jueves, 21 de diciembre de 2006

Propósito del año nuevo

Uno de los más ilusionantes: Retomar las cartas, por favor, recuerdamelo, lo necesito.

sábado, 5 de agosto de 2006

Enfermo

La peor de las soledades, la soledad más triste, la soledad más solitaria, es la soledad del enfermo.

martes, 18 de julio de 2006

Walt Whitman

Al final de una ponencia le preguntaron a Walt Whitman qué quería decir cuando hablaba de 'la verdad al desnudo'. Con su mentalidad de poeta, decidió que la mejor manera de responder a esa pregunta era desnudándose frente a su público. Lógicamente, la gente se quedó atónita.

domingo, 16 de julio de 2006

Aprender

A lo largo de mi vida, he amado con intensidad, en constantes ocasiones. Todas ellas de forma desafortunados; sencillamente, en ninguna vez ha sido correspondido.

Una de las principales causas, es que siempre he vivido en una burbuja de cristal, y muy poca gente me rodeaba. Por eso ahora, no se relacionarme, y de cualquier mujer que cruza delante mía, me enamoro estúpidamente. Tengo necesidad de amar, de encontrar el amor, y eso significa amar, y ser amado. Y esa segunda parte, nunca la he conocido.

La amo, es cierto, se ha cruzado en el camino, y la amo estúpidamente. Como tantas otras veces, ella a mi no. Tiene su vida, su pareja, su mundo. Aún así, aunque se todo esto, me duele no tenerla, no estar con ella en este instante, y que me quiera como le quiere a él.

Reflexiono sobre ello, es lo único que me queda, y se que es injusto por mi parte. He de suponer, que ella es feliz así, y que él le da lo que no puede hallar en otra persona, o más sencillamente, ella le quiere, y eso debe de ser suficiente para merecerse todo mi respeto.

¿Qué es lo que busco en ella? Se que no la quiero como novia, porque se que no podría darle lo que busca, y conmigo no estaría realizada, y en ocasiones, me hace daño ¿entonces? No lo se, me gustaría abrazarla, desnudarme ante ella, darle todo...

Ella es mi amiga, y debo de comprenderlo así, olvidarme del resto, no ser tan egoísta ¿por qué es eso, verdad? Soy egoísta por que me importa muy poco el resto del mundo, incluso me importa poco ella, y sus cosas, y lo que le hace feliz en este momento, pues imagino ingenuamente, que ese amor que siente, termina, no me importa de que modo, y esta conmigo. Y eso, me hace ser mala persona, de tanto que la quiero.


Debo de aprender.





Hoy no tengo ánimos para nada. No veo futuro alguno, será mejor que duerma, a ver si dentro de unas horas, con la luz del sol, pienso en otras cosas.

miércoles, 12 de julio de 2006

Antigua dedicatoria

dedicatoria

Extracto de la obra «Pepita Jiménez»

[...]

Soy un vil gusano y no un hombre: soy el oprobio y la abyección de la humanidad; soy un hipócrita.

Me han circundado dolores de muerte, y torrentes de iniquidad me han conturbado.

Vergüenza tengo de escribir a Vd., y no obstante le escribo. Quiero confesárselo todo.

No logro enmendarme. Lejos de dejar de ir a casa de Pepita, voy más temprano todas las noches. Se diría que los demonios me agarran de los pies y me llevan allá sin que yo quiera.

Por dicha, no hallo sola nunca a Pepita. No quisiera hallarla sola. Casi siempre se me adelanta el excelente padre vicario, que atribuye nuestra amistad a la semejanza de gustos piadosos, y la funda en la devoción, como la amistad inocentísima que él le profesa.

El progreso de mi mal es rápido. Como piedra que se desprende de lo alto del templo y va aumentando su velocidad en la caída, así va mi espíritu ahora.

Cuando Pepita y yo nos damos la mano, no es ya como al principio. Ambos hacemos un esfuerzo de voluntad, y nos transmitimos, por nuestras diestras enlazadas, todas las palpitaciones del corazón. Se diría que, por arte diabólico, obramos una transfusión y mezcla de lo más sutil de nuestra sangre. Ella debe de sentir circular mi vida por sus venas, como yo siento en las mías la suya.

Si estoy cerca de ella, la amo; si estoy lejos, la odio. A su vista, en su presencia, me enamora, me atrae, me rinde con suavidad, me pone un yugo dulcísimo.

Su recuerdo me mata. Soñando con ella, sueño que me divide la garganta como Judith al capitán de los asirios, que me atraviesa las sienes con un clavo, como Jael a Sisara; pero a su lado, me parece la esposa del Cantar de los Cantares, y la llamo con voz interior, y la bendigo, y la juzgo fuente sellada, huerto cerrado, flor del valle, lirio de los campos, paloma mía y hermana.

Quiero libertarme de esta mujer y no puedo. La aborrezco y casi la adoro. Su espíritu se infunde en mí al punto que la veo, y me posee, y me domina, y me humilla.

Todas las noches salgo de su casa diciendo: esta será la última noche que vuelva aquí; y vuelvo a la noche siguiente.

Cuando habla, y estoy a su lado, mi alma queda como colgada de su boca; cuando sonríe, se me antoja que un rayo de luz inmaterial se me entra en el corazón y le alegra.

A veces, jugando al tresillo, se han tocado por acaso nuestras rodillas, y he sentido un indescriptible sacudimiento.

Sáqueme Vd. de aquí. Escriba Vd. a mi padre que me dé licencia para irme. Si es menester, dígaselo todo. Socórrame Vd. ¡Sea Vd. mi amparo!

[...]




Extracto de la obra de Juan Valera, «Pepita Jiménez»; Sobra explicarlo.

martes, 11 de julio de 2006

Pasa el tiempo

Busco la última carta que te envié. Ya hace mucho, tampoco se nada de ti. Me pregunto el porque de todo este silencio durante este tiempo. Supongo que nuestros caminos se han separado, y como en tantas otras cosas, la distancia a contribuido que surjan excusas por ambas partes para dejarlo para más tarde, de aquí a la eternidad.

Ya no somos los mismos, eso dicen, yo al menos no me siento tan cambiado, aunque quizás es ahora, reflejándome en las personas y circunstancias que nos rodean, cuando lo noto. Echando la vista atrás, en una fotografía, en una historia o en alguna carta, veo a otro, en ese momento, si soy conciente que en varios aspectos, pienso y actúo diferente. Ya no me preocupa tanto la opinión de los demás, he aprendido también, que no siempre se debe de ser sincero, ni tener las mejores intenciones, que cualquier cosa puede ser malinterpretada, y que amar con locura, es un delito, un fallo.

También he encontrado, que todos sufrimos, nos sentimos desdichados, solos, incomprendidos, abandonados a nuestra suerte, sentimientos comunes, que nada tienen que ver con nuestras circunstancias. Desde el más rico, al más pobre, desde el afortunado, al vil, del siempre amado, al más abandonada de las criaturas, todos sentimos lo mismo, con la misma intensidad. Incluso llegamos a creer, que sufrimos más que nadie, pero para bien o para mal, esa persona con la que nos hemos cruzado ayer mismo, con la cual sólo coincidimos una vez en nuestra vida, y del ni siquiera nos hemos fijado, sufre de los mismos sentimientos que nosotros. Posiblemente, la única diferencia es la forma en la que lo afronta. Y no hace falta ir tan lejos.

Quiero recuperarte, volver a saber de ti, contarte mis cosas, eres la única que me escuchas, así que si me dejas, intentaré volver a escribir estas cartas, quizás más por mí que por ti, quizás...

miércoles, 15 de marzo de 2006

Esclarecedor sueño

Fue un sueño extraño; normalmente nos olvidamos de lo que soñamos, pero esta vez, hice un esfuerzo para retenerlo.

Me encontraba en el desayuno, en un comedor común. Estaba ella, y los otros. Yo tenía prisa por salir, tenía que ir al trabajo en bicicleta, como siempre, y aunque ella tenía coche y trabajábamos juntos, preferí no pedírselo.

Salí rápidamente mientras ellos se quedaron. Cogí un trozo de pan y algo más, para comer a media mañana, y me lo puse bajo el brazo, junto a otras cosas que llevaba. Recuerdo que al salir, crucé varias calles muy transitadas. Cuando me di cuenta, había perdido lo que llevaba, así que preocupado, por que llegaba tarde, y por el hecho en si, volví en mis pasos. Al momento encontré algo, no recuerdo bien, pero era señal, de que con suerte, poco a poco encontraría el resto.

En mi camino de regreso al comedor, no tarde en encontrarme con ella. Le explique vagamente que se me habían caído las cosas, y sin darme cuenta, empecé a acompañarla.

Era conciente que ya llegaba tarda, y que aún tenía que ir a buscar mis cosas perdidas, aún así, preferí ir con ella, sin cuestionarlo... "Podría llamar al trabajo..." pero no llegaría hacerlo.

Llegamos a unas oficinas, papeles del coche recuerdo. Ella entro mientras yo me quedaba en la sala de espera. No había nadie más. Un momento dado, salio para contarme lo que le habían dicho, que tenía que traer el carné de conducir para finalizar las gestiones, carné, que como en la vida real, todavía no se lo han dado, y de esa forma, sin contarlo directamente, buscaba mi complicidad, mi apoyo, ante su intento de explicar, que se le había olvidado, una vez más.


sueño


Es raro, no creo en los sueños como predicciones, pero sí como reflejos de lo que nos pasa por la cabeza en esos días. Para otra persona, todo esto será criptográfico, para mi, esta todo claro.


Todo claro.

viernes, 10 de marzo de 2006

Cuanto más quieres a alguien

Cuanto más quieres a alguien, más dolor te causa.


¿Quién tiene la culpa?
¿Dónde está la solución?
¿ [...] ?

jueves, 9 de marzo de 2006

Dañar sin querer...

Como otras miles de cosas, casi todas, no lo llego a entender. Intentamos darnos a los demás, me lo han inculcado mis padres, e intentamos animar, aconsejar, hacerles comprender que existe un mundo mejor, que todo llega, que todo es bello, y que si existen momentos malos, es porque también existen momentos geniales, y que es misión nuestra, saber encontrarlos, y saborearlos como el mejor de los licores.

Pero no, no sirve. Los mismos consejos que doy, aunque son dados con sinceridad y buenas intenciones, soy el primero en negarlos en mi mismo. Ante ellos los justifico con facilidad, pero luego, en la soledad, envuelto en la oscuridad, nada me consuela.

Hace unos días, animaba a una compañera a que dejará de llorar, alzara sus ojos y viera todo lo bueno que le rodea, todos quienes le queremos y todas esas cosas que pasan cada día, que pasan desapercibidamente. Ahora soy yo, el que se siente aún más solo, como si para llenarla a ella, me haya vacío de completo. Ella lloraba por que le había dejado la pareja, y temía no poder tener otra, y encontrarse sola en el futuro. Ahora cuando estoy frente a un espejo, sólo miro a un chico que siempre ha estado solo, y que no sabe convivir con nadie, pues nunca lo ha hecho. Miro a un chico enjuto, que incluso delante de las personas, pasa desapercibido, sin que nadie se fije en él, sin que nadie se preocupe. No entiendo como habiendo dado tanto, no haya servido para nada.

Siento que todos me fallan, o que en el fondo, nada me une a ellos. No me han fallado, pues presupongo, que no podría esperarse otra cosa. Luego, casi encontrándonos en el pasillo, te preguntan qué te pasa, con la misma entonación con la que te preguntan donde te has comprado esos zapatos que llevas puesto.

No se que pasa, y no encuentro que hago mal, o como poder solucionarlo. Sigo igual que cansado que siempre, con las eternas ganas de llorar, muriéndome sí aún me quedase vida, ahora, ni siquiera tengo donde llorar, a donde huir. Siempre igual, siempre encorvado, con miedo de mirar a la gente a los ojos.

Me pregunto por qué, aunque grite, nadie me escucha. De las pocas razones que encuentro ya, quizás sea que ya no me queda voz, desgarrada por tantos soles, o que sencillamente, nunca he sabido hablar el mismo idioma, la misma lengua, a esa que llaman universal.

Habrá sido ese resultado de haber vivido toda una vida aislada de la sociedad, y tener como únicas ventanas algunos libros, aún más películas, y todavía infinitivamente más historias en mi imaginación. Cada vez que doy un paso, que digo un sí, me doy cuenta que es una equivocación, que aquello que me promovía para hacerlo, no es real, sino fruto de ensueños en vidas de insomnio.

Y que nadie más lo vea así. Y que nadie a quien quiero, o he querido, me haya devuelto nunca nada.

lunes, 27 de febrero de 2006

Duele cada día

Es duro estar sólo. El no compartir esas cosas que pasan por la cabeza, el no poder contarle a nadie esas cosas que casi nadie puede saber. Duele el encontrar gente en tu camino a quien deseas abrirte, y descubrir que no puedes, que al hacerlo, te harías daño a ti mismo.

Repites mil veces ante los demás, que cuenten contigo, que si no les escuchas, te griten, que no tengan miedo de hablar, pero luego, tú eres el primero en callar, y te das cuenta, que aunque invites a ello, terminas estando siempre en silencio, guardándotelo todo.

Y sin embargo, no pasa el día, en que piensas en ella, en la posibilidad de encontrarla de una maldita vez, y cambiar tu concepto de la vida. Abrazarla, tocar su piel, y no dejar ni un solo día, sin convertirte en uno con ella. Intentas no pensarlo, pero aún así, cuando duermes y no eres libre de tus pensamientos, vuelve a ti, y sueñas, sin poder controlarlo. Y así todos los días, todos los días.

Y cuando ves que todos quienes se acercan a ti, terminan alejándose, y que a veces, siempre más de las que te puedes permitir, cometes el fallo de enamorarte y te des cuenta de que es un error, y que en ocasiones, las ansias de encontrar esa alma te nubla la razón.

Aunque pase todos los días, y creas que uno se pueda acostumbrar a todo, no es cierto. Siempre duele, e incluso cada vez más, pues ves que no tiene apariencia de solucionarse, de acabarse todo, sino más bien el contrario, seguir, y seguir, sintiendo ese dolor, sufriendo y muriendo cada día. Eternamente.

Duele.

domingo, 1 de enero de 2006

Será

Será que como estamos a principios de año... uno se vuelve necio...


Definitivamente no, la necedad, nos dura todo el año.

Vuelta

¿Cuándo es el final? Existen preguntas sencillas, todas lo son, pero con las respuestas, pasa algo diferente. O es súper sencilla o simple, o súper complicada, todo queda en superlativos. Lo contrario, sería una necedad.

¿Es esta la última carta? No. ¿Seguirá todo igual que antes? Nunca hubo un igual, una normalidad, así que no puedo aventurar nada. Han pasado muchas cosas, y más todavía que quiera contarte, pero sólo el día a día será quien se aventure a responderte.

Al fin al cabo, creo que todo esto, de poco importa, los días continúan, desayunamos, ponemos la tele, leemos el periódico con parsimonia, enterramos dictadores, nombramos papas, y nos seguimos haciendo bocadillos para comer. Al fin al cabo, como ya te he dicho, todo continúa, somos muy débiles, tenemos nada de fuerza, como para pararlo todo. Ni fuerza, ni valentía. Será por que todo esto, esta dentro de nosotros mismos, y detenerlo, detener el mundo, sería morir.



Vaya conjunto de tonterías, sin sentido ni orden.
Como siempre, Dios me libre.