viernes, 28 de enero de 2005

Estrenado calcetines

Después de una época de recogimiento, ayer por fin vi adecuado estrenar de una vez un regalo de los Reyes Magos: Mis calcetines.


Cn, ella


Los conocía desde hace ya años, cuando un compañero oriental del colegio, nos los enseño, y todos, semipasmados, no dejábamos de reunirnos a su alrededor para admirar tal paso tecnológico. A decir verdad, tampoco es tan nuevo, pues en Japón llevan usando calcetines, donde el dedo gordo iba separado, para poder usar cómodamente las sandalias japonesas (cuyo nombre no recuerdo, así que perdón de antemano.

Puede que veas esta carta como una tontería. Quizás lo sea, pero en estos días que nos han tocado vivir, debemos buscar alegrías, sorpresas e ilusiones en cualquier sitio, y de cualquier forma. Sí de alguna manera, existe la mínima posibilidad de que llevando calcetines amarillos, con rayas de colores, y con los dedos enfundados independientemente, consiga sentirme estúpidamente mejor, bendito sea, y si con ello, consigo una sonrisa, de un voyeur anónimo, haremos que haya valido la pena llevarlos.

Algún día, si me lo pides, te los dejo. Un mundo sorprendente se abre en mi imaginación, ;-).

miércoles, 19 de enero de 2005

Viento



Mi abuela ha fallecido
Estoy seguro, que ahora descansa en paz
Y que seguirá con nosotros ayudándonos

domingo, 16 de enero de 2005

Días ausentes

Cuantas ganas tenía de escribirte. Disculpa sino no he podido hacer antes, pero estos últimos días algunas cosas se han precipitado. Tengo que confesarte que el principio de año no entro con muy buen pie, y la desgana me invadió, junto con las pesadillas oscuras. El día 5 por la noche, como te dije, me fui a Fuerteventura, y allí, no solo volví a ver a mi sobrinita, sino que además le eche una mano a mi hermano con su casa, convirtiendo una puerta de garaje en una pared con un ventanal de ladrillos de vidrio. Ese era el motivo principal del viaje, ayudarle.

De obra



Permíteme sino te hablo mucho de ello, para ir directamente a lo ocurrido con el regreso. El «viaje» duro unos cinco días. Al volver, las cosas habían dado un vuelco inesperado. Mi abuela, que desde siempre ha vivido con nosotros, y a sido las que nos a cuidado a mis seis hermanos y a la casa, ya que mis padres, ambos, han trabajado desde casi toda la vida, cayo gravemente enferma. Después de unos días, en los que veía visiones, con bichos que llenaban su cama, fuego en la casa, agua cayendo del techo, familiares muertos desde hace mucho, visitas y voces que nadie sentía, después de días sin dormir, y sin saber como cuidarla, y amaneciendo casi cataléptica, la llevamos a urgencias, y después de algunas circunstancias lamentables que con las que no vale la pena ahora ensuciar esta carta, sigue hospitalizada.

Los médicos dicen, que vayamos haciendo los trámites para una residencia de enfermos crónicos, que la lista de espera, es de casi un año, mientras a mi abuela hoy le han tenido que darle de comer por medio de un tubo por la nariz. También dicen, que es posible que mejore mínimamente.

La vida, dices, así es la vida. No estoy de acuerdo con ello. Nunca he sido de los que me he puesto de acuerdo con la mayoría. Ahora cabe preguntarse de que forma devolver todo lo dado a mi abuela. Por la noche imagino lo que puede estar pasando ella, ahora y en las diferentes etapas de la enfermedad. Los temblores, el andar cabizbaja, no escuchar bien, el mundo incomprendido alrededor, la lentitud de mis movimientos, lo deprisa que rueda las varillas del reloj, el no poder llevar en mis manos un sencillo plato...

Hoy no se si me dejarán entrar en urgencias, para con los ojos, agradecerle, reconocerle todo ello. Pero temo, que si la veo, allí, en la cama, de esa forma, lo único que pueda hacer, es apartar la mirada.

No soy fuerte, lo siento, no para esto, no para nada.

sábado, 8 de enero de 2005

Querida Cn

Perdona que no haya escogido otra forma para hablar contigo, pero nunca he sido un valiente, mis decisiones siempre se han resuelto de las formas más cobardes, y esta no iba a escapar de esa maldita lógica.

Aunque no leas esto, Cn, mi cuerpo me pide escribírtelo, como si en ello, se cumpliera un hechizo, y algo de luz invadiese mi oscuro mundo. Se que si la llegases a leer te parecerá estúpida, sin sentido, aún así, correré ese riesgo, y permitiré que estás letras, estos sentimientos, queden plasmados.

Hoy me has llamado a casa varias veces, y en todas ellas, me he negado a hablar contigo. Desde que al llegar a casa, me preguntaron quien era esa chica que había preguntado por mí, temía que volviera a sonar el teléfono de nuevo. A todos dije que si volvía la llamada, dijeran que no estaba, con la esperanza de esa forma de no hablar contigo, de huir del hecho. Estoy seguro, que lo que me ayudo a tomar esa decisión, es creer que el motivo de tu llamada no era otro, que agradecerme el cd de música que te hice llegar. Quizás por eso mismo, no me atrevía a hablar contigo. No se si era por enfado, o por la ilusión de que fuera algo más que eso, o quizás, seguramente, era por la esperanza, quizás estúpida, de que podía ser cualquier cosa.

No te enfades, no tengo nada contra ti. Más al contrario, te tengo en muy alta estima, te tengo un cariño muy especial. No malinterpretes mis palabras, eso sería lo más fácil. Hablando con nuestros comunes conocidos, sobre que sentimiento era el mío sobre ti, me costaba explicar, que era sencillamente, que disfrutaba con tu compañía, que hacías que todos los momentos fueran geniales, que toda angustia se olvidase, que cada minuto contigo, valiera la pena vivirlo. No se que significa eso, como ya te dije, lo fácil, es endosar que estoy enamorado. Yo no lo creo, o intento no hacerlo. Prefiero pensar que son ansias de amistad. Aunque quizás no sea yo la persona más correcta para explicar la diferencia.

Ahora que esto es una carta, y no estoy delante de ti, Cn, te confesaré un secreto. La primera vez que volviste a tus estudios, tan lejos de aquí, lloré. Serían justo los instantes en los que cogías el avión, o preparabas los últimos detalles de la vuelta, mientras yo en mi cama, encogido, con las rodillas en el pecho, los ojos cerrados, respiraba cortadamente, pues las lágrimas me impedían lo contrario.

¿Recuerdas cuando nos despedimos en la esquina de la plaza, con la bicicleta, la primera vez? Te dije que iba a ser la última que nos íbamos a ver. Tú tenías prisa por irte, tus padres te esperaban para cenar, y yo, sin miedo a caerte pesado o que pensarás mal de mi, no quería soltarte, no quería que te fueras, pues sabía, que aquello era más que una despedida. Tú decías que en las próximas vacaciones volveríamos a vernos todos, y yo, te mostraba la luna, como testiga de la realidad que nos envolvía.

Tú te fuiste: yo me fui: pero algo de mí, quedo en aquella esquina. Desde aquel día no paso por allí, por miedo a encontrármelo y tener que recogerlo, y quizás también con la esperanza de creer que allí en aquella esquina, todavía estamos despidiéndonos, hablándonos, riéndonos.

Contigo aprendí a ser egoísta, a no importarme nada si estoy contigo, a no temer ni siquiera caerte mal, por abusar de tu amabilidad, a enarbolar cualquier bandera, sin con ello consigo estar a tu lado, a que mueran personas si de esa forma me río contigo. A perder cordura y creencias si de esa forma te veo.


Cn, ella



Volviste en vacaciones, y varias veces más desde aquella vez. Pero ya no éramos ni tú ni yo. Todo había cambiado, y ahora son otros los que en otra plaza de despiden, con un chico ilusionado por algo que ruega a Dios que suceda, pero sabe que no podrá ser. Desde aquel día, en las veces que hemos coincido, en algunas milésimas de segundos, la luna desde algún lugar, nos ha devuelvo aquello que nos rodeaba, y hemos vuelto a ser los mismos. El problema que tengo ahora, es no saber si darle las gracias, o maldecirla por ello.

Un beso, Cn, para cuando el día que lo leas, y mil besos más, Cn, para todos los demás.

miércoles, 5 de enero de 2005

Viaje de 8 horas

Esta vez, ya ves, voy a ayudar a mi hermano con su casa, en el puente de reyes. Para llegar hasta allí, tengo delante unas deliciosas 8 horas de viaje, en un incomodísimo asiento, y con un enchufe encontrado por pura casualidad.

Vista desde el barco


Supongo que con ello, se dan por terminadas oficialmente estas navidades. Ha sido todo muy diferente. Creo que una frase que resumiera todo, sería un «totalmente atípicas». Nada volverá a ser como antes, mi relación con los que fueron compañeros del colegio ya no puede ser lo que era. El tiempo lo resienta todo y cada vez tiene menos sentido seguir con las mismas costumbres, sin saber cual es su significado.

Creo que de todo esto he aprendido. No se pueden forzar las cosas, y pedir peras al olmo. No podemos volver a lo que una vez fue, ni comportarnos como lo que no somos. Cada cual tiene su hueco en este mundo, el que le ha tocado desempeñar, cuando repartieron las cartas.

[...] La carta terminó ahí. El sueño me invadió, y fui directo a la butaca a dormir, la valentía y fuerza de los escritores trasnochadores no me acompaño en ese momento [...]

sábado, 1 de enero de 2005

Medianoche del 31

De fondo un cd puesto, un directo de Silvio Rodríguez con Pablo Milanes, aunque desde la ventana puedo ver los destellos de los fuegos artificiales. Intento refugiarme del mundanal ruido, pero no puedo evitarlo, allí fuera celebran la llegada de un nuevo año.

Tenía pensado escribir por motivo del nuevo año un resumen de este que ya hemos dejado atrás. Pero no quiero. He tenido años con momentos muy especiales que no volverán ya nunca más. Pero este año no ha sido así. Me pongo a pensar cual sería la respuesta ante la pregunta de lo mejor del año: No encuentro nada. Es un año para olvidar. Prefiero pensar en otros, este, no merece ni ser pronunciado.

Ahora me viene a la memoria aquel fin de año lejano de casa, celebrando la nochevieja trabajando. Sin lugar a dudas, el mejor de todos. Por la distancia geográfica, celebramos las campanadas dos veces, la primera desde la tele, con quizás alguno que otro que sobraba, y a la hora siguiente, de nuevo fin de año, esta vez sin tele, con la cuchara al extintor unas campanadas improvisadas, y los que teníamos que estar.

Aunque está grabada en video y se donde la tengo, nunca me he atrevido a volver a verlo. No puedo, no aguantaría, hay cosas que hay que dejar atrás, la vida, la realidad así ha ocurrido y no voy a contradecirla recordando todo aquello.

Me gustaría decir el nombre de todos aquellos, poner las fotos, para de alguna forma revivirlo, darle las gracias y que supieran lo importante de aquello y que siempre nos unirá. Me gustaría que supieran todo ello, de alguna forma reconocerles, darles todo mi amor, todos mis mejores deseos, todo lo bueno que pudiera dar el Mundo, pero no es así, ojala que supieran que en mis mejores recuerdos están ellos. Pero ninguno lo sabe, posiblemente no volveremos a vernos en la vida y nuestros caminos no volverán a cruzarse.

Dirás que soy pesimista, es fin de año, me da igual que lo digas. Estas son mis cartas, mis recuerdos, mi contexto, mis circunstancias, mi vida. Sí aquí no soy libre, si aquí no puedo ser lo que soy, en ningún otro sitio podré. Comienza un nuevo año, podrás suponer las ganas que tengo.

Comienza un nuevo año, ¿un año nuevo?