lunes, 29 de noviembre de 2004

¿Sirve dialogar?

Se que no lo verás como yo, y tendrás tu propia idea, pero me lo he preguntado, tras ver la comparecencia de expresidente José María Aznar. Se que la política, no es un tema que te apasione, que preferirías hablar de otras cosas, pero aún así, no sabes cuanto me ha impresionado sus declaraciones. Cuando escuchaba a los diferentes partidos hacerle preguntas, comprendí, que no buscaban, resolver ninguna duda, o aclarar nada. Ya iban todos, con sus ideas preconcebidas, más que preguntar, soltaban un discurso con lo que pensaban, y respondiese lo que respondiese el compareciente, seguían en la misma postura, y volvían, y volvían a lo mismo.

¿Así nos pasa a nosotros? Cuando hablamos, ¿verdaderamente escuchamos con ingenuidad o esperamos solo un argumento que nos apruebe nuestra idea? Supongo, que la mayor parte de las veces, no somos receptivos, no nos abrimos, con la intención de aprender, de recibir, de cambiar fruto a una respuesta. Vivimos con las cosas claras y muchas veces, no nos paramos a escuchar. Pensamos, que aquel es un cretino o no tiene razón, y nos cerramos en banda cuando habla. Hemos perdido algo, con la edad supongo. Nos creemos, que lo sabemos todo, que ya nada nos sorprende, que la verdad, y el bien, están de nuestras parte, y no queda ya nada por descubrir.

Ojala cambie, ojala tú y yo seamos diferentes, y empecemos a cambiar a los demás, que los escuchemos, que aprendemos, que nos sorprendan, ojala, que partamos sin nada, y que con cada conversación, con cada momento, construyamos algo nuevo.

domingo, 28 de noviembre de 2004

Declaración de Principios

Buenas noches, ante todo. No se si es de día, cuando publique está línea, o lo leas, pero al menos, al escribirlo así lo es, que es lo importante. Supongo que además, todas las cartas e historias, serán bajo el amparo de la noche, en soledad, en silencio y a oscuras, con los miedos, y los sueños, que en ella viven, en los refugios protegidos, o perdidos más que nunca. Que sea entonces, bajo el manto protector de la noche, estas cartas.

No se bien, porque las escribo, quizás, para que alguien las lea, o para tranquilizar mi conciencia, o pensar, que pueden servir como terapia, o estimulo. Las razones pueden ser cientas, pero no entremos en ello, que ya habrá tiempo para pensarlo. Lo que si quiero, es ser comprendido, en toda la magnitud posible. Pienso que sería bello, que todos nos conociéramos profundamente. Sí eso fuera posible, no dudo, que nos enamoraríamos todos, al descubrirnos, al desnudarnos, al compartir nuestra esencia, misterios, temores e ilusiones. Ya ves, pongo aquí de mi parte, y soy yo, el que se abre a ti, esperando, que tú, lo hagas algún día. Y espero que cuando llegue ese momento, esté yo preparado. Y hablar, entenderte, y llorar y reír juntos.

Tampoco se con que frecuencia te escribiré. Puede que todos los días, o cada dos, o una vez a la semana, o nunca. No puedo predecirlo, y temo, pues me conozco, que no puedo dar ninguna garantía, que en cualquier momento, me arrepienta, y dejo todo, como siempre, quién sabe. Que sea entonces, el tiempo quien lo diga, y no esta, la primera carta. Ojala, sea esta, un comienzo de algo duradero, ojala.

El tema, no esta tampoco decidido. Supongo, que ira surgiendo, casi espontáneamente. Intentaré que valga la pena, que se pueda sacar conclusiones, pensamientos de ello, moralejas, y que sirvan, para conocernos, para que al menos, pases un rato que haya valido la pena. No puedo asegurar que así lo sea, pero lo intentaré, no quiero aburrirte, solo hablar entre tú y yo, como dos viejos amigos, que se conocen de toda la vida, desde niños, sin nada que ocultarse, con buenos, y malos momentos, con historias comunes, y momentos para compartir.

No me alargaré más. No quiero hacer de esto, algo inerte, muerto, cuadriculado, con limites. Tiene que ser, convertirse, aspirar al menos, a ser algo vivo, con sentimientos, emociones, sinceridad, con rollos, lo admito también, quiero que sea, que trasmita, vida, que cuando lo leas, me veas a mi, directamente, más allá de la distancia, más allá de obstáculos, de ropa, de piel, de ojos incluso, y veas ahí, al corazón, a bocajarro, palpitando, que de tan cerca que lo veas, lo sientas tuyo. Quizás, algún día, en algún momento, un solo instante, lo consiga, y creas, que no hablo de mi, sino de ti, de nosotros.

Que sean estás, pues, el comienzo, y yo, el escribiente.


Vista nocturna desde mi cuarto