domingo, 11 de septiembre de 2005

La habitación

Lo se, he tenido suerte. Ahora estoy en la habitación, y puedo hacer las cosas que siempre quise y nunca pude antes. Puedo ver lo que quiera en la tele sin miedo a molestar a nadie, ni sentirme incomodado. Hay días, en los que me ducho varias veces, por el simple hecho de estar hasta media hora, bajo el agua, relajándome. Cuando salgo de la ducha, puedo pasarme otra media hora, poniéndome tranquilamente las cremas que quiera, sin tener ninguna presión, y me puedo pasar todo el día desnudo tranquilamente, sin ningún problema.

Poco a poco, la voy haciendo más mía. Mis objetos se van apoderando de cada esquina, con cierto desorden, y cada vez, me siento más cómodo en ella.

Aún así, cuando aún con el televisor con el sonido puesto, aun con el ruido del alrededor indique su presencia con el murmullo interminable, aún así, cuando todo calla y el silencio impera y por unos segundos desconecto de todo, pienso en la gente, en las personas que no están aquí, y las que podrían estar. Vienen a mi mente momentos pasados, y momentos nunca vividos, las que fueron, y las que podrían haber sido. En muchas de ellos, estás tú, directamente o no, pero tienes mucho que ver.

Quizás, por una vez por todos, las cosas cambien, y encuentre aquí mi lugar. Es posible, hace apenas unos días, hasta la ropa me aplastaba, pero ahora en cambio, me encuentro cómodo, y se que puedo estarlo aún más.

Nos veremos, espero, no tanto como quisiera yo, y quizás, no pueda decirte lo que quisiera, pero ojala que sirva para volver a cargar las pilas, llenarme de alegría, de ilusión, y seguir creyendo en lo mejor de la vida.


Un fuerte abrazo, un fuertísimo abrazo.

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