lunes, 27 de febrero de 2006

Duele cada día

Es duro estar sólo. El no compartir esas cosas que pasan por la cabeza, el no poder contarle a nadie esas cosas que casi nadie puede saber. Duele el encontrar gente en tu camino a quien deseas abrirte, y descubrir que no puedes, que al hacerlo, te harías daño a ti mismo.

Repites mil veces ante los demás, que cuenten contigo, que si no les escuchas, te griten, que no tengan miedo de hablar, pero luego, tú eres el primero en callar, y te das cuenta, que aunque invites a ello, terminas estando siempre en silencio, guardándotelo todo.

Y sin embargo, no pasa el día, en que piensas en ella, en la posibilidad de encontrarla de una maldita vez, y cambiar tu concepto de la vida. Abrazarla, tocar su piel, y no dejar ni un solo día, sin convertirte en uno con ella. Intentas no pensarlo, pero aún así, cuando duermes y no eres libre de tus pensamientos, vuelve a ti, y sueñas, sin poder controlarlo. Y así todos los días, todos los días.

Y cuando ves que todos quienes se acercan a ti, terminan alejándose, y que a veces, siempre más de las que te puedes permitir, cometes el fallo de enamorarte y te des cuenta de que es un error, y que en ocasiones, las ansias de encontrar esa alma te nubla la razón.

Aunque pase todos los días, y creas que uno se pueda acostumbrar a todo, no es cierto. Siempre duele, e incluso cada vez más, pues ves que no tiene apariencia de solucionarse, de acabarse todo, sino más bien el contrario, seguir, y seguir, sintiendo ese dolor, sufriendo y muriendo cada día. Eternamente.

Duele.