Es duro estar sólo. El no compartir esas cosas que pasan por la cabeza, el no poder contarle a nadie esas cosas que casi nadie puede saber. Duele el encontrar gente en tu camino a quien deseas abrirte, y descubrir que no puedes, que al hacerlo, te harías daño a ti mismo.
Repites mil veces ante los demás, que cuenten contigo, que si no les escuchas, te griten, que no tengan miedo de hablar, pero luego, tú eres el primero en callar, y te das cuenta, que aunque invites a ello, terminas estando siempre en silencio, guardándotelo todo.
Y sin embargo, no pasa el día, en que piensas en ella, en la posibilidad de encontrarla de una maldita vez, y cambiar tu concepto de la vida. Abrazarla, tocar su piel, y no dejar ni un solo día, sin convertirte en uno con ella. Intentas no pensarlo, pero aún así, cuando duermes y no eres libre de tus pensamientos, vuelve a ti, y sueñas, sin poder controlarlo. Y así todos los días, todos los días.
Y cuando ves que todos quienes se acercan a ti, terminan alejándose, y que a veces, siempre más de las que te puedes permitir, cometes el fallo de enamorarte y te des cuenta de que es un error, y que en ocasiones, las ansias de encontrar esa alma te nubla la razón.
Aunque pase todos los días, y creas que uno se pueda acostumbrar a todo, no es cierto. Siempre duele, e incluso cada vez más, pues ves que no tiene apariencia de solucionarse, de acabarse todo, sino más bien el contrario, seguir, y seguir, sintiendo ese dolor, sufriendo y muriendo cada día. Eternamente.
Duele.
Repites mil veces ante los demás, que cuenten contigo, que si no les escuchas, te griten, que no tengan miedo de hablar, pero luego, tú eres el primero en callar, y te das cuenta, que aunque invites a ello, terminas estando siempre en silencio, guardándotelo todo.
Y sin embargo, no pasa el día, en que piensas en ella, en la posibilidad de encontrarla de una maldita vez, y cambiar tu concepto de la vida. Abrazarla, tocar su piel, y no dejar ni un solo día, sin convertirte en uno con ella. Intentas no pensarlo, pero aún así, cuando duermes y no eres libre de tus pensamientos, vuelve a ti, y sueñas, sin poder controlarlo. Y así todos los días, todos los días.
Y cuando ves que todos quienes se acercan a ti, terminan alejándose, y que a veces, siempre más de las que te puedes permitir, cometes el fallo de enamorarte y te des cuenta de que es un error, y que en ocasiones, las ansias de encontrar esa alma te nubla la razón.
Aunque pase todos los días, y creas que uno se pueda acostumbrar a todo, no es cierto. Siempre duele, e incluso cada vez más, pues ves que no tiene apariencia de solucionarse, de acabarse todo, sino más bien el contrario, seguir, y seguir, sintiendo ese dolor, sufriendo y muriendo cada día. Eternamente.
Duele.