jueves, 31 de marzo de 2005

Toda la piel

Cada cierto tiempo necesito sentir el aire, el frío, en toda mi piel, sin ninguna atadura, sin nada que me presione, notando como esta se tersa, y se convierte en piel de gallina y el pelo se eriza. Me estiro completamente, y cada trozo de mi cuerpo, recupera sensibilidad y vida propia.

Estoy sin nada, sin ropa, sin reloj, sin gafas, sólo soy yo, lo que siempre ha estado, desde el principio. Mientras, todo queda a un lado, el mundo allí, yo aquí. Es en esos momentos, es cuando cierro los ojos, y me pongo a escuchar.

Noto como el frío hace que sienta toda mi piel. Es ahí, cuando tomo conciencia de lo que soy, de mi cuerpo, de mi mismo, todo se detiene.

Piel
Frio, fuego
Brisa

Piel

Aire

Piel

Respiro

Piel

Todo

Nada

miércoles, 30 de marzo de 2005

De ti y darte de mí

Estoy cansado de la vida superficial, las relaciones superficiales, las cosas superficiales. Nos encontramos en un mundo, donde sólo rige lo políticamente correcto, donde llevar una voz individual, es perseguido. Ya no podemos ser diferentes, todos tenemos que ser iguales. Nadie entiende las normas, nadie las comparte, pero todos debemos cumplirlas, y hacerlas cumplir.

No hay cabida a la sinceridad, cuando nos relacionamos. Sí queremos decir, hacer o enseñar algo, tenemos que detenernos, y pensar si es correcto o no. Aunque sintamos el deseo más fuerte y honesto que exista, hemos de mordernos la lengua, y reprimirnos.

Es lo que me está pasando desde hace un tiempo. Quiero ponerme en la mitad de la sala, y gritar. Pero no puedo ¿verdad? Quiero acercarme a cualquiera y darle un beso en los labios, pero no, no puedo. Quiero ir a una desconocida e invitarle a tomar un café, mientras le cuento mi vida, y espero que ella me cuente la suya. Quiero confesar un secreto, pero es imposible. Quiero decir Te amo. Quiero ir a la orilla, y tirar piedras al mar. Quiero desprenderme de todo, de todo, sin ocultar nada, mostrando todo lo que pueda. Deseo enviar un ramo de flores en cualquier fecha a la persona que quiera, sin arrepentirme de ello, o temer el que pensará, o pensarán los de su alrededor, o el mio. Quiero preguntar por tus cosas más personales, saber todo del ti, de él, de ellos, de ellas, pero de sus propias bocas. Vivir en una constante orgía de sentimientos y sinceridad, donde hablemos de todo, como si de antemano ya lo supiéramos, sin escandalizarnos. Sin quedarnos ocultando algo. Todo a bocajarro.

Ya no quiero relaciones a medias tintas. Vacías, sin contenido. Estoy harto de callarme las cosas, porque se que no debo de decirlas. Estoy harto de no decir lo que siento, por miedo. A soportar incomodidades, sin sentido. No. No lo quiero soportar más. Relaciones hipócritas se pueden conseguir a cientos. Amistad, sin impurezas, es más difícil, un imposible casi siempre.

Contigo, con estas cartas que te envío, he aprendido a eso. A ver lo que es importante, por lo que vale la pena luchar. Y que sin darme cuenta, siempre he buscado, siempre he necesitado, pero no había encontrado. No calles. No temas enseñarme nada, quiero saber todo de ti, no pienses que yo reaccionaré mal, no. Lo quiero hacer así. Lo contrario no sería verdad, y tú, te mereces que sea todo lo sincero que mis fuerzas lo permitan. Nosotros nos merecemos ser sinceros. Y puede que la verdad duela, pero será porque es real, y las cosas reales provocan sentimientos reales. Y ya estoy cansado, de las realidades falsas.

Quiero de ti, y darte de mí.

Con mis fotos

Llevo varios días sin escribirte, pues he estado enfrascado en uno de tantos proyectos personales, el de mis fotos. He querido, tu me has ayudado estando ahí, haciéndome reflexionar, a animándome con tus ojos, publicarlas en otra página, pues hay algunas muy personales, pero quería enseñárselas al mundo entero.

He querido con ello, dar un paso adelante hacia la libertad, hacia la individualidad, la pura sinceridad, el puro sentimiento.

Son mis fotos, la instantánea de mis retinas. Sin capas. Desde un desnudo mío, hasta la foto de un bebe. Cosas, que necesito mostrar. Y ello me hace sentir libre.

He cambiado, de alguna forma, me has hecho cambiar. Gracias a ti, creo un poco más en mí. Me has hecho dar pasos hacia delante, sin miedo, con orgullo, descargarme de prejuicios, y bañarme en sinceridad, en libertad. Y no me arrepiento. Siento que he quemado las naves, para no volver. Con ello he descubierto cosas, por ejemplo, mi relación con otras personas, lo que encuentro en ellos, y lo que intento buscar.

Me siento gallardamente orgulloso de ello.

domingo, 27 de marzo de 2005

Citando a eterna Galatea

Cuando dudes... Pregúntame.
Preguntame
Pregúntame, cuando no alcancen las palabras, o los fantasmas de un pasado tengan ocupada tu almohada. Cuando creas que me olvidé de la fantasía y de los gestos. Cuando te sorprendas porque no te llamé, ni te cogí el teléfono.

Pregúntame cuando la única melodía que suene sea el silencio. Y cuando nuestra canción suene en un supermercado, haciéndote recordar que el pasillo de los chocolates era mi preferido, y cuando no puedas entender el empeño que pusimos en perdernos el uno al otro.

Pregúntame, por favor, si me pasa lo mismo, si te sigo echando de menos, o si me encuentro perdida en mi mundo. Pregúntame si te busco en cada persona que me cruzo por la calle, o en cada llamada que recibo o en cada carta que habita el buzón. Si sería capaz de volver a empezar.

Pregúntame si sigo pensando que podemos seguir inventando un mapa cada día, y perdernos en un mañana. Si queda algo de nosotros que se pueda rescatar de las ruinas de nuestro jardín, y me permita seguir soñando. Pregúntame donde mantengo nuestras risas, nuestros besos y abrazos, y nuestras batallas sin final.

Pregúntame cuando dudes, cuando estés preocupado, cuando te lances al vacío, cuando no quieras saber nada de mí, o cuando lo necesites. Tan sólo pregúntame cuando necesites escuchar una sencilla respuesta.

Por Galatea;
gracias por permitirme,
hacerlo de alguna forma mío

miércoles, 23 de marzo de 2005

La frontera física

Creo que muchas veces, el conocer a alguien en carne y hueso, nos limita un montón. Siempre me ha gustado esa frase, «lo que se conoce, se limita», y pienso que es cierto.

Cuando hablas con alguien por Internet, y que estás seguro que está lejos de ti, a demasiada distancia, que no existe la posibilidad de veros físicamente, eres más libre para hablar, y contarle cualquier cosa, que de otra forma, no te atreverías.

Eso me pasa por ejemplo, con las cartas. Aquí me atrevo a escribirte de cualquier cosa, sin miedo, sin ataduras que me limiten, sin pensar en que dirán, o si es correcto o no dependiendo de lo que me rodea. No. Aquí no. Escribo lo más puro de mi, lo más yo mismo, y sobre lo que quiero. En cambio, nunca he hablado de esto con alguien en persona, quizás porque al fin al cabo, a nadie le interesa, o sencillamente, no la encontrado, o no hemos sabido abrirnos de esta forma. Es más, dudo que yo sepa hablarte como lo hago aquí.

Yo por la red, tengo amistades que nunca he visto, y que valoro en profundidad. Son unas pocas, pero importantes para mi, a las cuales rápidamente hecho de menos. Hay una, a la cual, posiblemente nunca veré. Y quizás, por eso mismo, soy totalmente sincero cuando hablo. Confieso mis temores, mis dudas de cualquier cosa (que son millones), y todo sin tapujos, sin fronteras, sin ojos que nos miren. De alguna forma, me he desnudado, enseñando todo lo oculto siendo conciente, para demostrar ese grado de confianza, de cariño, de admiración, y de entrega a la amistad (en algo más que eso, creo yo).

Es algo extraño, lo se. Pero es así. A veces, hay cosas que tienen que estar allí, que no debemos de traérnosla, no debemos hacer que traspasen la frontera de lo físico, de lo palpable, por miedo a que se muera.

Quizás sea eso, ingenuidad, desconocimiento, o también miedo, no se. Puede que seamos más nosotros mismos cuando no estamos atados, que es cuando somos más estado puro, para lo bueno o lo malo. O a lo mejor tampoco. Quizás somos tan libres, que dejamos de ser humanos.

No se, piensa tu por mi, por favor, qué debemos de hacer ante eso, qué opción escoger, qué lógica hay es todo esto. Hasta que punto hay que llegar. Yo creo saberlo...

lunes, 21 de marzo de 2005

De hospital

Pues en efecto, llevo tres días hospitalizado. Nada grave, no te preocupes. Tengo cierto problema con los alimentos. Por cuestiones que van más allá de mi entendimiento (el médico dice que es azar) tengo una hierna de hiato (asco de azar). Consiste en un estrechamiento en quien sabe donde, que cuando se produce no puedo tragar ningún alimento tanto sólido ni liquido. Normalmente, suele irse a los diez minutos, pero esta vez, tardaba más de 24 horas, y decidí ir a urgencias.


Mi habitación


Preferí ir solo, pues pensaba que iba a ser un solo momento, me darían algo, y a volver a beber y comer. Pero la situación no fue como lo planeado.

Decidieron ingresarme, más que por peligro, por precaución, había que alimentar el cuerpo de alguna forma, y la única alternativa, era a base de suero.

Debo de admitir, que nunca he sido un valiente, aunque sí tengo sangre fría, y al llamar a mis padres, me eché a llorar. Era consciente de que no era nada grave, al menos, nada doloroso, y al fin al cabo, era lo mejor, pero la impresión pudo conmigo.

La calle a donde daba mi ventana



Una vez ingresado, no tuve ningún problema, tuve la suerte por varios motivos, de que me tocase una habitación para mí sólo. Con su ventana hacia la calle, con tranquilidad absoluta. Por causa del suero fisiológico, no podía moverme de la cama, aunque estaba perfectamente. Pero oía los sonidos que provenían de la calle. Me ha encantado. Oír los bares, algunas gentes hablando, ¡Hasta oír la banda de una procesión de Semana Santa! Sin lugar a dudas, han sido unas vacaciones de lujo. Date cuenta que no ha sido en ningún momento doloroso, quizás incomodo, pero nada más. Eso sí, tengo que decirlo, cuando al segundo día, ya pude ingerir dieta liquida, por dios, esta no sabía absolutamente a nada, pero bueno, el sólo placer de ingerir algo, hacía que me lo tomara todo con sumo gusto.

Desde el primer momento, le dije a mis padres, que nadie se pasase por aquí, ni siquiera mis hermanos, por no hablar de amigos de la familia, y demás parroquia de toda la vida. No tengo nada contra ellos, pero me parece un espectáculo cuanto menos evitable. No quiero molestarlos, y que tengan que venir, y hacer todo automáticamente, eso de preguntar cómo estás, qué tal duermes, y que te ha dicho los médicos. No se, supongo que es culpa mía, de alguna forma, tengo miedo a las cosas sin sentimientos, automáticas, que las hacemos por que es lo que debemos hacer, más allá de la lógica, o el verdadero sentimiento de compañía y solidaridad que los acompaña. Aun así algunos vinieron, mostrando así sus sentimientos de apoyo. Pero por suerte, fueron los mínimos.


El suero fisológico



Llame a un amigo para comentárselo, quizás por que sabía que le era imposible venir, y se lo comenté, al fin al cabo, es mejor que lo supiera por mí, que por otra persona. Le explique que no era nada, pues es la verdad, y que prefería en todo caso que no viniera él, ni nadie de mí limitado circulo de amigos o conocidos. Soy de la opinión firme, que si no se preocupan de ti, cuando estás bien, irte a visitar cuando estás mal, no tiene mucho sentido.

Debo de matizar mis palabras, por justicia más bien; No digo que no se preocupen por ti cuando estés bien, sino que se preocupan mucho más, cuando te encuentras enfermo, o en una situación parecida a la que tengo yo ahora. Pero bueno, todos somos humanos, y en estos momentos, la amistad asume mayor fuerza, y nos vemos obligados a visitar al enfermo, para que de alguna forma, ayudarle y darle ánimos, aunque, como yo, no sepamos bien, como hacerlo.



La ventana desde mi cama




Mañana me darán de alta. Luego tendré que venir a consulta, hacerme pruebas para dentro de un mes operarme. No es nada importante, dentro de lo que cabe: al día siguiente podré salir sin problemas. Y todo esto será una anécdota. En un primer momento, temí la operación, pues no sabía si estarían involucradas las cuerdas vocales, pero me han dicho que no, que es más abajo, y no hay ningún problema.

Supongo, que dentro de unos días, esto no será más que una anécdota, unos días de reposo, y de nuevas lecciones de cosas aprendidas, y dentro de poco más, una bonita cicatriz, para contar en las playas. No se que historia contar, la del hermano mellizo muerto cuando nací, o la de herida de metralla, en ejercicios en el ejercito, o sencillamente la verdadera. Bueno, seguramente, ya se me ocurrirá alguna más original.

No te preocupes, en serio, no ha sido nada, más al contrario, necesitaba todo esto, como toda persona peculiar, me tienen que pasar cosas particulares, sino, cuanto me aburriría, ¿o no?

Un fuerte abrazo, y hasta pronto.

jueves, 17 de marzo de 2005

Rick


RICK: (DIRIGIÉNDOSE A RENAULT) Los nombres son Víctor Laszlo y señora.

ILSA: ¿pero por qué?, ¿por qué mi nombre?

RICK: Porque te irás en ese avión.

ILSA: No lo entiendo Richard, ¿y tú?.

RICK: Yo me quedaré aquí con Renault hasta que el avión haya despegado.

ILSA: (EN TONO DESESPERADO) No, Richard, no, ¿qué te ha ocurrido?, anoche dijimos...

RICK: Anoche dijimos muchas cosas. Tú dijiste que yo tenía que pensar por los dos, y después de hacerlo he llegado a la conclusión de que debes ir con Víctor, que es a quien...

ILSA: (INTERRUMPIÉNDOLO) Pero Richard no...

RICK: Por favor, escúchame. ¿Tienes idea de lo que deberías soportar aquí? Lo más probable es que los dos acabáramos en un campo de concentración. ¿No es así Louis?

RENAULT: Me temo que Strasser insistiese en ello.

ILSA: Lo dices sólo para que me vaya.

RICK: Lo digo porque es verdad. Tú y yo sabemos que perteneces a Víctor, eres el impulso para que él siga adelante. Si ese avión sale, y tú no estas con él, lo lamentarás.

ILSA: ¡No!

RICK: Tal vez hoy no, puede que mañana tampoco, pero sucederá algún día.


Casablanca


ILSA: Pero... ¿y nosotros?

RICK: Siempre nos quedará París, no lo teníamos, lo habíamos perdido, hasta que tú llegaste a Casablanca. Anoche lo recuperamos.

ILSA: Te dije que no volvería a dejarte.

RICK: No lo harás. Yo también tengo una misión, a donde voy no puedes seguirme, lo que he de hacer no puedes compartirlo. No pretendo hacerme el altruista, pero comprende que los problemas de tres personas no importan gran cosa en este enloquecido mundo. Algún día lo comprenderás. (ILSA COMIENZA A LLORAR). ¡Oh, vamos!, ¡ánimo! Te deseo suerte.


Casablanca, 1942

lunes, 14 de marzo de 2005

A veces ocurre

A veces ocurre, es inevitable. Tienes por azar una conversación con alguien, aunque sea sólo por escrito, y tu imaginación, te juega una mala pasada, y te deja varios días sin dormir.

Por un instante, sin quererlo, aunque intentas huir toda tu vida de esos momentos, caes totalmente, y empiezas a soñar con cosas imposibles, creyendo que es real.

A veces también, de un ligero saludo, sacas mil una conclusiones que te hace pensar, que ella te quiera, que es una de esas «señales» que te envía de forma inconciente, pero te demuestra, que algo de lo que tu sientes, es compartido por los dos.

Y en efecto, caes. Empiezas a volar, a imaginar, te dejas llevar. Cierras los ojos, y un mundo nuevo nace para ti.


Eva


Luego, poco a poco, te das cuenta que te has equivocado. Que en verdad, no estabas en el aire, como mucho, saltando, como un niño quizás. Que incluso a lo mejor, era todo una broma, o como mínimo, una equivocación por tu parte al ver lo que no era.

Luego sólo queda levantarte, arreglarte la ropa, y sonreír, sonreír por fuera, para que no se note la caída. Y el dolor que te ha causado.

miércoles, 9 de marzo de 2005

En tus manos está

No te preguntes el por qué, si hubiera la mínima posibilidad de que exista un mundo mejor, donde todo lo bueno de nosotros reluzca frente a los malos momentos, y poder confiar el uno del otro, hazlo.

Puede que quizás no creas en ello, y tal como te lo he dicho, te olvides, y no me hagas caso; en algo tan sencillo y fácil, se esconde mil y un secretos. Si no luchas por ello, es señal de que nada importa, y nada es posible, y que soñar, mirar a los ojos al otro, creer en algo mejor más allá de lo material, es una estupidez, digna de ilusos.

Hazlo, te lo ruego, con ello, no se convertirá todo por arte de magia, como si de un conjuro se tratase, en un mundo mejor, en el que todo es posible. Puede que los problemas no se solucionen, pero seguro, que será el comienzo de algo. Seguro. Te lo juro.

No te acuestes, no dejes pasar más de 24 horas, sin saber donde se esconde el país de Nuncajamás, averígualo como quieras, preguntándolo a alguien, buscándolo por la red, viéndolo en Peter Pan, da igual, lo importante, es si crees en ello, y lo averigües de la forma que sea, pero no dejes pasar por nada del mundo ese tiempo, sino, será señal que en el fondo, no crees en ello.

Te lo ruego, en tus sencillas manos, esta todo. En lo que hagas, en la postura que tomes, se encierra la clave de todo. Sí lo consigues, si te pones a ello, podremos seguir creyendo, si decides olvidarlo, y no hacer caso, todo esto será una estupidez, y no tendrá sentido, y creer en ello, será la mayor insensatez.

Lo acabas de leer, ahora comienza el plazo, da igual el día que sea, o la hora, como si esto llevase escrito desde hace ya demasiado tiempo, a el has llegado.

No me lo desveles, cada cual debe superar la prueba, escoger su opción, aceptarla, y salvar o condenar el mundo.

Ahora mira en tus manos, mira sus palmas. Los dedos, míralas detenidamente.



¿Lo ves? En ellas, está elegir ahora.

lunes, 7 de marzo de 2005

Hace tiempo

Hace tiempo que no se nada de ti. Ahora cuando lo pienso, quizás, nunca he llegado a saber nada de como eres en el fondo. Supongo que apenas te conozco, que si me tapase los ojos, y pasaras delante mía, no sabría verte.

Al fin al cabo, quizás eso no sea importante. Posiblemente a lo largo de la vida, pasan muchas personas por delante de nosotros. Por un momento, nos fijamos, le miramos arriba abajo, compartiendo el viaje, el turno en la cola, la llegada de nuestro piso en el ascensor, o simplemente la calle.

Y ya esta. Termina lo que nos une. Llega nuestra parada, o giramos a la esquina. Y se acabo todo. Podrían haberse escrito cientos de historia de ese instante. Podía haber sido el comienzo de algo nuevo. Quizás el descubrimiento ante dos personas. Pero todo queda en nada.

Posiblemente nunca más vuelvan a verse. Incluso puede que vuelva a pasar, pero no se acordarán, no se mirarán, no aprovecharan la oportunidad dada. ¿Para qué? No podemos hacer de cada encuentro una vida. Sería imposible.

Hemos coincidido tú y yo en algún sitio en algún momento. Quizás fue en un trabajo, en un curso, paseando, compartiendo afición, leyéndonos, o en mil ascensores. A lo mejor fue en una etapa de nuestra vida, que ya pasó ¿quién lo sabe?

Llega la parada. Levantas la cabeza mientras te haces suavemente hacia atrás el pelo, pasándolo por encima de la oreja. Te levantas del asiento. Todo se detiene. Miras de un lado a otro, se abren las puertas. Te bajas.

Se acabo ya todo.

Se cierran las puertas. Y yo sigo dentro.

Los chicos del coro

Hace unos minutos que he visto la película «Los chicos del coro». Supongo que habrás oído hablar de ella. Desde el principio, se parece mucho a otra película única, «Cinema Paraíso». Pero eso no quita, para invitarte a que la veas, es muy bonita, quizás no sea de las mejores de la historia, pero sin lugar a dudas, sí de los últimos años.

Después de tantas cartas tristes, supongo que esa sería la definición más correcta de estas cartas, las cartas tristes de un cualquiera, pero esta vez, quería hablar de algo hermoso, algo positivo, algo que nos sirva para sentirnos mejor. Y es esta película. Un orfanato, con niños problemáticos, cambian con la llegada de un profesor de música. Me da igual que sea un argumento muy sencillo, desde el primer momento, temí aquello que nos pasa pocas veces, que tenemos miedo a que se acabe. En nuestra vida necesitamos de sentimientos como los que nos trasmite la película, y olvidarnos por un momento de todo lo demás. Volar lejos y escapar. Creer en un mundo mejor, sin enfermedades, sin dolor, sin el sufrir de cada día.


El profesor Clément Mathieu



Puede que el final, fuese feliz, no sabría decirlo. Tampoco es que sea malo, sencillamente, es un final, sin perdices, pero final al fin al cabo, más real a lo mejor. Terminas con la idea, de que un mundo mejor puede ser posible, que tras siglos y siglos de razón y ciencia, no son nada frente a la música, el arte, los sentimientos. Con ella, he vuelto a creer en algo que no puede ser derivado por la física, que no puede limitarse con la matemática, ni entendido con la sicología. Hay cosas, que están por encima de todo ello, a años luz, a la que todas las ciencias terminan rindiendo pleitesía. Ante una imagen, una película, un libro, un piano, un coro, una palabra, todo cae. Eso es evolución, eso es sentirnos hombres, todo eso es algo por lo que luchar.

El mundo necesita de cosas así. De metas más allá de la económica y material, debe de romper la cadena del dinero, para volar libre. Pero no puede ser. Estas cosas, esta película, nos recuerdan en que debemos de luchar, pero la realidad justo después, nos despierta de los sueños, y nos recuerda la realidad de los números.

Al medio día, al llegar a casa, me he acostado con el chabusquero puesto, no he querido saber nada del mundo. Sólo me he levantado al llegar la noche. He comido algo, y he visto en mi cuarto la película. Ahora todos en la casa duermen. En la calle hay silencio, los semáforos repiten su coreografía sin público.

Mañana tengo que madrugar.

domingo, 6 de marzo de 2005

Semana prometedora

Esta semana que empieza, promete ser una de esas, que marcan, algo así, como un trozo de miga de pan, de un camino a recorrer. Esta semana, tengo unos siete exámenes, ni siquiera se cuantos, primordiales para aprobar el maldito curso, y poder al menos, aspirar a ir a la universidad. Después de todo lo vivido y dicho, vuelvo a caer en lo mismo. No voy a presentarme a ninguno. Supongo, que terminaré sacándomelo en dos o tres años. Genial.

Vuelve a mí la idea de regresar al ejército. Me duele que sea mi única salida. Si lo hago, tendré un sueldo, unas condiciones de vida mejor, independencia, una nueva tierra por descubrir, una nueva oportunidad para nacer. No es un trabajo de por vida, te terminan echando, y te vas sin nada en las manos. Tengo miedo a equivocarme, tener un mal destino, malos compañeros, habituarme, dejarme llevar. Ser la misma persona allí como aquí.

No tengo fuerzas para seguir, estoy cansado de mi mismo. Debo de dejarme por un tiempo, huir, y no verme en una temporada. Estoy cansado de notarme todos los días, de lamentar constantemente, de no evolucionar, de volver a tropezar en las mismas piedras, levantarme cada día, igual. De los cambios de humor, de los sueños irrealizables, de no saber relacionarme con las personas. De temer a la oscuridad. De tropezarme en cada esquina con mi sombra.

Intento correr, pero siempre me encuentro. Siempre lo mismo. Necesito escapar de mi mismo unas horas. Necesito dormir, o eso, o te maldigo.

Te volveré a escribir, te lo prometo.

martes, 1 de marzo de 2005

Vagabundeando


Hoy recorro internet, los chats, las páginas, intentando encontrar alguien con quien hablar. Me encuentro más si cabe sólo.

No hay con quien hablar. No hay a quien llamar. No hay a quien oir. Llevo horas conectado, intentando encontrar al menos algo que haga que haya valido la pena esta tarde perdida en la red. Pero nada.

Entro en los chats, y no consigo congeniar con nadie.

Nadie.

Me pregunto que pasaría si gritase con toda mi fuerza, si habría eco.

Nadie, nada, nada, nadie.


Nada