A veces, más que nunca, me siento mortal, pierdo todo rumbo, y me siento más humano que en ningún otro momento, y el dolor, el amor, y todos los sentimientos, se vuelven intensos hasta sentir su sabor en el paladar.
En ese momento te conviertes en vulnerable, y notas todas las heridas en tu piel. Sientes que en verdad, estás herido; herido gravemente. Te das cuenta, que no eres tan inmortal como pensabas, que el fondo, no eres tanto, que tienes penas, alegrías, circunstancias. El mundo se te detiene, y tomas conciencia, de lo que en verdad eres.
Más allá de la imagen romántica que se pueda tener de ese momento, es una situación brutal y lamentable. Imagina, te lo pido, esos cangrejos de playa, que caminan metidos en su concha. Imagina que de golpe, en un segundo, se la quitas, y queda totalmente indefenso ante el mundo. Su partes más delicadas, las más blandas, las más vulnerables, se exponen al sol, y el pobre cangrejo, siente lo indefenso que esta, que hasta el propio sol le hace daño.
Cuando pasa, también sufre la gente que esta a tu alrededor. Sin saber muy bien porque, se encuentran con alguien así, que hasta a perdido su propia identidad. Te encuentras con un desecho de persona, que sólo habla desde la locura, la estupidez, y la fe. Vendiendo la lógica a muy bajo precio, desde sus primeras palabras.
No sientas pena por alguien, o mejor dicho, algo así. Ha dejado de ser hombre, como tú o como yo, para convertirse en el reflejo de otra cosa. Ha dejado de ser inmortal, como cuando nos vemos, y hablamos al encontrarnos de las cosas que importan de verdad, lo que nos pasa cada día, o lo que haremos. Ya no es inmortal, como lo son esas personas que habitan las calles, las escuelas, las tiendas, que nos encontramos cuando salimos, de aquí para allá, cada uno, con su eterna vida, sin plantearnos en ningún sólo momento la mortalidad de las almas.
No, no es inmortal, como todos nosotros lo somos. Eternos siempre vivos. La muerte, la mortalidad, no existe en nuestras vidas. Sólo en breves instantes, cuando las vemos en otros. Y rápidamente, quizás como autodefensa, desaparece de nuestra mente, eternamente para siempre.
Mortal... hoy tengo un ataque de mortal.
En ese momento te conviertes en vulnerable, y notas todas las heridas en tu piel. Sientes que en verdad, estás herido; herido gravemente. Te das cuenta, que no eres tan inmortal como pensabas, que el fondo, no eres tanto, que tienes penas, alegrías, circunstancias. El mundo se te detiene, y tomas conciencia, de lo que en verdad eres.
Más allá de la imagen romántica que se pueda tener de ese momento, es una situación brutal y lamentable. Imagina, te lo pido, esos cangrejos de playa, que caminan metidos en su concha. Imagina que de golpe, en un segundo, se la quitas, y queda totalmente indefenso ante el mundo. Su partes más delicadas, las más blandas, las más vulnerables, se exponen al sol, y el pobre cangrejo, siente lo indefenso que esta, que hasta el propio sol le hace daño.
Cuando pasa, también sufre la gente que esta a tu alrededor. Sin saber muy bien porque, se encuentran con alguien así, que hasta a perdido su propia identidad. Te encuentras con un desecho de persona, que sólo habla desde la locura, la estupidez, y la fe. Vendiendo la lógica a muy bajo precio, desde sus primeras palabras.
No sientas pena por alguien, o mejor dicho, algo así. Ha dejado de ser hombre, como tú o como yo, para convertirse en el reflejo de otra cosa. Ha dejado de ser inmortal, como cuando nos vemos, y hablamos al encontrarnos de las cosas que importan de verdad, lo que nos pasa cada día, o lo que haremos. Ya no es inmortal, como lo son esas personas que habitan las calles, las escuelas, las tiendas, que nos encontramos cuando salimos, de aquí para allá, cada uno, con su eterna vida, sin plantearnos en ningún sólo momento la mortalidad de las almas.
No, no es inmortal, como todos nosotros lo somos. Eternos siempre vivos. La muerte, la mortalidad, no existe en nuestras vidas. Sólo en breves instantes, cuando las vemos en otros. Y rápidamente, quizás como autodefensa, desaparece de nuestra mente, eternamente para siempre.
Mortal... hoy tengo un ataque de mortal.
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