Internet, es algo diferente, en el fondo, no es un mundo real, aquí las cosas, son distintas a lo que vemos cada día en la calle.
Quizás porque aquí uno es libre de ser como quiera ser, de mostrarse, comportarse o decir libremente, sin ataduras, te encuentras cosas que te sorprenden.
Puedes encontrarte miradas de otras personas, que te muestran lo que nunca antes habían mostrado a nadie, o te cuentan el sueño que tuvieron anoche, que de otra forma se perdería. Hay quien comparte sus temores, mientras su nostalgia se mezcla con las lágrimas.
Los hay, quien te narra un cuento, que olvidan que una vez traicionamos al niño que llevamos dentro, y desde esa ingenuidad, nos hablan, nos muestran, nos redescubren, como es el mundo. También hay quien llora contigo, y no duda en abrirse su corazón para que veas lo que siente de verdad, sin intermediarios.
También encuentras gente desconocida, que te invita a pasar a su vida, y te cuenta lo que le esta pasando, cosas, que no ha contado a nadie más, y te habla de lo mal que lo esta, o la sonrisa que le robaron sin darse cuenta, o lo que le ilumina sus días.
Luego hay quien te presta sus ojos, y con ellos miras de una forma diferente, y te percatas de cosas en las que nunca te habías detenido antes.
Los que hay que no dudan ni un segundo, en ayudarte en lo que sea, que se preocupan de gente anónima de las que nunca sabrán nada, que crean una herramienta, y la regalan sin nada a cambio, o colaboran en proyectos sin ningún beneficio aparente, pero que ayudan a seguir evolucionando como personas.
Es algo mágico, y parece imposible, pero sucede. Es algo extraño, esto que encuentras. En el mundo real, todo esto es impensable, pero aquí, sucede constantemente. Por eso estas cosas que pasan cada segundo, hacen que recupere la fe en las personas, que las quiera más, y que quepa en mi, la esperanza de ver lo mejor de ellas.
Eso tiene la red, te hace encontrar los tesoros que escondemos en nuestro interior, y que nos negamos a enseñar al resto del mundo. Esa es una de las pocas lecciones que he aprendido en mi vida, que en el fondo de nosotros mismos, de todos nosotros, se encuentran tesoros de incalculable valor, y si los viéramos, si nos diéramos cuenta de ellos, toda esa magia, invadiría nuestras vidas, y los sueños, se cumplirían despiertos. Por ello, de alguna forma todo esto me hace sentirme un hombre rico.
Hablo de una utopía, lo se, pero no me doy cuenta de ello. Parece tan fácil, pero en el fondo, es imposible, y no entiendo bien el porque.
«Aquí llega mi turno, la cadena de manos enlazadas se aproxima, y siento que alguien me coge fuerte. Me agarro enérgicamente, e intento no caer. A su vez, siento que otros se agarran a mí, y me convierto en un eslabón más de la cadena mágica...»
Quizás porque aquí uno es libre de ser como quiera ser, de mostrarse, comportarse o decir libremente, sin ataduras, te encuentras cosas que te sorprenden.
Puedes encontrarte miradas de otras personas, que te muestran lo que nunca antes habían mostrado a nadie, o te cuentan el sueño que tuvieron anoche, que de otra forma se perdería. Hay quien comparte sus temores, mientras su nostalgia se mezcla con las lágrimas.
Los hay, quien te narra un cuento, que olvidan que una vez traicionamos al niño que llevamos dentro, y desde esa ingenuidad, nos hablan, nos muestran, nos redescubren, como es el mundo. También hay quien llora contigo, y no duda en abrirse su corazón para que veas lo que siente de verdad, sin intermediarios.
También encuentras gente desconocida, que te invita a pasar a su vida, y te cuenta lo que le esta pasando, cosas, que no ha contado a nadie más, y te habla de lo mal que lo esta, o la sonrisa que le robaron sin darse cuenta, o lo que le ilumina sus días.
Luego hay quien te presta sus ojos, y con ellos miras de una forma diferente, y te percatas de cosas en las que nunca te habías detenido antes.
Los que hay que no dudan ni un segundo, en ayudarte en lo que sea, que se preocupan de gente anónima de las que nunca sabrán nada, que crean una herramienta, y la regalan sin nada a cambio, o colaboran en proyectos sin ningún beneficio aparente, pero que ayudan a seguir evolucionando como personas.
Es algo mágico, y parece imposible, pero sucede. Es algo extraño, esto que encuentras. En el mundo real, todo esto es impensable, pero aquí, sucede constantemente. Por eso estas cosas que pasan cada segundo, hacen que recupere la fe en las personas, que las quiera más, y que quepa en mi, la esperanza de ver lo mejor de ellas.
Eso tiene la red, te hace encontrar los tesoros que escondemos en nuestro interior, y que nos negamos a enseñar al resto del mundo. Esa es una de las pocas lecciones que he aprendido en mi vida, que en el fondo de nosotros mismos, de todos nosotros, se encuentran tesoros de incalculable valor, y si los viéramos, si nos diéramos cuenta de ellos, toda esa magia, invadiría nuestras vidas, y los sueños, se cumplirían despiertos. Por ello, de alguna forma todo esto me hace sentirme un hombre rico.
Hablo de una utopía, lo se, pero no me doy cuenta de ello. Parece tan fácil, pero en el fondo, es imposible, y no entiendo bien el porque.
«Aquí llega mi turno, la cadena de manos enlazadas se aproxima, y siento que alguien me coge fuerte. Me agarro enérgicamente, e intento no caer. A su vez, siento que otros se agarran a mí, y me convierto en un eslabón más de la cadena mágica...»
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