Llevo varios días sin escribirte. Demasiadas cosas, demasiadas gotas, que hacen rebosar el vaso. Me pasa de vez en cuando. Se suma un montón de cosas, y paso unos días doloridos, mustios, abatidos, donde no quieres saber nada de nadie, pero a la vez, es cuando más los necesitas.
El móvil, queda apagado, y solo lo enciendes por la noche, apenas unos minutos, con la esperanza de tener algún mensaje, o llamada perdida, pero no aparece ninguna. Ni siquiera intentarás gritar, pues sabes que nadie te escucha. Intentas pensar en algo positivo, pero no lo consigues, las fuerzas te vencen, y derrotado, te sientes más que nunca, completamente solo, y dudas de tener un lugar en este mundo para ti.
La única esperanza que te queda, es casi una amenaza, «el pasar inexorable del reloj», sabes que todo seguirá igual, que no existen milagros, ni momentos que hagan que todo cambie. Nunca ha pasado ni pasará, pero sabes, siempre ha sido así, que mañana cuando despiertes, estará todo igual, de nada habrá servido tu estado de animo, tus malos momentos, mañana empezará todo de nuevo, contigo o sin ti.
El móvil, queda muerto ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario