Recuerdo, que muchos momentos, hace años, les odiaba, por su conducta, y otras cosas que les reprochaba, pues supongo, que como todos los hijos, tenía mis diferencias, recuerdo incluso, una temporada, en la que discutíamos diariamente, casi como si perteneciera a la monotonía. Llego un momento, que tuve que irme de casa, por varias razones, una de las cuales que hizo decidirme, fue esa. Marche lejos, muy lejos, viviendo en total independencia tanto física, como económica. Fue ahí, cuando empecé a entenderles. Con el sueldo que recibía, tenía que hacer esfuerzos para llegar a fin de mes, y no lo conseguía, posiblemente por que yo era un derrochador, y nada ahorraba. Fui allí, cuando me sorprendí, de como fueron capaces mis padres, con salarios peores, sostener una casa, con siete niños, que nunca nos faltara nada, que tuviéramos la oportunidad de estudiar en los mejores colegios, mientras que ellos, se privaban de todo capricho, afición o gasto que no fuera directo hacia nosotros.

En cambio nosotros, no respondimos. Algunos dejamos los estudios, y ya sea por las razones que sean, les hemos provocado miles de disgustos. Pero ellos nunca han dado la espalda ni se han rendido. Pueden que en algunos aspectos, no hayan sido buenos padres, no se los recrimino, ni yo ni nadie puede, y que hubieron cosas, que hicieron mal, pero aun así, su espíritu de sacrificio es único, y jamás podré devolverles lo que nos han dado.
Se que volverán las situaciones tensas, momentos que me enfadaré con ellos, pero también se, que no será justo por mi parte, que serán esos momentos, inconcientes, sin pensarlos, por la ira quizás. Puede que no les entienda, pero los admiro intensamente, y a ellos, más allá de lo que soy, les debo todo lo que me han dado, y renunciado ellos.
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