No se si a ti pasa, pero a veces, algunas películas, se meten dentro de ti, porque de alguna forma, te sientes identificado. Recuerdo por ejemplo cuando vi «Los lunes al sol», fue en la época en la que deje mi trabajo en la península, y volvía a casa de mis padres (nunca volvería a ser la mía) sin saber bien cual iba a ser mi futuro. Recuerdo que me sentí muy mal, que comprendía, creo, las sensaciones de sus protagonistas y compartía sus penas y preocupaciones. De alguna forma, era como un reflejo de lo que me estaba pasando, o me podía pasar.
Viendo Family man sentí algo parecido. No me veía reflejado esta vez, pero si me calo muy adentro. Supongo que te acordarás de lo que va la película, el protagonista es un alto ejecutivo, con su Ferrari, su apartamento de 300 metros en un rascacielos, y pudiendo comprar todo lo que pudiera desear. En un momento dado, tiene una visión de lo que hubiera sido su vida, de no haber escogido dedicarse de lleno al mundo empresarial. En esa vida que no escogió tenía dos hijos, una modesta casa con su hipoteca, un viejo coche, una mujer excepcional, y un trabajo de vendedor de neumáticos. Aunque a principio le repulsa esa realidad, se termina acostumbrando y se da cuenta de lo que vale en verdad las cosas buenas de la vida.

Se que no me quedé con la enseñanza adecuada, pero impactó. En ese momento, me preguntaba que sería de mi vida. Me sorprendió la entrega de la mujer que tenía, que aunque tenían duros baches, renunciaba a todo por estar juntos. Tengo miedo, ¿Sabes? Por que se que nunca tendré a una mujer así. Tengo miedo, porque nunca conseguiré ninguna de las posibilidades de las que sale en la película. Tengo una teoría (dudo de si hablarte de ello, pero que demonios, estás son mis cartas, aquí habla el corazón, no la cabeza), creo que en la vida todo tiene su lógica, y su contrarreplica. Por ejemplo, para que exista el negro, tiene que haber el blanco. Pues a su vez, si no existiera el blanco, no podría haber negro. Lo mismo pasa, con el bien y el mal. Sino existiera el mal, no habría bien, pues todo sería normal, y con ello, moriría el bien. Para que existan políticas de izquierdas, tiene que haberlas de derecha, y si existen estas, son por que contraposición de las otras, de las de izquierda. Y así, con este tira y afloja, se estructura el mundo, con su gama de colores intermedios por ejemplo.
Lo mismo pasa con los «eremitas». En la vida, todos conocemos al chico o a la chica, que es amigo de todos, que no tiene ningún problema para hacer amistades, que la vida le sonríe, y sabe salir de los problemas que como a todo el mundo le surgen cada día. Pues siguiendo las reglas de las Contraposiciones, para que exista alguien así, tiene que haber otro que nunca salga de su casa, que no tenga amigos, que no tenga confianza en nadie y que siempre haya estado solo. Si alguien llega primero en una carrera, siempre habrá un último. Si alguien triunfa, es porque alguien ha sido derrotado, si existe un arriba es por que hay un abajo. Y eso, no podemos cambiarlo.
Te sorprenderá, pero yo ya he llegado un momento, que lo veo normal. Me he acostumbrado, lo he asimilado y ya esta. Darles más vueltas es lo peor, pues te sientes mal, al fin al cabo, como dicen los libros, el ignorante es feliz frente al sabio, porque no es conciente de cuan ignorante es. Mejor así, sin conocer, o al menos, sin conocer más. Te escribo esto, y eso me ayuda, de alguna forma me hace sentir acompañado porque creo que lo lees y que con ello... da igual. Dejémoslo aquí. Ya es suficientemente largo, y suficientemente pesimista. Demasiado contenido para una sola carta. Ya hablaremos, te lo prometo.
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