martes, 22 de febrero de 2005

Vicio inconfesable


De alguna forma, con cada línea escrita, acepto más la condición, de que nadie que me conozca, pueda leer estas cartas. Son demasiado personales, de tuyas y mías, y de nadie más. Y quiero dar un paso adelante, abrirme más, y contarte un vicio inconfesable.

Me encanta todo lo femenino, pero hasta un punto incomprensible. La ropa, por ejemplo, me deja ensimismado. Me fijo en los escaparates, viendo las chaquetas, los pañuelos, las bailarinas o la bufanda, pues es ahí, al fin al cabo, donde puedo mirar detenidamente sin tener que bajar la mirada, o quitarla rápidamente por miedo a ser descubierto. Me gusta las historias de mujeres, sus problemas, sus secretos, su cada día. Todo aquello que represente a la mujer, me encanta, lo hago mió.

Y sobre todo, su cuerpo. Me paso horas y horas, viendo fotografías de mujeres desnudas. No puedo evitarlo, no puedo parar. Siempre quiero más. Cuando empiezo, todo lo que está a mí alrededor pasa a un último plano, mientras que veo cientos de fotos sin parar, y las guardo para poder verlas luego. En su mayoría, son eróticas, solo es el cuerpo femenino desnudo. También las hay pornográficas, no te mentiré. Me asombra el bello cuerpo, sus reacciones, como se ve, si te fijas, las venas, o el tono de piel, o el cabello, o la cadera, la pelvis, o las manos, el pie, el pecho, el pezón, los lunares... Y así, siempre. Ahora que no tengo Internet en casa, no es un impedimento para parar. En el trabajo, aún sabiendo el riesgo que puedo correr, también lo hago. Y maldita sea, no puedo detenerme. Te juro por todo lo que quieras, que luego no hago nada, solo las miro detenidamente, y ya esta. No te he mentido antes, y no lo voy hacer ahora. Las veo, por curiosidad nada más, porque admiro, porque me gusta la mujer, más que nada en este mundo. Y seguiré haciendo, seguiré viendo fotos de mujeres desnudas, porque sencillamente, ni puedo evitarlo, ni quiero hacerlo.

Quizás soy un salido, o puede ser por el hecho de no haber tenido nunca a una mujer cerca, no besado nunca, o no haber tenido una amiga, no lo se, quizás posiblemente sea así, el producto de todo eso. Pero no intento justificarme, ni usarlo como excusa. En el fondo, no me avergüenzo, incluso me hace sentir orgulloso, de ver algo tan bello a mi alrededor, y de lo que muchos no se den cuenta, y pasen sin fijarse, sin notar los grandes tesoros de su alrededor, como si la farola, el buzón, la cabina, fuese de mismo oro, engarzado en diamantes y esmeraldas, y nadie se parase a verlo. Lo único malo, es que para mi es algo que me es inalcanzable, prohibido.


Cuadro de Maxfield Parrish, año 1926


Sigo visitando los escaparates, leyendo libros sobre y para mujeres, con sus intimidades, mirando furtivamente las chicas pasar, viendo miles de fotos de mujeres desnudas, pornográficas incluso, y no podré hacer nada contra ello. Se que todo esto me hace un pervertido, un salido, y un depravado, pero en mi intimidad, cuando nadie me ve, soy como soy, soy así. Y ahora, antes de acostarme, me quedaré mirando varios minutos a una misma fotografía, intentando aprenderme todas sus curvas, todos sus lunares, toda su vida. Mirándola hasta que me hable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no eres un depravado,ni un salido o un pervertido,simplemente eres un admirador confeso de la mujer

Anónimo dijo...

Opino lo mismo. Que adores los cuerpos de mujeres, te guste mirarlos y fantasear creo que es normal y muy bonito. Tampoco te consideres un depravado por ver cosas pornográficas, ¿qué chico no lo hace?. Un saludo.