martes, 15 de febrero de 2005

Preocupación

Hoy quiero compartir contigo una preocupación que me ha asaltado todo el día. Poco a poco, ya ves, me siento más cómodo escribiéndote las cartas, y no me importa sincerarme más contigo.

Ayer te comentaba, que acababa de conseguir un trabajo por las mañanas, no te hable mucho de él, porque es algo complicado de explicar, y porque te aburriría contándotelo. Lo que si puedo decirte, es que es una mezcla de administrativo y secretario, que será durante una época, que es solitario, (sólo somos dos en la empresa, creo) y poco más. Me gustaría aprender en él, que me sirva de alguna forma de trampolín, y estoy ilusionado con ello, conozco (aunque sólo de paso) a personas a las cuales me gustaría pertenecer de mayor, sin darme cuenta, que ya soy mayor.

Sin embargo, mis palabras hoy, son de tristeza y desanimo. Por un lado, me da miedo a que me engañen y se aprovechen de mí. Confío completamente de mi jefe, te lo aseguro, pero otras veces, esa misma confianza la han roto otros. Quiero que esto no pase, pero tampoco lo quería antes, cuando sucedió. Quiero trabajar, partirme en dos haciéndolo, ¿pero valdrá la pena? El problema no está en los demás, sino en mi interior, aunque la experiencia me dice, que poco a poco me iré acostumbrándome, hasta adaptarme.

Permíteme abrirme un poco más a ti hoy. Cuando te he hablado, de mi antiguo trabajo, lejos de casa, nunca te dije en que consistía. Era soldado profesional, militar. Siempre me ha gustado el ejército, y me decidí por él, cuando no podía más con los estudios, y la situación familiar estaba más que tirante. Escogí un destino en la península, sin dudarlo, pues para mí, siempre ha sido tierra de libertad, en donde podría ser yo mismo, libre económicamente por mi trabajo, y siempre creyendo que mi carácter es más afín allí. Quizás no sean del todo ciertas las esperanzas aquí puestas, pero es lo que creía, y sigo pensando aún hoy. Pero el hecho es que terminé volviendo. Las razones, fueron equivocadas todas, pero ahora, déjame, te lo ruego, no me preguntes por ellas.

Desde esa ocasión, siempre he pensado en volver, quizás ahora con más experiencia, para poder escoger, para decidir. Para tener todo aquello que ahora no tengo, para salir de las cuatro paredes que es ahora mí vida, las cuatro paredes de mí casa.

Ahora con el trabajo, creo que estoy aún más lejos de atreverme a dar ese paso. Se que mi trabajo no me ayudará a salir del hoyo donde estoy metido, e incluso será un motivo más, para que no estudie, ¡Pero necesito trabajar! Lo necesito por el dinero, por el ánimo, y como persona.



Te preguntas que es lo que quiero; a eso no debería contestarte. Te quiero a ti. Me importa un bledo todo lo demás. Te quiero a ti, te quiero acariciar, llorar encima tuya, quedarme hasta las tantas en la calle apoyando mi cabeza sobre tu regazo, fundirme en un abrazo, en un beso. Si te tuviera, no comería, no dormiría, no haría nada. Te quiero más de lo que cualquier persona te haya amado jamás, pero no te lo crees. No va conmigo, dices. Será eso. Quizás sea mejor así, al fin al cabo, tú serás el motivo de mi destrucción. Tontería más grande, sin ti, todo esto es una mierda, contigo, todo lo demás lo será, y nada me importará, y cuando me dejes...

Hoy estoy cansando; desilusionado; enfadado; defraudado; frustrado; engañado, me importa un bledo todo. Quiero pegarte, descargar mi ira, olvidarme de todo.

Hoy no quiero nada. Hoy no quiero continuar escribiendo.

No hay comentarios: