martes, 15 de febrero de 2005

Hoy trabajo

No te lo vas a creer. Mañana martes, empiezo a trabajar en una oficina, así, de buenas a primeras, pero antes, vayamos por partes.


La fiesta del sábado, fue bastante interesante. Me sentí durante unos instante el protagonista de Eyes wide shut, la película. Y me explicaré. Todo trascurrió en una casa vieja, casi vacía. En ella habrían invitadas unas 60 personas, todas disfrazadas, desconocidas totalmente para mi, todos de entre 27 a 35 años. Gente, que una vez que entraban, me veían a mi, en la puerta disfrazado de ganster, bueno, con una camisa blanca, chaleco, corbata y bombín (ojo, bombín auténtico), recogiendo las invitaciones y más tarde, apareciendo de vez en cuando, para servir copas, o recoger vasos que dejaban por ahí tirados (en vez de llevarlos a la barra, maleducados). El caso, es que el organizador me propuso un plan maquiavélico, me dio una impresionante mascara veneciana que me cubría toda la cara, y una gran capa con capucha, de forma que me tapaba todo, y era irreconocible. De esa forma, me pasee durante 10 minutos entre los invitados, como uno más, sin decir ni pío. De vez en cuando, él me decía el nombre de alguna chica, y yo, me acercaba tenebrosamente (con las luces de flash de discoteca de fondo) y susurraba su nombre. Impresionante. Obviamente, nadie sabía quien era, y todos hacían cábalas, preguntándose quien pudiera ser. Al principio, pensaban que era el que lo organizaba, pero al verle a él bailando, se quedaban atónitos, con la duda de quien era el ser misterioso.


Juego de mascaras venecianas


En serio, recorrer el salón, totalmente disfrazado, sin poder ser reconocido, sin hablar con nadie, y ellos mirándome los ojos, para intentar poder reconocerme, fue inexplicable, a la vez me sentía por encima de todos ellos, y a la vez, igual. Hacía mucho, tanto que no recuerdo si hubo una vez, la última vez que una chica me miraba a los ojos, intentando ver quien soy.

El resto de la fiesta, estuvo bien. Sin lugar a dudas, me servio para aprender bastante cuestiones y formas de ser de las personas. Muchas de ellas, para algún día, ponerlas en práctica, y otras, para evitarlas. Porque es así, cuando ves las cosas desde el otro punto de vista, te das cuenta de detalles de las que antes no te habrías detenido a pensar.

Un detalle escatológico. Sobre pedir con educación, dar las gracias al personal que está trabajando, y todo eso, es más que evidente que es obligatorio (no todos lo hacen), pero hacedlo con una sonrisa, por dios, con sinceridad. La copa, cuando acabéis con ella, queda como un señor (o señora) y ponla en la barra, a ti no te molesta, y en cambio evitas que nadie la pise, la tire, se manche, dar un espectáculo de botellón y porque no, ahorrarle trabajo al camarero. Pero lo peor, o al menos, lo que más me ha hecho pensar, es en los servicios. Dejar las copas dentro, incluso en el suelo, no tirar de la cisterna, manchar todo el piso, en fin, un espectáculo lamentable. Ahí, más allá del dinero o la educación recibida, se nota la categoría de las personas. El servicio femenino, estaba mejor (dentro de lo que cabe) todo hay que decirlo, no siempre pasa, pero es así.

Y bueno, más allá de todo lo ocurrido en la fiesta, lo del trabajo. Va a ser durante una temporada, en una mezcla entre administrativo, y secretario. Tengo mucha ilusión en él, no solo por ser un empleo en sí, sino porque estoy seguro, voy a aprender un montón de cosas, y hasta conocer un poco más de cerca el mundo que me interesa, es decir, la empresa desde un punto de vista organizativo.

En fin, ya hablaremos con más calma. Tengo que escribirte alguna que otra cosa que tengo en mente, pero debo de madrugar para mañana. Por la tarde enviaré la carta, a lo mejor incluso, me da tiempo de hacer otra.

¡Qué guay, ya empezamos a estar ajetreados, me encanta!

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