jueves, 10 de febrero de 2005

Lados oscuros

Una vez dijiste, que me conocías más de lo creía. Siempre he temido algo así. Tengo miedo a que me confundas con otro, y que algo que haga o diga sea valorado en un contexto que no es el mío. Lo admito, soy diferente, un bicho raro, te dije una vez. Cuando hago las cosas, no esconden mala idea, o prejuicios de ningún modo, soy ingenuo en muchos sentidos, y no deseo ningún mal a nadie.

No me puedes conocer, no debes, pues tengo muchos lados oscuros. Cosas que desconoces por completo, que tienen que permanecer en la sombra, para que nadie las conozca, al menos, nadie que no esté preparado. ¿O no? En el fondo, me gustaría contártelas todas, decirte mis mayores secretos, temores, lo primero que se me pase por la cabeza. Por eso, te mando estas cartas, para escribirte aquello que no me atrevo a decir.

Por eso te cuento todo, poco a poco, mientras me voy desnudando ante ti. Si de veras me quieres conocer, desnúdate también tú, de todo prejuicio, de toda idea preconcebida, de toda sospecha, de toda valentía, de todo temor. Empecemos así, sin nada, sin sombras, sin ningún sitio que quede tapado, a oscuras, enseñándonos todos. Sólo de esa forma, podrás decirme «Te conozco más de lo crees» sólo de esa forma quiero oírlo. Sí después de todo eso, de ver todo como es en realidad, quieres decirlo, didlo.

Ojala pudiera ser así. Ojala pudiéramos mostrarnos de esa forma, conocernos tanto, sin necesidad de caer en equivocaciones, arrepentimientos o vergüenza. Cuanto daría porque desaparezcan esos lados oscuros, que nadie conoce, para compartirlos contigo. Yo estoy dispuesto, quiero quitarme de todo eso, quitarme la piel y que vieras lo que soy de verdad, directamente, a bocajarro.

Pero no puede ser. No. Si así lo hiciera, moriría de frío, o me contagiaría rápidamente de alguna enfermedad mortal, y no podría protegerme. Por eso, vivimos con esas defensas, esas protecciones artificiales, por eso ocultamos a la luz los lados oscuros, porque no deben de ser vistos, porque no pueden ser comprendidos. No puede llegar la luz del sol a ellos. Deben de seguir ahí donde están.



La próxima vez que nos veamos, sin conocernos apenas, nos abrigaremos más, nos pondremos la bufanda por toda la cara, por miedo a ser contagiados por el otro.
A mi me gusta que llueva, me encanta caminar mientras veo a todo mi alrededor corriendo. Me calo hasta los huesos, mis pies se llenan de agua, y es cuando me siento mejor conmigo mismo, cuando toda el agua me invade.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy difícil mostrarte tal y como eres así sin más, sin ocultar nada, decir lo que se te pase por la mente sin pensarlo antes, porque como tú bien dices, puedes constiparte. Es muy complicado, porque basta que te muestres tal y como eres a la persona equivocada, y te habrá herido como nadie, por eso, ponemos cada vez más defensas, más capas de ropa, para que sea más difícil que cualquiera te pueda hacer daño....

Pero que nos arropemos no quiere decir que nunca nos desnudemos. Creo que a medida que vas conociendo a una persona, sabes si debes ir quitándote los guantes, el gorro, o si es mejor coger otro abrigo.

Puede que tantas defensas se vuelvan algún día en nuestra contra si son muchas, puede que nos ahoguen...