martes, 10 de julio de 2007

Hace ya demasiado tiempo

Hace ya demasiado tiempo que quería escribirte, demasiado tiempo que lo tenía pendiente, teniéndote presente casi cada día, pero sin encontrar la paz, o el momento para sentarme y ponerte unas letras.

No se si te conté, que andaba trabajando en dos lugares diferentes a la vez, además de intentar unos estudios, los cuales apenas les he dedicado el tiempo que necesitaban. El no tener tiempo para nada, no escribirte, por ejemplo, no hacer fotos, no hacer las llamadas pendientes, no leer los libros que quería, dejar las películas para otro momento… me ha servido por un lado, para dejar atrás algunos quebraderos de cabeza que tenía, llegando hasta sentirme orgulloso de mi mismo por ser capaz de aguantar así, responsablemente, con dos trabajos, de forma cuasititánica, pero por otro lado, han surgido nuevas cuestiones, que también taladran mi interior. Supongo, que eso demuestra, la necesidad cruel de tener problemas siempre, y que cuando no los hay, los creamos, ya sean reales, o fruto de nuestra imaginación, no que no quita que si sea real y fuerte el dolor que sufrimos.

En cuanto a mis relaciones con la gente, la vida me ha enseñado duras lecciones que han entrado con dolor; he aprendido a tener más sangre fría, a matar la espontaneidad, agarrando las riendas del caballo desbocado, a poner bozal en la boca ansiosa por hablar, renunciando a un pedacito de libertad... Es posible, que de esa forma, algo se muera dentro de nosotros (¿amor?¿sinceridad?), pero parece ser, que en esas normas de seudoconvivencia que nos rodean, no se puede supervivir de otra forma. Es extraño, que a veces tengamos que renunciar a la libertad, para no vivir en la esclavitud de los hechos y de las palabras.

Ahora me siento más frío, me doy cuenta, fruto de uno de mis trabajos, del constante movimiento de gente que pasa por delante de nuestras vidas, segundos a veces, u horas. Ahora me cuesta mucho entrar en ellos, ni siquiera lo intento, se que es un fallo, pero no puedo evitarlo. Me da miedo la superficialidad, y no me quiero convertir a ello. Sigo amando a la Persona, pero me canso más al sentarme y escucharla. No puedo soportar ver como entra en mi vida, le abro una puerta, crea en mi una necesidad de ella, para luego desaparecer y no volver.

Ahora puedo detenerme, y analizar mejor mis sentimientos. Consigo discernirlos, saber cuando estoy cabreado, y que no debo de hablar con nadie, para no causarle algún tipo de daño, o confesar algo que no quiera. A veces, los controlo, se parar, pero otras no, me doy cuenta eso si, fríamente, de que estoy cometiendo un fallo, pero no puedo evitarlo, y lo cometo, y trago más sedal, y el anzuelo entra aún más adentro.

No se si es algo positivo o negativo, pero es la única forma de supervivencia que conozco ahora. Algo se muere, es cierto, pero es el precio a pagar, el tributo inexplicable, para vivir con los otros, y ser mínimamente aceptado.

No lo entiendo, pero no creo que entenderlo sea importante hoy en día, Cuantas cosas aceptamos, exigimos y defendemos, no entendiéndolas para nada, llegando a convertirse en sagradas para nosotros.

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